el nutricionista, farmacéutico y profesor universitario Antonio Murillo espera que la preocupación despertada en los últimos meses por el consumo de aceite de palma “enmascarado en los productos” no sea “una moda pasajera”, aunque “lo que realmente hace falta es que el consumidor se informe adecuadamente”. Murillo es profesor del área de Nutrición Deportiva en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y de Nutrición y Bromatología (estudio de los alimentos, su composición y su relación con la sanidad) en la Universidad de Almería.
En una entrevista, subraya que los nutricionistas, en general, llevaban tiempo “denunciando” la presencia de aceite de palma “en proporciones muy altas en muchos alimentos y de forma enmascarada”. Sin embargo, ha sido en los últimos meses cuando este aceite “ha empezado a salir en las noticias”, tanto por su presencia en alimentos infantiles, revelada a través de redes sociales, como por los efectos que tiene su cultivo para la deforestación en países de África y Asia, “algo que han denunciado los ecologistas”.
La situación ha hecho que grandes cadenas de supermercados plantearan esta semana a sus proveedores que sustituyan, al procesar sus productos, el aceite de palma por otros, como girasol u oliva.
El aceite de palma, explica, está ahora mismo “prácticamente en todos los alimentos procesados que consumimos, directamente o al elaborar sus ingredientes”. Así, se encuentra ese aceite, por ejemplo, en “la bollería industrial, las galletas, las pizzas, los aperitivos, los congelados para freír, los helados, las salsas, los panes de larga duración, las pastillas de caldo, las sopas deshidratadas o los chocolates”, con lo que “casi es más difícil pensar en dónde no hay”. Pero en casi todos los casos, “menos en las pastillas de caldo”, en el mercado hay productos hechos sin aceite de palma, “pero más caros” y “lo primero que hay que asumir es que si no queremos aceite de palma, hay que pagar más por los productos”. Algo que, en su opinión, frenará las pretensiones iniciales de las cadenas de supermercados, que “saben que si se usa el aceite de palma, es por su precio” y porque es “muy fácil de emplear en el procesamiento de alimentos”.
El aceite de palma, detalla, “no es malo en sí mismo” y “tampoco está del todo demostrado que sea cancerígeno”, asegura Murillo, por lo que “no hay que crear alarma”, sino “comer sano, buscar una dieta equilibrada, que la preocupación por lo que compramos no pase de moda e integrar esos productos, muy de vez en cuando, en una forma de comer saludable”.
Murillo añade que el aceite de palma, en un 42%, es un ácido graso similar al de las grasas animales, con lo que “si para una nutrición adecuada y evitar problemas cardiovasculares se recomienda no consumir esas grasas, tampoco hay que tomar aceite de palma en grandes proporciones”. - Efe
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Antonio Murillo desconoce con exactitud el precio al que las industrias compran el aceite de palma, pero, según sus datos, la proporción puede ser de cuatro euros por un litro de aceite de oliva y 40 céntimos por uno de palma.