BILBAO - Qué hacer con los niños en verano es la comedura de cabeza de muchas familias. En varios casos las opciones son campamentos o abuelos pero en muchos otros casos no hay más opción que dejar a los niños solos. Natalia Alonso, doctora en Psicología por la Universidad del País Vasco y pedagoga, afirma que la desprotección de los niños de las familias que no tienen opción tendrá “un coste social”.

Llega el verano y los padres y las madres tienen que dejar a sus hijos o con los abuelos, o en campamentos... Esto trae muchos quebraderos de cabeza en las familias, ¿verdad?

-En principio lo que supone para las familias es una gran preocupación porque hay que tomar la decisión de qué hacer con ellos. A veces los padres saben que las necesidades de los niños y niñas no las van a poder atender ellos por completo ya que no podrán pasar todo el tiempo que desearían junto a sus hijos. Pero también hay veces en las que supone un alivio o alegría saber que los niños van a tener mucho tiempo de ocio y de disfrute lejos de la rutina que muchos aborrecen.

Ese disfrute del que hablas hay niños que lo pasan en campamentos que en muchas ocasiones son para reforzar idiomas. ¿No deberían tener un tiempo para desconectar de los estudios?

-Los campamentos llevan a cabo actividades muy lúdicas para reforzar. Yo creo que es muy sano que los niños y las niñas salgan de lo puramente académico y que se centren más en lo lúdico cuando en ciertas edades eso se ha dejado a un lado. Yo no creo que haya problema en que vayan a un campamento de inglés siempre que la idea se lleve a cabo de forma lúdica para los niños en la que disfruten, desarrollen múltiples áreas como pueden ser académicas, sociales o de desarrollo personal por ejemplo. Muchas veces estar alejado del control paterno les ayuda a ver que son capaces de hacer un montón de cosas más allá de los etxeko lanak o de lo que se les pide en la escuela habitualmente.

Hace no mucho cuando acababa el curso escolar los niños colgaban el uniforme y empezaba la mejor época del año, todo el día en la calle. Ahora existe un gran miedo a que los niños se aburran...

-El aburrimiento es una necesidad humana. Últimamente han salido muchos estudios que corroboran que aburrirse proporciona el valor para conseguir generar propuestas con el fin de superar ese momento. Es muy sano ya que te hace crear opciones nuevas para poder potenciar tu desarrollo, para generar opciones creativas o vincularte mejor con tu entorno, con tus compañeros. Muchas veces el miedo a que los niños se aburran se traduce a una preocupación de si estarán haciendo lo adecuado estando solos.

Es innegable que los abuelos constituyen una parte esencial para el cuidado de los niños durante el periodo vacacional, ¿puede esto tener algún efecto en el comportamiento de los niños?

-Claro. Si pasan mucho tiempo con un referente educativo más permisivo, los niños, como haría cualquier adulto, se acostumbrarán a lo que viven. Durante dos meses y medio viven una vida a la que al final se acaban haciendo y si además esta vida les da más libertad que la habitual, se acostumbran mejor. De todas formas, estar con los abuelos tiene muchos aspectos positivos.

¿Por ejemplo?

-La relación nieto-abuelo es una relacción muy sana dada la brecha generacional, tanto los abuelos como los niños disfrutan y además ayuda a que ambos abran la mente.

Un campamento cuesta dinero, y hay familias que no pueden dejar de trabajar, no pueden afrontar el coste y no tienen una red familiar que les apoye...

-Es una verdadera barbaridad que realmente haya familias que no pueden dejar de trabajar, que no tienen una persona de confianza con la que dejar a los niños y que además o no pueden afrontar el pago de un campamento o no tienen plazas en uno público. Es una realidad muy presente pero terrible en la que niños de 8 o 10 años o a veces más pequeños pasan tantas horas solos. Antes el referente venía de la comunidad, del pueblo, del barrio, del sitio en el que estaba el niño.

¿Qué alternativas propone?

-Debería haber más opciones para esas situaciones. Los últimos años se han reducido las tasas de los campamentos financiados por ayuntamientos, Pero ahí tendría que haber una mayor inversión para que no haya casos así. Esta situación a corto o largo plazo, va a tener un coste social.