vitoria - Desde los seis años, las niñas ya asocian brillantez con masculinidad. Un dato llamativo.

-Es un estudio científico que realizaron un grupo de psicólogos en Estados Unidos, pero que es extrapolable a todas partes. Es una cuestión del estereotipo que se inculca a niñas, en este caso, desde bien pequeñas. El estereotipo de que ellas son trabajadoras y ellos, brillantes. Se les dice de una manera sutil tanto en casa y como en la escuela. Qué trabajadora eres, eso nos lo han dicho prácticamente a todas de alguna manera. Parece que todo lo que hace una niña o una mujer es porque es muy trabajadora. Y esto cala.

¿Esta es la razón de que haya menos mujeres en carreras científicas?

-Las biologías tienen bastantes mujeres, en matemáticas también hay bastantes. Las carreras que tienen menos mujeres son Física y luego todas las ingenierías y las tecnológicas. El problema, muchas veces, es que este tipo de carreras se vinculan a la genialidad. Claro, si las niñas desde bien pequeñas piensan que esas carreras están vinculadas con la genialidad, que es la de sus compañeros varones, porque ellas son trabajadoras, pues se decantan por otro tipo de carreras. Además, las carreras relacionadas con la informática, donde hay muy pocas mujeres, están muy vinculadas al estereotipo de friki, es decir, el chico joven, un poco desaliñado y que es un poco rarito. Y las chicas huyen de ese tipo de estereotipos.

¿Está el trabajo de las mujeres científicas invisibilizado?

-En realidad, sí. Desde hace un par de años está habiendo un importantísimo esfuerzo por parte de muchísimas personas para sacar a la luz a las científicas. Pero sí está invisibilizado, en parte porque las personas responsables de los equipos han sido hombres y muchas veces, en ciencia, únicamente se le da valor a la persona que lidera el grupo. Parece que los personajes secundarios no son importantes y las mujeres muchas veces somos personajes secundarios, no porque nuestro trabajo sea menos importante, sino porque la manera en que los hombres están educados hace que sean más protagonistas de las cosas que hacen, y las mujeres, también por la forma que estamos educadas, no tenemos mucho afán de protagonismo. Muchos logros de las mujeres se los han apropiado varones, tanto en el pasado lejano cuando las mujeres no accedíamos a una enseñanza reglada, como en el presente cercano.

El blog ‘Mujeres con ciencia’ que usted edita pretende, precisamente, dar visibilidad al trabajo de mujeres científicas.

-Y nos consta que tiene bastante éxito, se utiliza mucho en institutos y eso ayuda a tener referentes femeninos. Un blog como Mujeres con ciencia ayuda a niñas y a todo el entorno que rodea a las niñas a ver que ha habido mujeres que han hecho ciencia y que si otras han podido, por qué ellas no van a poder, que no se trata de actividades masculinas.

¿Cómo se percibe esta desigualdad en el trabajo diario?

-En la universidad o cualquier institución científica donde se haga investigación, si los cabeza visibles son los hombres, tienen un mejor currículum en general porque firman los primeros los artículos o firman más artículos porque la dinámica, muchas veces, es que el responsable del equipo firmalos artículos de todo el equipo, y eso hace que los currículums de ellos sean mejores y, por lo tanto, tengan mejores puestos de trabajo. Con lo cual, ellos siempre están por encima, ellos deciden en qué se invierte, en qué se investiga, con lo cual las mujeres son las eternas secundarias y es difícil que estén en lugares de decisión. En eso se traduce, currículums peores, menos competitivos y estar condenadas a no subir el famoso techo de cristal. Hay un punto en el que no se avanza, el porcentaje de catedráticos, de investigadores consolidados varones, es muchísimo mayor que las mujeres.

¿Es más evidente esta brecha en la ciencia que en otras disciplinas?

-El problema que tenemos las mujeres en todos los ámbitos, al final, es el mismo. La ciencia y la tecnología tiene una característica especial, porque mucha gente piensa que para ser científico hay que ser un genio y esa genialidad está vinculada al hombre. Además, la ciencia es un mundo muy competitivo, hay que publicar para subsistir y es un mundo que va cada vez más deprisa, porque hay mucha gente que trabaja en los temas punteros y eso hace que las dinámicas sean muy duras, muy competitivas, y ahí las mujeres tenemos también todo para perder. Incluso, personalmente, la manera en la que estamos educados hombres y mujeres hace que nosotras seamos menos resistentes a ese sistema competitivo.