El virus WannaCry ha supuesto un punto de inflexión en la percepción del peligro que encierra el lado oscuro de Internet, un espacio en el que “se pueden comprar armas digitales del calibre de un F-16 o incluso de la bomba nuclear” por el impacto letal que pueden ocasionar en lo económico y en la seguridad.
Es la advertencia de Xabier Mitxelena, vicepresidente de S21, una de las empresas punteras en ciberseguridad en España, con sede en Donostia, y expresidente del Consejo Nacional Consultivo de Ciberseguridad, lleva 18 años tratando de concienciar de la importancia de implementar políticas de prevención para que un virus no arrase en unas horas el trabajo de años.
WannaCry no ha sido el virus que más daños ha causado, pero “su gran virtud reside en que ha sido global, se ha difundido en todos los medios de comunicación y ha fijado la atención. Supone un antes y un después”, señala Mitxelena.
Espera que el efecto no se diluya, como ocurrió tras el incendio de la Torre Windsor de Madrid en 2005, cuando varias empresas que albergaba el rascacielos adoptaron medidas después de ver cómo los datos que almacenaban eran devorados por las llamas.
“Es necesario pasar del ámbito de la alarma” en el que estamos tras la resaca de WannaCry, a contemplar la ciberseguridad “como un hábito”, señala Mitxelena, que recurre al símil médico y afirma que “hay que hacer caso al doctor, seguir sus instrucciones y tomarse la pastilla” que en este caso es “hacer una o dos copias de seguridad, actualizar los sistemas y dejarse aconsejar por profesionales”.
Este tipo de ciberataques ha venido para quedarse. “Son como la gripe, con virus que mutan y que puede hacer mucho daño” porque “existe un riesgo real de un tsunami digital. La tecnología lo hace posible”.
Ya durante el año 2010 Estados Unidos aprovechó los sistemas informáticos vulnerables de instalaciones nucleares iraníes para instalar el programa malicioso Stuxnet, y paralizó la producción de uranio enriquecido del país de los ayatolás, recuerda.
A esta capacidad técnica hay que añadir el cambio de perfil del atacante. “Hace 18 años había lobos solitarios, hackers que encontraban los puntos débiles de las redes, pero todavía no se había conformado el modelo de cibercrimen actual, que ha abordado la transformación digital mucho antes que nosotros”.
Han descubierto que invirtiendo en mejoras de “software”, “porque innovan mucho más que nosotros”, apostilla Mitxelena, pueden alcanzar un mercado “global” y ganar mucho más dinero que en un negocio tradicional.