El Hospital Psiquiátrico de Araba y el HUA ensayan un proyecto pionero cuyo objetivo fundamental es, a través del análisis automático de expresiones faciales en el ordenador, cuantificar y valorar de forma objetiva y no subjetiva el nivel de dolor. La iniciativa va dirigida a aquellos pacientes que tienen dificultades para comunicar su grado de sufrimiento. En esta primera fase se está trabajando con algunos pacientes psiquiátricos, con demencias y deterioro cognitivo, pero en el futuro se pretende se puede aplicar también a neonatos, enfermos intubados, o pacientes en la URPA (Unidad de Recuperación Postanestésica, la conocida como Reanimación).

De esta forma, una máquina analizaría las expresiones faciales para diagnosticar ese dolor. “Sabemos que la expresión de la cara puede manifestar el sentimiento del dolor como un dato objetivo y objetivable que puede ser medido. Porque los seres humanos cuando tenemos dolor hacemos una serie de gestos. Por ejemplo arrugamos el ceño o apretamos la comisura de los labios o hacemos una contracción del ala de la nariz. Son gestos universales. No todo el mundo hace todos ellos pero sí todos hacemos alguno”, explica gráficamente el doctor Enrique Bárez, de la Unidad de Dolor de la OSI de Araba.

“¿Cómo podemos detectar el dolor de un paciente que tiene muy reducida su capacidad de expresar dolor o directamente no puede? Lo que se hace es utilizar una cámara que se aplica luego a un robot de inteligencia artificial que determina cara tras cara si es un gesto que manifiesta dolor y de qué intensidad”, continúa Bárez. “Grabamos la cara en una situación basal y en una situación con dolor y luego preguntamos al enfermo sobre el nivel del dolor. Y a posteriori vemos si el ordenador nos determina el dolor del paciente y si la intensidad que le asigna es la misma o muy diferente a la que el enfermo refiere. Con esto se consigue educar a la computadora de inteligencia artificial”, señala.

Base de datos El doctor Bárez también especifica que la máquina coteja las grabaciones “porque trabaja sobre base de datos de pacientes de todas las razas. Aunque aquí lo que se pretende estudiar es cuánto es aplicable a los pacientes alaveses que son, en este caso, el objeto de estudio”.

El hecho de que sean estos dos hospitales alaveses los que estén validando el funcionamiento de este aparato de inteligencia artificial se debe a que la idea partió del Hospital Psiquiátrico de Araba. Sin embargo, lo que ahora es un proyecto de investigación, podría extenderse al resto de hospitales de Osakidetza.

La intención última es disponer de una herramienta que automatice un valor a la intensidad de dolor que sufre el paciente, integre la información con la historia clínica del paciente y monitorice ese dolor en una escala del 0 al 10, dando respuesta a sus necesidades, y a las expectativas de ellos y sus familiares, siendo extrapolable a otros hospitales, centros de día, residencias etc. Una herramienta informática expuesta en el Congreso de la Sociedad Española de Calidad Asistencial recién celebrado.

De hecho, en el futuro, miles y miles de pacientes podrían beneficiarse de un diagnóstico del que en la actualidad no se dispone. “Todo esto servirá para diagnosticar procesos de dolor en pacientes que no tienen capacidad de contarlo, por ejemplo, un recién nacido o un gran quemado intubado en el Hospital de Cruces, que además está sedado. Aquí tenemos que ver si los gestos que hace en un momento dado determinan que eso es dolor y no esperar a otros signos como el aumento de la frecuencia cardiaca, la subida de la tensión arterial... para tener que medicarlo más”, indica Enrique Bárez quien, sin embargo, aclara que “en estos momentos no se está probando en estos estadios porque todavía estamos en la fase inicial de objetivar que lo que dice la máquina coincide con lo que verbalizan los pacientes”.

Por ello, ahora se está trabajando con personas que aceptan ser grabadas. “Son pacientes que pueden llegar con un dolor de base y a los que, por ejemplo, les vamos a hacer un tratamiento invasivo como una infiltración y van a registrar un dolor extra de manera puntual. Hemos hecho grabaciones sobre unos cien pacientes, que son lo que nos han pedido los ingenieros informáticos”, concluye Enrique Bárez.