Donostia - Miren ha olvidado casi todo lo que hizo ayer pero tiene perfectamente grabados recuerdos de hace 45 años. En Euskadi ya hay más de 60.000 pacientes de Alzheimer y la enfermedad repercute en la vida de, al menos, 240.000 familiares y cuidadores. El Alzheimer es el mayor reto de la medicina porque el progresivo envejecimiento de la población provocará que la sociedad se enfrente a un problema que puede adquirir rango de epidemia en los próximos años. De hecho, con el aumento de la esperanza de vida, en 2040 la cifra de enfermos se habrá duplicado, según se pone de manifiesto con motivo del Día Mundial del Alzheimer que se celebra hoy.

En la carrera contrarreloj que supone la búsqueda de un tratamiento eficaz, doscientos vascos participan en el estudio europeo EPAD que trata de probar fármacos en personas sanas que tienen las proteínas tóxicas que enferman el cerebro y hacen posible esta enfermedad del olvido pero que aún no han desarrollado los síntomas.

“Estudiamos las fases preclínicas muy incipientes de la enfermedad para probar fármacos y ver cómo éstos cambian su evolución. Vamos a reclutar en el País Vasco más de 200 voluntarios. La detección de las fases preclínicas ya se ha realizado porque llevamos siete años trabajando en el proyecto, pero lo que hace falta es montar una gran cohorte de gente para modelizar la evolución de la dolencia y experimentar con los fármacos”, explica Pablo Martínez-Lage, director científico de Cita Alzheimer de Donostia, una institución de referencia en la investigación en la enfermedad.

En un primer estudio de aproximación realizado en Deba, se concluyó que un 20% de la población vasca tiene índices de riesgo elevado de padecer alguna demencia. “Hemos aplicado por primera vez un índice de riesgo de demencia que se calcula teniendo en cuenta la edad, masa corporal, actividad física, colesterol, hipertensión... El estudio poblacional en Deba nos ha revelado que un 20% tiene índices altos, que quiere decir que hay recorrido para la labor preventiva y para tomar medidas como hacer entrenamiento cognitivo, cuidar la dieta o hacer ejercicio”, explica Martínez-Lage.

No hay que olvidar que solo en el Estado español se detectan cada año unos 40.000 nuevos casos de Alzheimer pero pese a ello, según calcula la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre un 30 y 40% de todos ellos están sin diagnosticar, cifra que se eleva hasta a un 80% de los estadios más leves. “A pesar de que las quejas de memoria son uno de los principales motivos de consulta neurológica existe un infradiagnóstico llamativo de los casos de demencia, sobre todo en estadios leves”, destacó ayer Sagrario Manzano, quien subrayó las dimensiones del fenómeno. “En los últimos 30 años la proporción de personas mayores de 65 años ha aumentado considerablemente, y también el número de enfermedades neurodegenerativas crónicas, especialmente las demencias. Además, España es uno de los países del mundo con mayor proporción de enfermos de demencia entre su población de más de 60 años”, según Manzano.

El neurólogo y especialista en Alzheimer de la Policlínica Gipuzkoa, Gurutz Linazasoro, considera que “está en nuestra mano cuidar nuestro cerebro”, y asegura que tener un estilo de vida saludable y activo es “la mejor receta para un cerebro sano”. Recomienda, en este sentido, tener actividad social, salir, relacionarse, reducir el estrés, evitar la rutina, hacer ejercicio físico, llevar a cabo una dieta mediterránea, “tener a raya” enfermedades como la diabetes, eliminar el tabaco y dormir siete horas porque, según apunta, “el sueño reparador es básico para que el cerebro se enfríe, resetee y consolide recuerdos”. “Tener curiosidad para estimular el cerebro, ser optimista y comer chocolate” son otros de los factores saludables.

Linazasoro explica que se ha constatado que “los primeros cambios” en el cerebro se dan 20 o 25 años antes de que se den “los primeros síntomas” de la enfermedad. “El reto ahora, y los estudios que estamos llevando a cabo van en esa dirección, es conseguir identificar a las personas en riesgo y ofrecer unos fármacos que frenarían o retrasarían la evolución de la enfermedad”, añade.

A la espera de que la comunidad científica consiga encontrar un tratamiento curativo para la enfermedad, la SEN recuerda que la clave está en intentar abordarla en sus primeras fases dado que existen fármacos que consiguen mantener durante un tiempo el estado neuropsicológico y funcional del paciente.