Bilbao - Buenas Fiestas a cristianos y musulmanes. Jesús y Mohamed (Mahoma) son rayos de la misma luz. Con este mensaje, la Diócesis de Bilbao y la Federación Islámica del País Vasco (Fivasco) hicieron un llamamiento a la paz y convivencia en Rekalde, donde celebraron por primera vez juntos el aniversario de los nacimiento de Jesús y Mohamed, que este año coinciden en el tiempo.

Los organizadores desafiaron al mal tiempo e instalaron una mesa informativa junto a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Allí repartieron bolsas de caramelos y tarjetas con frases del evangelio de los católicos y del profeta Mohamed y del Corán entre los vecinos del barrio. El objetivo era “mostrar a la ciudadanía que la convivencia de la diversidad creyente es posible y que, además estamos de celebración, y que lo queremos compartir juntos”, explicó Beatriz Marquina, encargada de sensibilización e identidad religiosa de la Fundación Ellacuría, que ha actuado como facilitadora. “Los mensajes son de paz y convivencia”, apuntó. El acto estuvo amenizado con la música del grupo local La Bilbaína.

Miguel Ángel Esnaola, delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Diócesis de Bilbao, explicó que la actividad de ayer se enmarca en una serie de encuentros entre ambas religiones, todos ellos con el mismo objetivo: promover la convivencia. “Esta es una iniciativa que surgió en algunas diócesis de Italia, y busca visibilizar este encuentro entre cristianos y musulmanes como anuncio de buena noticia. En este caso el deseo de felices fiestas coincidiendo con dos fechas significativas tanto para musulmanes como para cristianos”, señaló.

La fiesta islámica, llamada Aid al Mawlid, tiene lugar el día 12 del mes musulmán de Rabi al Awal, y como los meses musulmanes siguen un calendario lunar, cada año se “adelantan” unos diez días con respecto al calendario solar, razón por la que las fechas musulmanas, incluido el Ramadán, son móviles con respecto al calendario gregoriano. Este año el aniversario del nacimiento del profeta Mohamed tuvo lugar el 30 de noviembre, un acontecimiento que los musulmanes celebran durante 40 días, por lo que coincide con las fiestas navideñas cristianas.

“Durante este tiempo intentamos trasmitir los valores de nuestro profeta. No celebramos su nacimiento, celebramos los valores, los principios que nos ha dejado. Valores de convivencia, valores de paz. Queremos decir que el mundo islámico no tiene problema alguno con el mundo cristiano o judío. Que todos somos, al final, humanos y tenemos que tratarnos unos a los otros con humanidad sin importar el origen o la religión”, señaló Ahmed Faaisse, secretario de Fivasco.

Tensión social El delegado diocesano hizo hincapié en la necesidad de este tipo de actos para promover la paz y la convivencia entre religiones frente a un contexto de tensión social. “Estamos viendo cómo la repercusión que tienen acontecimientos violentos, lógicamente por otro lado, crean una sensibilidad que despierta temor, recelo. Y también puede generalizar comportamientos totalmente condenables de personas que se justifican en la religión pero que actúan simplemente de un modo criminal, pero que tiñen y oscurecen la fe de personas que quieren vivir esto con autenticidad, queriendo ser ciudadanos y personas abiertas a los demás, y apostando por una inclusión positiva en la sociedad”, apuntó Esnaola. El representante de la Diócesis de Bilbao destacó que “como cristianos tenemos esa responsabilidad de fraternidad” siguiendo el ejemplo del jefe de la Iglesia Católica: “El Papa Francisco acaba de estar en Myanmar y Bangladesh, países mayoritariamente musulmanes, y nuevamente ha hecho un llamamiento a la fraternidad”. En este sentido, Faaisse apuntó que “nuestro profeta viene con un mensaje de paz y de convivencia para todo el mundo, los conflictos vienen de alguien que tiene ese interés”.

Esnaola también destacó los puntos de unión entre ambas religiones. “Hay un sentido de trascendencia, un situar nuestra vida ante alguien más que nosotros, que digamos nos sitúa en un plano trascendente al cual tenemos acceso, del cual formamos parte. Y ahí cristianos y musulmanes nos hacemos encuentro. Dios nos llama mutuamente a esa fraternidad”. “También tenemos un recorrido de desencuentros”, prosiguió, por lo que instó a “recobrarnos en la fraternidad, el encuentro, en unas relaciones que parten de una identidad propia definida, de nuestra vocación propia de cristianos o musulmanes, entendiendo que la diferencia nos enriquece, que complementa también nuestra persona, nuestra fe”, concluyó.