Bilbao- Suspendió tres años Bachillerato pero hoy Eduard Vallory (Barcelona 1971) es un gurú en innovación educativa además de tener una trayectoria que da un poco de vértigo. Vallory fue el plato fuerte la jornada Transformar la educación para un mundo cambiante organizada por el Departamento de Educación y por la Universidad del País Vasco para reflexionar y debatir sobre el cambio en la escuela. Vallory explicó los pormenores del programa Escola Nova 21 al que están adheridos 500 centros catalanes y cuyo objetivo es desarrollar competencias para la vida en el actual contexto histórico y poner en práctica la educación por competencias.

No puedo comenzar sin preguntarle qué tal les va por Catalunya con la Fiscalía actuando como ‘policía del pensamiento’.

-Nos va muy mal por dos cosas distintas. Porque tenemos el Gobierno intervenido, el Parlamento no existe, el autogobierno está intervenido y esto es fundamental porque las competencias en Educación las tiene el autogobierno catalán. Por otro lado, se está aprovechando este momento para hacer dos ataques sistemáticos muy bestias contra el sistema educativo, uno contra el modelo de cohesión social y convivencia que genera la inmersión lingüística y se está diciendo a la gente que denuncie a los profesores cuando digan algo que se crea que es ideológico. ¿Pero qué es ideológico?, ¿hablar de Gandi es ideológico?, ¿hablar de Derechos Humanos es ideológico?, ¿decir que China cierra páginas web es ideológico? Bueno, es ideológico si en Catalunya por petición judicial se cierran páginas web como en China, pero esto no es un problema del profesor sino de quien cierra páginas web, de quien viola el derecho a la libertad de expresión, a la libre reunión, a la correspondencia y mete en prisión a personas por sus ideas políticas.

Este contexto toca tangencialmente el motivo de su charla aquí: ‘Otro modelo educativo es posible’. ¿Por qué hay que cambiar la escuela?

-Porque los retos sociales han cambiado en el siglo XXI: el impacto del cambio climático, movimientos poblacionales grandes, desigualdades sociales, tensiones relacionadas con identidades, como el fundamentalismo, o la necesidad de revisar una vida en común. Y por otra parte, por el cambio tecnológico exponencial que transforma el modelo productivo, los sitios de trabajo, los retos éticos y sociales, elementos de democracia y convivencia, la toma de decisiones o cómo nos informamos. La escuela tiene que adaptarse a estos cambios para poder capacitar a los niños y niñas para que tengan proyectos de vida con sentido y contribuyan a la sociedad.

Dice... grandes retos para una escuela obsoleta. ¿Seguimos enseñando como en el XIX?

-Sí, lo que está obsoleto es la estructura. Todo maestro que trabaja para cambiar su escuela hacia el modelo que el sentido común le dicta tiene una estructura que le lleva para atrás. Y este es un problema nuclear, tan nuclear que, o toda la sociedad toma conciencia que la escuela debe cambiar, o no cambiará porque puedes cambiar una cosa en la formación del profesorado y no te funcionará en la evaluación, puedes cambiar la evaluación y no te funcionará en el aula... Pero la obsolescencia de la estructura ya se apuntaba en el Informe Faure de la Unesco en 1972.

Pues llevamos cuarenta años de retraso en esta actualización, pero hoy las consecuencias son mucho más graves por ese cambio tecnológico exponencial al que alude.

-Las prácticas de aprendizaje están relacionadas con una visión del currículum como la transmisión de conocimientos definitivos y de una evaluación relacionada con una lógica memorística. Como decía, el Informe Faure señala que son prácticas obsoletas. Lo que tenemos que hacer básicamente es que el conocimiento se construya a través de procesos inductivos, de procesos de reflexión y cooperativos. Es decir, hay que trabajar para la construcción activa del conocimiento y vincularlo al desarrollo competencial de los niños y niñas, algo que va mucho más allá de las informaciones y los conceptos.

La teoría de la educación por competencias es fantástica, pero ¿por qué es tan difícil llevarla al aula?

-Hay millones de experiencias que proporcionan evidencias del éxito de este enfoque pero lo que pasa es que cuando lo intentas implementar hay problemas. Si tienes un currículum prescriptivo, si tienes modelos de evaluación memoristico-mecanicistas, si tienes una formación inicial de maestros bajo una lógica aplicativa e intentas desarrollar esto se dice: “No, no, nuestros maestros no lo pueden hacer”. ¿No llevamos 40 años de democracia?, ¿qué se ha hecho en estos 40 años si no están preparados?

Además de un cambio en las metodologías y la formación se impone un cambio en la evaluación. ¿Son válidos los exámenes?

-El examen no debe ser el instrumento principal de evaluación del aprendizaje, ni el mayoritario.

Pero para que eso suceda la Administración educativa tiene que aceptar las alternativas. ¿Cuáles son?

Claro. ¿Cómo sabes que una persona tiene competencia comunicativa?

Comunicándose.

-Pues es lo mismo. En todas las competencias tú necesitas situaciones próximas a la realidad y los exámenes no son próximos a la realidad. En la práctica los exámenes te llevan a que el objetivo del aprendizaje sea pasar el examen, no el desarrollo competencial. Por lo tanto pasarás a ser un magnífico experto en pasar exámenes y jugar al Trivial pero no significa que se consiga el desarrollo integral de la persona. Un primer elemento es poner en duda el examen, visualizar que está hecho para responder a la lógica memoristico-mecanicista y que hace dos décadas estamos diciendo que la escuela debe desarrollar competencias. Por tanto, cambiemos ya los modelos evaluativos.

Pero al final de la ESO y el instituto llega la Selectividad, la prueba memorística por antonomasia.

-En esto la Selectividad tiene una lógica similar y debe modificarse porque aprobar Selectividad será el objetivo final de todo estudiante independientemente de que entre o no en la universidad. Pero a parte de esto tenemos que capacitar a los maestros para desarrollar estas prácticas de aprendizaje avanzadas porque si se forman para que tu digieras mucha información y la vomites en un examen luego te miran raro cuando les dicen que tienen que crear procesos constructivos del conocimiento. Y más cuando una de las principales competencias europeas que se exige al profesorado es el control del aula. ¿Por qué? Porque tienes que mantener a todos callados para que te escuchen. ¿Y qué pasa cuando el aprendizaje no se basa en que tú hables y los otros estén callados? Que se transforma.

No parece muy fácil, es radical en un sector poco dado a los cambios.

-Para desarrollar este modelo hay que cambiar la concepción de la escuela, porque pones en crisis la forma en la que evalúas, la manera en la que formas a los maestros, en la que seleccionas a los maestros, su carrera profesional, cómo se desarrollan las acciones de aprendizaje en la escuela y cómo supervisa su desarrollo la Administración educativa.

¿Cuáles son los elementos que están operando para frenar todos los intentos por cambiar el modelo educativo en Catalunya o en Euskadi?

-Creo que hay tres elementos. El primero es la inercia, la inercia tiene una fuerza gigantesca porque te da seguridad: esto siempre se ha hecho así y si no tengo una alternativa muy bien definida yo voy a continuar con mi inercia. El segundo elemento es el miedo. El examen de Selectividad nos da mucha seguridad porque decimos que es objetivo. ¿Pero qué pasa si les pones hoy el mismo examen de Selectividad que hicieron en su momento a los estudiantes que ahora están en segundo de carrera?

Algunos lo catearían y seguramente la mayoría lo haría peor.

-Eso lo sabemos todos y sin embargo seguimos pensando que el examen de Selectividad es una cosa objetiva que nos da seguridad. ¿Cuál es el problema? Que lo que vemos que necesitamos para evaluar por competencias nos genera mucha inseguridad porque no es tan claro como que tú eres un 4 y tú eres un 8. Y esto nos lleva al tercer problema, que los elementos de evaluación que tenemos son muy débiles para los aprendizajes que pretendemos generar, por lo que nos quedamos enganchados a la falsa seguridad de los modelos evaluativos antiguos que son obsoletos porque solo sirven para jugar al Trivial pero no para que alguien sea buen profesional. Alguien dice: ¿Oiga, usted qué es? Yo, licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona. Ya, muy bien, pero además de esto qué más. ¿Sabe presentar un caso? Esta es la diferencia entre un título que te dice lo que supuestamente has aprendido cuando has pasado exámenes y la demanda competencial de una situación real.