donostia - Aunque será la decimoctava mujer en el Tribunal de Estrasburgo, es la primera vez que una jueza representa al Reino de España. ¿Está rompiendo moldes?
-La verdad que sí. A lo largo de mi carrera profesional, he tenido que hacer el doble de CV que los hombres para llegar al mismo lugar y también en España soy la quinta mujer catedrática en materia de Filosofía del Derecho en toda la historia de la asignatura, que es de hace siglos. Me muevo en un mundo muy de hombres. Hay una discriminación invisible y esto se ha notado en este proceso y en cómo ha tratado la prensa a los tres candidatos. De hecho, de mí no se ha hablado nada. Incluso, una vez que sí se barajaba mi nombre en la terna, la prensa tampoco se ha molestado en conocerme y leer mi curriculum.
Pero aún así ha sido elegida.
-En Europa, soy una persona conocida, porque llevo años trabajando en el Consejo de Europa en la Comisión contra el Racismo y la Intolerancia. Pero en España, digamos que los medios no se han interesado por mí. Quizá en Euskadi me han tratado un poco mejor, por ser de ahí. Y eso que hasta ahora he hecho muchas cosas: La Ley Orgánica de Igualdad entre Hombres y Mujeres del Estado español (2007); ahora se está discutiendo la de Igualdad de Aragón, que hice el borrador... Representa un poco el concepto de invisibilidad de las mujeres. A veces me dicen que soy una exagerada, pero lo he vivido así.
Después de la retirada de la candidatura de María Emilia Casas, tengo entendido que tenía que haber una mujer en la terna de tres planteada por el Gobierno. ¿Se ha sentido una candidata de relleno?
-En primer lugar, no es obligatorio que haya una mujer en la terna, aunque es recomendable. Después, este es un proceso transparente que se publica en le Boletín Oficial del Estado y se puede que presentar cualquiera. Y ha sido un proceso larguísimo, que ha durado nueve meses, con lo cual no ha pasado inadvertido y quien ha querido, ha podido acceder. Hay que tener en cuenta que hay cumplir con unas condiciones de curriculum bastante duras, de conocimiento del Consejo de Europa, de organismos internacionales, de idiomas... Hay mucha gente muy valiosa a nivel estatal, que se puede mover a nivel local, pero no a nivel internacional. Y eso deja fuera a mucha gente.
Y usted ahí se sentía segura.
-Sí, muy segura. Yo he pasado largos años en el extranjero. Sé lo que es vivir fuera. No es solo conocer los idiomas, sino conocer otras culturas, otros derechos. He estado en periodos de investigación de dos años en Escocia, uno en Bélgica, y casi otros dos años en Alemania estudiando temas jurídicos. Y he publicado artículos, en inglés, francés y alemán.
¿Cree que ha sido su papel en la Comisión del Consejo de Europa contra el Racismo y la Intolerancia lo que le ha dado visibilidad en la asamblea que la ha elegido?
-Yo fui allí como experta porque me llamaron desde el comité de ministros del Consejo de Europa. Muchas cosas que he hecho en la vida profesional han sido en respuesta a peticiones que me han hecho otras personas. Vamos, que no he sido yo siempre la que me he puesto una meta. Cuando me llamaron para ser experta de esa Comisión no había solicitado nada. Pienso que estoy implicada en temas de igualdad y de lucha contra la discriminación y he trabajado sobre ello. Una vez que he conocido de cerca el Consejo de Europa pensé que tenía un perfil adecuado para ser jueza del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y presenté mi candidatura. Me ha servido mi experiencia de estancias de investigación en el Tribunal Europeo del Derechos Humanos y en la Dirección del Consejo de Europa.
¿Qué puede aportar usted al Tribunal de Estrasburgo?
-Conozco 40 y pico países de Europa y del mundo. Conozco muchas culturas y también muchos académicos de esos países o expertos en Derechos Humanos que me conocen. Para esa gente no soy una extraña. También soy conocida en España en el ámbito académico, pero no en el político, que no es mi mundo.
¿Conocía a los otros dos candidatos?
-A José Martín y Pérez de Nanclares le conocía por la Universidad. A Francisco Pérez de los Cobos (expresidente del Tribunal Constitucional), es muy conocido, aunque no le conocía personalmente. Le vi en París, en la comisión de evaluación del día 12. Solo quiero apuntar que son personas muy válidas y con grandes curriculum, cada uno en sus ámbitos. A veces no se han informado adecuadamente.
¿Se refiere al bajo nivel de idiomas de Pérez de los Cobos, el supuesto favorito de Rajoy?
-Son afirmaciones poco rigurosas. Lo que quiero es manifestar todo mi respeto y reconocimiento a la valía y prestigio de los otros dos candidatos. Y dicho esto, sí quiero resaltar que yo también tengo méritos sobrados en el Consejo de Europa en el ámbito de los Derechos Humanos y que soy una persona que puedo aportar mucho.
¿Cuáles?
-Soy una persona muy comprometida con la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, de la discriminación, de temas de racismo, inmigración e integración de personas de varias confesiones. Mi experiencia de haber vivido en países distintos creo que es importante. El haber vivido con musulmanes, personas ortodoxas, protestantes, calvinistas... Es un tema vital. Eso no se aprende en un máster. Yo aporto esas vivencias, que son importantes para entender a otras culturas porque voy a tener que juzgar situaciones de 47 países.
¿Ese es el gran reto, amalgamar el derecho de tantos países y tan diferentes con el convenio Europeo de Derechos Humanos?
-Hay que saber historia, tradición de cada país, respeto a los derechos propios, soberanía y es un equilibrio muy difícil y requiere de una sensibilidad especial hacia un modelo multicultural de derechos humanos y yo he escrito mucho sobre ello.
El derecho también es interpretación y usted imparte clases sobre esto. ¿Qué me dice?
-El juez tiene que aplicar el derecho y la norma. Ahí damos una asignatura que es Metodologías Jurídicas y Argumentación. Es propia de mi cátedra. Es algo que he estudiado muchísimo. Ahí hay muchas teorías, pero lo importante es que hay que respetar la división de poderes y el juez no puede crear derecho, sino que tiene que aplicar el que se decide democráticamente. Y tiene que respetar la soberanía de los parlamentos y la soberanía estatal. Él no es el legislador.
¿Entonces tiene una visión de acotar la interpretación del juez?
-Ser técnicos es la clave. En la interpretación de valores y derechos humanos también hay ética, pero el juez no puede manipular, forzar, no puede crear derecho.
Hemos vivido meses de proceso catalán, por ejemplo, y se ha extendido la sensación de un mayor peso de la interpretación en algunas decisiones judiciales. ¿Qué opina?
-Creo que los jueces de la judicatura española están muy bien preparados y que la Justicia no está para nada politizada y creo que muchas cosas que se dicen en los medios de comunicación están sesgadas. Yo creo que se informa mal, de forma superficial, con poco rigor técnico.
Hablemos de Igualdad, uno de sus puntos fuertes. Llevamos años duros con la violencia machista. Usted trabajó en la Ley de Igualdad de 2007. ¿Hemos avanzado lo suficiente? ¿Tenemos remedio?
-Por supuesto que remedio hay. Hay muchas cosas que hay mejorar, pero, claro, hay que educar a la población. Vivimos un momento de contradicciones y paradojas, con respecto a la gente joven que ha sido educada en un mundo más igualitario, en teoría, pero cuesta compartir roles entre hombres y mujeres. Es un tema que hay que introducirlo más y también pienso que hay que educar mucho más en el respeto de la igualdad y las diferencias psicológicas. Al feminismo no le ha gustado hablar de eso, pero somos iguales y somos diferentes a la vez. Hay que educar en el respeto al otro sexo, en la enseñanza. La persona no es solo cuerpo.
Ha asesorado también a centros educativos vascos para sus planes de convivencia. ¿Su compromiso con la Educación es grande?
-Sí. En la Universidad de Zaragoza he dado muchos cursos a profesores de instituto de enseñanza pública, sobre temas de Derechos Humanos y luego también cuando fue el tema de la Educación para la Ciudadanía hice bastante. Me pidieron textos escolares, porque no había un enfoque en Derechos Humanos. Me impliqué mucho, en centros escolares de Zaragoza y del País Vasco, en temas de reglamento de bullying y acoso. Es fundamental educar en Derechos Humanos en Secundaria y Primaria.
Y, sin embargo, hay encuestas juveniles preocupantes que ponen patas arriba valores básicos.
-Por eso pienso que hay que educar en la igualdad de verdad, no solo en temas de sexualidad mecánica, sino de mecanismos de respeto hacia el otro. Ahora los chicos ejercen un nuevo machismo a través de las redes sociales, con situaciones de imposición de dominio sobre las chicas, con nuevos tipos de violencia psíquica.
Sería frustrante para usted ver cómo se politizó la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
-Sí, lo que pasa es que se manipuló por un lado y por otro. Creo que hay que educar en participación política y luego hay que educar a los inmigrantes de segunda y tercera generación que están en estas aulas y provienen de culturas latinoamericanas. Se habla muchísimo del mundo islámico y no tanto del latinoamericano o culturas como la rumana, que vienen con roles todavía muy machistas y hay que educar en valores a estas nuevas generaciones.
¿Y por qué no se aborda?
-No se habla de eso porque parece que no es políticamente correcto.
¿Se nos olvida la suerte que tenemos de vivir en Europa?
-Somos unos privilegiados estando en Europa porque tenemos un estado de derecho mucho más consolidado. Las violaciones de los Derechos Humanos son mucho menores que en otros sitios. El nivel de protección jurídica es grandísimo. Y luego hay que distinguir con los nuevos países incorporados en los 90, que son muchísimos y tienen más problemas que el resto.