Nueva York - El pequeño grupo de alumnos que se reúne semanalmente en la Universidad de Columbia para avanzar en el conocimiento del euskera es tan variopinto, como las razones que les llevaron a estudiar la lengua vasca.
“En 1998, compré un CD que contenía una canción de Negu Gorriak. Fue entonces cuando me apasioné por el euskera. Estudié el idioma durante diez años con un libro de gramática y luego comencé con las clases. No me parece una lengua difícil, sino diferente”, comenta Vito Havrilla, un alumno nacido en Nueva Jersey.
Otras personas acuden a estas clases para volver a adquirir la destreza lingüística que perdieron con el paso de los años, como Ana Mari Agirre, neoyorkina de origen vasco. “Mis abuelos inmigraron de Bizkaia a Estados Unidos. De pequeña hablaba euskera, pero todo cambió cuando empecé el colegio. El primer día de clase llegué a casa llorando porque no había podido jugar con los otros niños pues no entendía lo que decían. Pedí a mis padres que me hablarán sólo en inglés. A partir de ese momento, a base de no usar el euskera, perdí la que, en un principio, fue mi lengua materna”, relata Agirre.
Hace diez años, Pierce Force, que es profesor de Literatura Francesa en la misma Universidad de Columbia, compró una residencia de verano en Iparralde, que es el lugar de nacimiento de su madre. “Quiero hablar euskera para charlar con mis vecinos. Además de las clases en Nueva York, he participado en dos cursos intensivos de euskera en dialecto de Zuberoa. Me fascina estudiar las diferencias y la riqueza del idioma”, explica el profesor de origen vascofrancés.
Un hobby gratificante Para el riojano y profesor de Neurobiología Rafael Yuste aprender euskera es su hobby y su pasión. “Llevo años estudiando el idioma -dice- y cuanto más lo estudio, más me gusta”. “Es una joya de idioma con muchísima riqueza. Me encanta la precisión de su gramática y cómo, con el euskera, se toca el mundo más directamente. Sólo por entender parte de las canciones de bertsolaritza ya me merece la pena el esfuerzo que supone estudiar el idioma”, concluye Rafael Yuste. - N.Gonzalo