Si no me acuerdo de nombres comunes o se me olvida alguna palabra. ¿Debo preocuparme?
-No. Todos tenemos fallos de memoria. Y que no recuerdes algo puntual, el nombre de alguna persona, de una actriz por ejemplo, una fecha, una palabra rebuscada, solo son fallos de memoria que no deben preocupar. Lo que debe preocupar es el olvido de las cosas cotidianas. El no acordarse de lo que uno ha hecho el día anterior, pero no una vez, sino día tras día.
¿Qué pequeños detalles nos pueden hacer pensar que estamos sufriendo una demencia?
-Los síntomas de alarma hacen referencia al fallo de memoria cotidiano y persistente de cosas recientes, de lo que a uno le acaban de decir, de lo que acaba de hacer, de un recado que le han dado... pero día tras día. Eso se traduce también en repetirse mucho, en preguntar lo mismo varias veces, en despistarse con las fechas, en no saber el día que es. Cuando empiezan a fallar las palabras habituales y la gente empieza a usar eso de este cacharro, aquel chisme... También un síntoma incipiente es el cambio de carácter y la apatía, perder interés por las cosas.
¿Es frecuente la desorientación?
-Sí, hay un problema cuando a alguien que se le saca de casa o se le lleva de vacaciones se despista con el cambio de entorno. También cuando empieza a tener dificultades para manejarse con sus asuntos económicos personales, con las gestiones bancarias etc...
¿Por qué los enfermos no saben si se acaban de dejar el horno encendido y sin embargo se acuerdan de cosas que han pasado hace treinta años?
-Porque las memorias remotas están muy bien fijadas en el cerebro y el Alzheimer solo afecta a esa memoria cuando está muy avanzado. En su fase más incipiente, el Azheimer afecta a la entrada de información al cerebro, no a la que ya está almacenada.
Usted dice que es una enfermedad democrática porque afecta a todos los niveles sociales.
-Sí, afecta a cualquier persona, a cualquier raza,y a cualquiera por encima de los 60 años. Y tenemos como ejemplos a los presidentes Suárez, o Maragall. Aunque es cierto que las personas con un nivel educativo y económico más bajo pueden tener más riesgo, pero eso tiene relación con el hecho de tener peor acceso a los cuidados.
O sea, que se haya ejercitado el cerebro no te salva.
-No, solo te reduce el riesgo, pero no lo elimina. Haber desarrollado una actividad intelectual elevada es solo un factor protector.
¿Seguimos lejos de su curación?
-No soy partidario de adivinar el futuro de los tratamientos. Ahora, los conocimientos científicos permiten diseñar dianas terapéuticas y nuevos fármacos que van dirigidos contra los mecanismos de la enfermedad. Creo que estamos lejos de tener un tratamiento que cure el Alzheimer pero no estamos lejos de diagnosticarlo pronto, de tratarlo mejor con los fármacos que ya tenemos, y que eso se traduzca en una mejor calidad de vida. Sin embargo, el trabajo en investigación es tan grande que la esperanza de conseguir su curación siempre está ahí.
Lo peor es que estamos ante una enfermedad en franca expansión porque cada vez vivimos más.
-Sí, ese es el problema. No es que cada vez haya más Alzheimer porque los últimos estudios están diciendo que incluso hay menos que hace 30 años. Pero como la población envejece, el número de personas con riesgo de padecer la enfermedad va a crecer muchísimo. Incluso se va a doblar en veinte años. De hecho, ahora ya una de cada diez personas mayores de 65 años tiene alguna demencia.
¿Hay algún factor hereditario detrás del Alzheimer?
-No es hereditario pero hay algunas formas raras de la enfermedad, menos del 1%, que tienen un componente genético claro que se transmite de padres a hijos. En el 99% hay determinados factores genéticos de riesgo pero no son determinantes.
¿A más años, más riesgo de tener Alzheimer? ¿Es más fácil sufrirlo si se vive hasta los 90 que hasta los 70?
-La prevalencia de la enfermedad empieza a crecer por encima de los 65 años. Y por cada quinquenio esas cifras se van doblando. Pero a partir de los 90 o 95 años no siguen aumentando. ¿Por qué? La interpretación es que hay una franja de edad entre los 65 y los 90 donde el cerebro está en riesgo de tener la enfermedad pero las personas que llegan a los 95 probablemetne tienen una serie de factores protectores.