Cuántas veces soñamos con poder volar. Cuántas con poder ver qué hay en las copas de los árboles, ahí arriba donde sólo los pájaros pueden llegar. A día de hoy, gracias a los drones, se puede. Diego de la Fuente, más conocido por su apodo Mazin, piloto de carreras de drones desde hace apenas 9 meses, explica que pilotar uno de ellos es “como si tu mente se despegara del cuerpo”, llegando incluso a agacharte debido “a la inercia de estar volando debajo de árboles”.
En su vigésimo quinta edición, la Euskal Encounter ha establecido en uno de sus pabellones un circuito de drones de 3.200 metros cuadrados que alberga carreras de pilotos, demostraciones de profesionales y talleres formativos. Allí, con unas gafas que dan la visión del drone que está volando dando vueltas al circuito, practicando de cara a la carrera de la tarde, encontramos a Mazin. No ha hecho ningún curso, pero se considera “un buen piloto”. Aunque confiesa que sigue rompiendo tantas o más piezas que cuando empezó. Se ha acercado a la gran party informática para dar a conocer su pasión: los drones de carreras.
Según cuenta, el encanto de este hobby es poder sentir la adrenalina de volar en primera persona “seas quien seas”. “Es muy accesible. No hay límite de edad ni de condición. Pilota gente en silla de ruedas que se pone unas gafas y vuela. Eso es una maravilla”, confiesa entusiasmado, sus ojos y su tono al hablar no deja lugar a dudas de que lo suyo con los drones es pura pasión.
Eventos Mazin cree que los drones de carreras “tienen mucho futuro”, ya que “se están haciendo grandes eventos y hay una cuota bastante alta de público viendo por televisión”. Sin embargo, critica que muchos de los organizadores de estos eventos solo piensan en “beneficios lucrativos”. “Muchas veces se piensan que es el piloto quien tiene que hacer todo, y no es así. El organizador tiene que hacer lo posible para que el piloto disfrute. Nosotros ponemos el drone, nos pagamos el viaje, e incluso pagamos una entrada. Qué menos que el seguro lo pongan ellos, ¿no? Pues ni siquiera eso, muchas veces nos lo mandan poner a nosotros. Si ocurre algo, el organizador debería hacerse cargo de lo sucedido”, sentencia con firmeza. Asegura que es una práctica en auge, y que “las cosas no deberían empezar así”.
El piloto considera que las carreras de drones dan algo único a “la gente de a pie”: la sensación de ver en primera persona (FPV, por sus siglas en inglés). “Lo habitual es que la gente se aburra si solo lo ve volar, pero cuando te pones unas gafas y tú eres el drone que está volando, la cosa se vuelve interesante”, asegura. “Hay que retransmitirlo para que vean lo que ven los pilotos”. Esto es algo que los curiosos que se han acercado a la zona de drones en la Euskal Encounter han podido disfrutar, ya que las imágenes de las gafas de los pilotos se proyectan en una pantalla. “Es puro espectáculo. Los trompazos que nos damos son grandes y la gente se lleva las manos a la cabeza”, confiesa riendo.
Las innovaciones tecnológicas cada vez son más rápidas y según explica Mazin, es algo que “beneficia el mundo del drone”. “Ésta práctica se ha hecho conocida, entonces han entrado empresas que han abaratado los precios. Además, salen novedades tecnológicas cada muy poco tiempo, por lo que la velocidad de los drones aumenta, el peso de sus piezas baja y la calidad de las gafas mejora”, explica.