Pamplona - El arquitecto navarro Leandro Pérez Cadarso, de 32 años, que fue sido detenido y permaneció cuarenta días encarcelado en Estados Unidos por haber hecho constar en su petición de visado que había realizado hace seis años un viaje turístico a Siria acompañado de algunos familiares. Pérez, que se encuentra en este momento en Pamplona, emigró hace cuatro años a México buscando oportunidades laborales, explicó a Efe este arquitecto navarro, que está cursando un máster en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Internacional de La Rioja.
La odisea de este joven navarro comenzó el pasado 23 de abril cuando, al tener unos días libres en México, decidió cruzar la frontera, como había hecho en otras ocasiones, y visitar la ciudad de San Diego. Al rellenar en internet el cuestionario del visado, en el que han cambiado algunas preguntas con la nueva administración Trump, respondió que sí había estado en el pasado en Siria. En concreto, relató, de finales de abril a primeros de mayo de 2011 estuvo de vacaciones en Siria y Líbano junto a sus padres, su hermana y una tía. Automáticamente, apareció en la pantalla del ordenador un mensaje en el que se le informaba de que el visado había sido denegado, aunque Pérez, al tener el vuelo y el alojamiento ya reservado y pagado, decidió probar suerte, pensando que el mayor contratiempo sería que le denegasen la entrada en Estados Unidos. La sorpresa vino cuando, en la aduana de San Diego, le hicieron pasar a una sala donde fue esposado y detenido y pasó 72 horas en un pequeño calabozo conocido como “la hielera”, porque “tienen el aire acondicionado y la luz a tope”, indicó. Así, “hacinados, de mala manera”, permaneció tres días en el calabozo junto a otras personas detenidas, hasta que, vestido con un mono naranja y encadenado de pies y manos, le trasladaron a la prisión de Caléxico, la localidad estadounidense “gemela” a la mexicana de Mexicali. “Cuando te ves así, te recuerda a estos prisioneros de Guantánamo que están perdidísimos, olvidadísimos y en una especie de limbo, de laguna legal que te da mucho miedo, sobre todo porque no sabes de qué te están acusando”, comento Pérez, que afirmo que llegó a pensar que todo se debía a un error, que se llamaba igual que un narcotraficante o que alguien le había metido droga en la mochila.
Tanto él en la cárcel como su familia en España barajó la posibilidad de contar con asistencia letrada, pero, desde el primer momento, la respuesta de las autoridades estadounidenses fue que “no era recomendable contratar a un abogado, porque no sirve de nada, porque no estoy acusado de nada, no estoy en ningún proceso judicial ni voy a ver al juez”.
No estaba acusado, pero “te están tratando como si fueras el mayor delincuente del mundo”, denunció el navarro, que aseguró que las únicas respuestas que recibía de los funcionarios en la cárcel eran “no es el momento para hacer preguntas”, “nosotros cumplimos con nuestro deber” o “estamos siguiendo el protocolo”. Pérez, rubio y de ojos azules, recuerda que nadie en la cárcel de Caléxico, especializada en presos por temas migratorios, se parecía a él y le miraban “muy raro”, pensando: “¿Qué es lo que habrá hecho este gringo estúpido para estar aquí?” El arquitecto, que se integró sin problemas en el grupo de jóvenes latinos de la cárcel, se dedicó durante su encarcelamiento a ayudar a otros internos, porque “allí absolutamente nadie habla inglés”, un idioma imprescindible para desenvolverse en los procesos judiciales o hacer cualquier trámite oficial.
“Yo estaba feliz de poder dedicar tiempo a eso, a sentirme útil, a echar una mano a la gente y a que el tiempo se me pasara lo más rápido posible”, declaró Pérez, que finalmente fue deportado a España el pasado 1 de junio. Pérez, que por este suceso no podrá regresar a Estados Unidos durante un periodo de cinco años, se queja de ser sancionado sin haber hecho nada malo, pero no tiene “ninguna gana” de volver a ese país. - Efe