GASTEIZ. Waxman se encuentra estos días en Euskadi, donde se reunirá mañana con el lehendakari, Iñigo Urkullu; con la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, y con los grupos de la Cámara para después desplazarse a Madrid y ser recibido por el Colegio de Procuradores, Amnistía Internacional y los grupos del Senado.

En una entrevista con Efe, Waxman se confiesa "optimista" de cara a este nuevo juicio porque el equipo de la defensa -integrado por cuatro letrados- ha trabajado "muy duro" y porque "hay grandes problemas en todas las pruebas de la Fiscalía".

Asegura además que existen "fuertes evidencias de que Pablo estaba en otro lugar" cuando se cometió el triple asesinato y se muestra convencido de que su equipo hará "un buen trabajo, lo que debería dar como resultado que el jurado le halle no culpable".

Los hechos por los que a partir del 5 de marzo juzgarán de nuevo a Ibar se remontan a 1994, cuando fueron asesinados Casimir Sucharsky, dueño de un club nocturno, y las modelos Sharon Anderson y Marie Rogers.

En 2000, la justicia estadounidense condenó a Ibar a muerte como autor de los crímenes, junto a su amigo Seth Peñalver, que fue absuelto tras recurrir su condena y repetirse su juicio.

Pablo Ibar, nacido en 1972 en Fort Lauderdale, es sobrino del fallecido boxeador vasco José Manuel Ibar, "Urtain", y su padre, Cándido Ibar Aspiazu, emigró a Estados Unidos.

Tras pasar 23 años en la cárcel, 15 de ellos en el corredor de la muerte, es consciente de lo que se juega en este nuevo juicio. Está "nervioso" y, aunque "tiene días buenos y malos, y en algunos momentos se siente desesperado, en general está esperanzado", señala.

"Sabe que hemos trabajado muy duro para preparar el juicio", dice Waxman, que después de diez años al frente de su defensa tiene una relación "muy fuerte y cercana" con él y un gran compromiso con su caso. "Sentimos que estamos juntos en esta batalla", resume.

Con ese mismo talante encaran el nuevo juicio los allegados de Ibar, una familia "muy fuerte y resistente" que "sabe lo importante que es este juicio", en el que Waxman y su equipo se centrarán en demostrar que no estaba en el lugar de los hechos y que por tanto "tiene coartada", así como en refutar las pruebas del Estado porque todas "son débiles y pueden ser cuestionadas".

Waxman confía en poder "neutralizar" la declaración de dos testigos que lo sitúan en la escena del crimen, en un caso porque la identificación fue "muy sugerida" y en otro por tratarse de un consumidor habitual de drogas cuyo testimonio quedará, según dice, "desacreditado", como ya ocurrió en el segundo juicio al otro acusado, que fue absuelto.

El abogado de Ibar asegura que no es habitual en la justicia de Estados Unidos casos como este, tan prolongados en el tiempo y con decisiones judiciales que cuestionan las pruebas presentadas por el Estado.

Matiza sin embargo que en los últimos años se han revisado más de 25 condenas a muerte porque "después de todo el proceso" se han evidenciado "errores fundamentales", algo que ha ocurrido sobre todo en Florida (donde juzgan a Ibar) por ser uno de los estados con más penas de muerte, lo que ha multiplicado la "atención pública" hacia estos procesos.

Waxman recuerda además que Ibar es el único sospechoso del triple asesinato y lamenta que "24 años después de los hechos desgraciadamente toda esperanza de encontrar a los verdaderos culpables hace tiempo que se desvaneció". Afirma además que su cliente y su entorno "sienten el dolor de las familias" de las víctimas.

Para sufragar los gastos de la defensa de Ibar, estimados en 1,3 millones de dólares (1,1 millones de euros) la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar puso en marcha en junio una campaña de microfinanciación.

Según ha explicado hoy el portavoz de esta agrupación, Andrés Krakenberger, aún quedan por recaudar 325.000 euros. Ha animado por tanto a colaborar, también con cantidades pequeñas, porque toda ayuda es "bienvenida".