vitoria - “Las listas de espera para recibir un órgano en Euskadi tienden a la baja y eso no sucede en ningún lugar del mundo”, declaró ayer Joseba Aranzabal, coordinador de trasplantes de la CAV con motivo del Día del Donante. Así, si hace unos años se contabilizaban aproximadamente unas 250 personas en lista de espera para trasplante renal, en este momento hay exactamente 198, un descenso que también han notado las listas para trasplantes hepáticos, cardiacos o de pulmón. A los enfermos que esperan un injerto renal, el más numeroso, hay que añadir unos 16 de hígado frente a las 30 o 33 de hace unos años, otros seis están a la espera de un corazón y otra docena están pendientes de un pulmón.

Con respecto a los tiempos en lista de espera, Aranzabal aseguró que siete de cada diez pacientes necesitados de un riñón logran ser trasplantados en menos de dos años. En el caso del hígado, alrededor del 75% son trasplantados en menos de 6 meses y la demora todavía es inferior para los pacientes de corazón y pulmón. A pesar de eso, Aranzabal reconoció que aún continúan falleciendo un 5% de los pacientes que esperan un órgano vital.

Los buenos datos esgrimidos ayer son la consecuencia inmediata de la gran cantidad de donantes. En concreto, en Euskadi existe una tasa media de 45 donantes por millón de habitantes que está por encima de la media estatal, (35), o de otros países como Portugal (27), por lo que “la probabilidad de acceder a un trasplante en Euskadi es una de las mejores del mundo”, según dijo.

El coordinador de trasplantes se felicitó asimismo de que en 2016 se trasplantaron en Euskadi 131 órganos por cada millón de habitantes, frente a la media estatal, situada en 104 órganos por millón de población. En concreto, 285 vascos recibieron un órgano. 168 trasplantes fueron renales (un 12,5% de ellos, de donante vivo), 87 hepáticos, nueve pulmonares y 17 cardíacos más cuatro conjuntos de riñón y páncreas.

Aranzabal facilitó los dígitos globales de la última década, asegurando que en estos diez años se han realizado 2.420 intervenciones. Se han trasplantado 1.478 riñones, 690 hígados, 139 corazones y 113 pulmones. Ello ha posibilitado que 4.849 pacientes hayan salvado sus vidas desde el inicio de los programas.

Pese a todo, Euskadi no parece tocar techo y continúa trabajando en la detección de donantes en los hospitales, una medida que se hasta hace unos años se realizaba fundamentalmente en las unidades clínicas de intensivos y reanimación, y que se ha extendido a otros servicios como los de urgencias y las plantas de hospitalización.

Aranzabal consideró que uno de los puntos clave de este éxito es la “absoluta transparencia, basada en criterios absolutamente clínicos e inmunológicos” que poseen los procedimientos y sistemas de la adjudicación de órganos en España.

Desde Alcer se recordó que España lleva siendo líder mundial en donación y trasplantes durante 25 años consecutivos. Así el año pasado volvió a pulverizar su propio récord.

9 de cada diez dicen sí Todo esto es posible gracias a que nueve de cada diez familias dan permiso para realizar la donación. Osakidetza lleva mucho tiempo trabajando en la concienciación ciudadana, sin campañas publicitarias de impacto puntual pero sí en una labor de goteo constante para que la población esté bien informada. Siempre con el criterio de solidaridad y altruismo y huyendo del morbo. Para el Servicio Vasco de Salud, mientras haya pacientes en lista de espera se está obligado a mejorar las tasas de donación y trasplante.

Y es que el cambio de mentalidad es manifiesto y los límites de edad se están diluyendo. De hecho, los donantes son cada vez personas más añosas. La edad del receptor sube y también la de los donantes. Así, en la década de los 80 la edad media estaba en 40 años y, ahora se sitúa sobre los sesenta. Sin embargo, se está potenciando el trasplante de donante vivo ya que es mucho mejor para el enfermo renal porque la caducidad del injerto es mayor que si se tratara de un órgano que pertenece a alguien que ya ha fallecido.

Por ello, Belen Herrera, responsable de Alcer Bizkaia, hace un llamamiento a las instituciones para mejora la cobertura social y laboral de estas personas. El absentismo laboral que suponen las pruebas médicas previas a la intervención quirúrgica y el período de recuperación posterior implican para muchos donantes represalias laborales, que en los casos más extremos ha desembocado en el despido.

El presidente de Alcer, Jesús Molinuevo, manifestó la preocupación de las asociaciones de pacientes trasplantados por los problemas a los que se enfrentan los donantes vivos y pidió al Gobierno “que haga suya” la proposición no de ley del grupo socialista que pide protección sociolaboral para esas personas.