Descenso de las agresiones sexistas, más de 3.500 agentes de policía uniformados o de incógnito velando por unas fiestas en igualdad, acompañamiento a las víctimas, una aplicación en el móvil que permite mediante “tres clics” denunciar abusos, un kiosco de información que recibe miles de consultas y un Ayuntamiento que llama a unas fiestas familiares. Todo eso sumado a una mano roja omnipresente por toda la ciudad que simboliza el compromiso de sus vecinos y vecinas contra la violencia. Éste es un resumen de las impresiones que han llamado la atención y han recogido en sus crónicas el puñado de corresponsales extranjeros que se han acercado a la ciudad para narrar en sus medios y explicar a sus audiencias qué ocurre de nuevo en Pamplona durante las fiestas de San Fermín.

No cabe duda que la gigantesca dimensión internacional de los Sanfermines acapara la atención de medios de todo el planeta. Al igual que el Carnaval de Río de Janeiro, el Oktober Fest en Alemania o el Día de San Patricio. Pero no es menos verdad que a menudo esa proyección es efímera, insulsa, superficial y apenas aporta información nueva sobre un evento que anualmente repite el mismo guión. Es difícil distanciarse de la maraña de actos programados, clichés y fotos de agencia que año tras año se repiten machaconamente. Por eso, quizás lo que en 2017 había de nuevo o bueno y que ha despertado el interés de medios como el diario londinense The Guardian, el irlandés Irish Times, el periódico católico francés La Croix, Tribune de Geneve o la radio France24 ha sido la movilización de la ciudad contra la violencia machista. También otros tantos medios -australianos como 9news o digitales como Le Parisien TV - lo han tratado de forma secundaria.

Sobre este asunto, la mayoría de las publicaciones incluyen declaraciones del alcalde Joseba Asiron, de la concejala de Igualdad Laura Berro, de visitantes y participantes en las fiestas, agentes de Policía Municipal o colectivos feministas. Algunos artículos recuerdan dramáticos episodios como la violación en grupo en 2016 o el asesinato de Nagore Laffage en 2008; que marcaron un punto de inflexión en la historia reciente de las fiestas. Pero lo que subrayan titulares y subtítulos de forma positiva es que Pamplona ha tenido la capacidad de reinventarse y ser vanguardista en este asunto. Así lo describía en su crónica del día 6 de julio el periodista irlandés Guy Hedgecoe que explicaba que de la misma forma que Pamplona innovó aplicando antideslizante en sus calles para mejorar la seguridad de los corredores en su ancestral encierro, era ahora pionera en implementar un plan contra los ataques sexistas. Y elogia con admiración el desarrollo de una aplicación para móviles multilingüe con la que denunciar agresiones, la videovigilancia o la rápida actuación policial. El irlandés desmonta en su crónica la hedonística visión de una ciudad de machos que corren el encierro, beben y se pasean mujeres en top-less. Culpa de ello, ¡cómo no!, a Hemingway y asegura citando al alcalde que ésa no es la imagen de las fiestas de la ciudad.

El corresponsal en Madrid de TheGuardian, Sam Jones, prefirió esperar al día 12 de julio para publicar y hacer balance. El británico puso el acento en el acierto de la campaña municipal sobre todo en términos de concienciación y en la lucha no solo contra agresiones sino también contra mensajes misóginos: relata la retirada de chapas, pins y camisetas con lemas sexistas. También se hacía eco de esto France24 en su sección web de participación ciudadana Les Observateurs que se publica en inglés, francés, árabe y persa.

Otros medios, como Les echos reflejaban que Pamplona, a pesar de muchas dificultades logísticas, debe ser un ejemplo en la gestión de este asunto para otros festivales como Bravalla, en Suecia, o las fiestas de la vecina ciudad labortana de Baiona.

Ante todo, lo que se ha proyectado en muchas de estas crónicas es una imagen de compromiso social en la ciudad. Así lo describe Valèrie Demon, periodista francesa del centenario diario La Croix, recordando que esta es una campaña de largo alcance que ya comenzó en 2014, que está presente en muchos ámbitos e involucra a colectivos feministas y vecinos que siguen reclamando más concienciación y educación. Y que decir no, es no. En todos los idiomas.