No llevan dinamita en su interior, pero lo parece. En el plazo de apenas dos semanas, los móviles BQ Aquaris de una vizcaína y un guipuzcoano han estallado en llamas dentro de sus propios bolsillos. Concretamente, a Xabier, donostiarra, le comenzó a arder el dispositivo mientras iba en moto y tuvo que detenerse y quitarse los pantalones en medio de la calle para no sufrir quemaduras. Pese a lo sonado de la historia, tanto los expertos como la propia marca española de telefonía móvil aseguran que se trata de casos aislados, anómalos, ya que según los datos aportados por esta última la probabilidad de que esto suceda es menor del 0,001%. ¿Pero por qué explotan?

El elemento principal que produce estas combustiones espontáneas es la batería de litio. Utilizadas desde 1991, cuando Sony las introdujo, a lo largo de los años han sido numerosas las evoluciones para hacer dicho metal más estable, así como los mecanismos de seguridad para evitar estas explosiones. Sin embargo, pese a los esfuerzos, este componente continua siendo relativamente inestable. “De ahí que si falla algo en el proceso de recarga, alimentación o sobreexposición al calor, el dispositivo pueda explotar”, explica Álex Rayón, director del Programa en Big Data y Business Intelligence de la Universidad de Deusto.

A día de hoy, los expertos enumeran tres factores que favorecen la combustión espontánea de los móviles. El primero sería la sobrecarga, algo bastante común, por ejemplo, en aquellos usuarios que dejan cargando el celular durante toda la noche. “No tendría por qué pasar dado que los dispositivos móviles tienen mecanismos de control de seguridad para cortocircuitar la carga, pero no es recomendable cargarlos más de 2 ó 3 horas seguidas”, asegura Rayón.

Precisamente, en la primera década de los 2000 acaecieron bastantes explosiones porque todavía no había tantos mecanismos de corto-cargas. Además, por entonces dichas medidas de control funcionaban por software en vez de manera electrónica, que es más segura.

no oficiales Otro factor que también influye es la recarga de un dispositivo oficial mediante cargadores no homologados para ello. Según Rayón, el auge de las plataformas de comercio electrónico -como Amazon, Ebay o Ali Express- ha hecho que ahora se adquieran cargadores no oficiales porque resultan más baratos que aquellos homologados. “La gente piensa: ¿Para qué me voy a gastar 30 euros en algo que puedo conseguir por 5?”.

En el caso concreto del BQ Aquaris, la propia empresa indica en su blog que actualmente se comercializan baterías que pretenden pasar por repuestos originales que, en apariencia, pueden resultar muy similares, pero que en realidad no lo son. En otros, apunta que en las copias los espadines del ánodo y el cátodo de la celda están colocados en diferentes posiciones, más separados entre ellos. Asimismo, también señala que la tensión máxima entre la batería homologada y la copia varían, lo que puede derivar en una sobretensión o sobrecarga de la batería. “No podemos en ningún caso garantizar que estas baterías cumplan con las normativas vigentes ni con nuestros requisitos de fiabilidad y seguridad”, alude BQ.

Por último, el tercer factor es el riesgo al que están expuestos a día de hoy los dispositivos móviles. “Ahora los utilizamos para todo y cada vez los dejamos en sitios con más riesgo”, asegura Rayón. Sobre todo, remarca la exposición a temperaturas extremas, tanto de calor como frío. “A mí me sorprende que en la playa no pase más”.

Y por supuestos, la combinación de estos factores multiplican las probabilidades. “Un móvil con una llamada entrante conectado a un cargador no homologado y colocado en el salpicadero de un coche en marcha durante un día de calor es la bomba perfecta”, sentencia Rayón.

Primero, porque al estar en movimiento con una llamada entrante el dispositivo consume más energía explorando antenas con las que triangularse y se recalienta al esforzarse en buscar una conectividad adecuada. Segundo, porque el cargador no homologado predispone más a una sobrecarga o sobretensión. Y si a ello, además, se le suma estar directamente expuesto al sol en el salpicadero de vehículo, la temperatura del móvil puede sobrepasar los mecanismos de seguridad y estallar en llamas.

Las consecuencias de estas combustiones espontáneas no son nada desdeñables, ya que pueden producir los mismos perjuicios que cualquier otro dispositivo inflamable: desde quemaduras puntuales hasta incendios, en el caso de que el móvil, por ejemplo, se deposite sobre una superficie de madera y estalle en llamas sin que el usuario se dé cuenta hasta que sea demasiado tarde.

Casos asilados Sin embargo, en opinión de Rayón no es algo por lo que haya que alarmarse. “Son muy aislados los casos de este fenómeno. Que haya pasado dos veces en Euskadi con dos dispositivos diferentes es anómalo”. Admite que es probable que ahora ocurra más que antes, porque el número de dispositivos móviles por ciudadano ha crecido mucho en los últimos años -en el Estado español, se calcula que hay dos celulares por persona-, pero la probabilidad de que estallen en llamas es menor del 0,001%. Eso sí: puede darse en cualquier marca -Sony, LG, Huawei, Apple, Fitbit, Motorola, Xiaomi, etc...-, porque en gran medida este fenómeno no depende de los fabricantes, sino del componente químico que se utiliza para las baterías.

Un incidente no tan aislado y que no responde a esta casuística fue el de Samsung, concretamente el de su modelo Galaxy Note 7 de 2016. Fruto de un defecto de fabricación reconocido por la propia empresa surcoreana, esta versión estaba dotada de una batería más grande con una mayor velocidad de carga. El objetivo: en un sector tan competitivo como el de la telefonía móvil, aventajar al iPhone de Apple. Sin embargo, los ingenieros de la nueva batería no se percataron a tiempo de que el nuevo diseño no cabía en el espacio habilitado para ello, pudiendo así la carcasa exterior del móvil generar cortocircuitos.

En agosto salió el citado modelo al mercado. Pocos días después, comenzaron a circular por Internet vídeos en los que la batería explotaba o ardía. A finales de mes, estos se multiplicaban a gran velocidad, hasta que en septiembre Samsung anunciaba en Seúl que reemplazaría los 2,5 millones de dispositivos vendidos hasta la fecha. 1.340 millones de dólares de coste por la retirada.

Las baterías de dispositivos móviles de aquí a 10 años serán igual de seguras que las pilas, según los expertos, pero de momento, y para prevenir la combustión espontánea de los celulares, Rayón recomienda tener cuidado con los cargadores que se utilizan y no exponer estos aparatos a temperaturas extremas. “La gente piense que el móvil es el dispositivo perfecto, pero no lo es”.

Sobrecarga. El primer factor de riesgo sería la sobrecarga, algo bastante común, por ejemplo, en aquellos usuarios que dejan cargando el celular durante toda la noche y que durante la primera década de los 2000 produjo numerosas combustiones espontáneas de dispositivos móviles. “No tendría por qué pasar dado que los dispositivos móviles tienen mecanismos de control de seguridad para cortocircuitar la carga, pero no es recomendable cargarlos más de 2 o 3 horas seguidas”, asegura Álex Rayón.

No homologados. Otro factor que también influye es la recarga de un dispositivo oficial mediante cargadores no homologados para ello. “No podemos en ningún caso garantizar que estas baterías cumplan con las normativas vigentes ni con nuestros requisitos de fiabilidad y seguridad”, alude BQ.

Exposición. El tercer factor es el riesgo al que están expuestos a día de hoy los dispositivos móviles. “Ahora los utilizamos para todo y cada vez los dejamos en sitios más con más riesgo”, asegura Rayón. Sobre todo, remarca la exposición a temperaturas extremas, tanto de calor como frío. “A mí me sorprende que en la playa no pase más”.

Combinación. Y por supuestos, la combinación de estos factores multiplican las probabilidades de que un móvil estalle en llamas.