A las consultas de los pediatras de Osakidetza hace mucho que han comenzado a llegar pequeñas de 8 y 9 años que ya muestran cierto desarrollo mamario y vello púbico, dos síntomas que anuncian que la pubertad ha dado el pistoletazo de salida. “Aunque los padres acuden con cierta alarma, los pediatras restamos importancia a estos síntomas de pubertad precoz porque es cada vez más habitual ver a edades tempranas la aparición del botón mamario o el crecimiento del vello en el pubis o en la axilas, olor corporal o acné”, señala un pediatra de Atención Primaria, asegurando que la primera menstruación no llega hasta dos o tres años más tarde.
Amaia es una de esas amatxus inquietas. Acaba de llevar a su hija al ambulatorio para preguntar sobre esta cuestión con nueve años recién cumplidos. “Me he preocupado porque un día en la ducha me dijo que le dolía una tetita y también porque hace ya tiempo que tiene bastante vello, pero el médico me ha dicho que me tranquilice que además ella lo lleva bien”, explica.
La publicación Pediatrics, una de las biblias en este campo, ha recogido recientemente datos muy significativos. Con solo 7 años, el 10% de las niñas blancas en Estados Unidos había empezado su desarrollo mamario. Una cifra que se elevaba hasta el 23% en la comunidad afroamericana y un 15% entre las de origen hispano. Pero no hay que ir tan lejos. La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) ha alertado del aumento de los casos de pubertad precoz en niñas. A juicio de estos expertos, la pubertad precoz afecta fundamentalmente a las niñas -en una proporción diez veces superior que en los niños- y se caracteriza por la aparición de los signos característicos de la pubertad antes de los 8 años en el caso de las niñas y antes de los 9 en los niños. “Hace una década, el inicio de la pubertad en las niñas solía situarse en los 10,8 años, mientras que en la actualidad el principio del desarrollo puberal tiene lugar a los 9,8 años”, explicó la doctora Concha Sánchez.
Pero la revista médica The Lancet acaba de sugerir, en un artículo de opinión, una teoría todavía más vanguardista y es que la adolescencia no solo se ha adelantado sino que también se ha atrasado ya que este periodo vital “se extiende ahora desde los 10 a los 24 años”, cinco más de los 19 hasta ahora considerados como el momento de superación de esta etapa de la vida. Ellos aclaran que la adolescencia comienza con la pubertad, biológicamente determinada por la actividad del hipotálamo, que genera hormonas que activan la glándula pituitaria y las gónadas, según describe el artículo.
Y es que como consecuencia de las mejoras en nutrición y salud, este proceso se ha adelantado en el tiempo, a la vez que el crecimiento del cuerpo y, concretamente, del cerebro, continúa actualmente hasta pasados los veinte años.
Para ilustrar este asunto, la científica estadounidense Marcia Herman-Giddens investigó los cambios en el inicio de la adolescencia en diferentes épocas. Según su estudio, en 1860, la edad media de inicio de la pubertad en las niñas era de 16,6 años; en 1920, de 14,6; en 1950, de 13,1; en 1980, 12,5 y a partir de 2010 se había reducido a 10,5.
Entre los responsables de este fenómeno están los llamados disruptores endocrinos, contaminantes que actúan como hormonas en el cuerpo humano que, además, están presentes en productos de consumo diario como cosméticos, aditivos de alimentos, pesticidas y otros.
Coste psicológico Madurar sexualmente antes tampoco sale gratis a nivel psicológico. “La adolescencia es un tiempo de crisis y de proceso”, subraya la psicóloga Andrea Ruiz. “Supone una reestructuración psíquica para asumir una identidad sexual. Es un tiempo de angustias, inquietudes... Aunque el proceso puede ser largo y duro, la mayoría atraviesan esta etapa sin perturbaciones psicológicas graves”, aclara, a sabiendas de que en esta fase no pasan tampoco desapercibidos problemas como los trastornos alimentarios, la falta de rendimiento académico, o el consumo de alcohol.
Sin embargo, este nuevo contexto biológico de adelanto de adolescencia también lleva aparejado un retraso de esta etapa. Los científicos de The Lancet aseguran que, en los últimos 40 años, se ha retrasado la adopción de roles y responsabilidades “asociados a la edad adulta”, como el matrimonio, tener descendencia o alcanzar la independencia económica. La prolongación de la fase educativa o la demora a la hora de casarse o tener el primer hijo son algunos de los factores que los autores citan como clave para entender este cambio en el desarrollo juvenil.