Donostia - El delegado episcopal de Cáritas Española, Vicente Altaba, ofreció ayer una ponencia sobre los retos que debe abordar la Iglesia en el ámbito sociocaritativo. “Hace falta una mirada profunda y fantasía creadora para ser capaces de ofrecer alternativas innovadoras”, defendió el religioso en el congreso que hoy se clausura en el recinto ferial Ficoba de Irun, con motivo de las bodas de oro de Cáritas Gipuzkoa.
¿Qué opina de la reelección de Ricardo Blázquez como apuesta para liderar la Iglesia española?
-Se ha optado por la continuidad en una linea de moderación. Se ha reconocido el trabajo que ha realizado durante el último mandato. Es un hombre que lo ha hecho bien en un contexto altamente complejo a nivel sociopolítico y eclesial. El Papa Francisco nos está abocando a una permanente renovación y reconversión y, en ese contexto, se ha optado por un hombre fiel a ese mandato, con un talante acogedor.
¿Le ha sorprendido el nombramiento de Antonio Cañizares como vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española?
-Bueno, en la Iglesia no todos piensan igual. Estamos ante un hombre de diferente perfil que viene de otro pontificado en el que ha ostentado puestos relevantes.
¿Su elección supone una vuelta al pasado?
-No lo creo, refleja que en el Episcopado español no todos piensan igual. No creo que haya que pedir una uniformidad total. Existen distintas líneas de pensamiento, y lo que manifiesta la configuración del ejecutivo actual de la Conferencia Episcopal es que los obispos han buscado un equilibrio entre distintas corrientes.
¿La Iglesia española necesita un mayor liderazgo?
-Necesita seguir con mucha más decisión, atrevimiento y valentía la línea marcada por el Papa Francisco. Falta imaginación y una apuesta por las líneas de actuación que viene potenciando el pontífice con su palabra y sus gestos. Tenemos mucho que avanzar, necesitamos convertirnos, tanto los obispos como los sacerdotes y los laicos. Esa renovación, según nos dice Francisco, tiene que venir desde el Evangelio y desde los pobres. Hay que abordar las realidades sociales con mirada profunda y fantasía creadora para descubrir los nuevos rostros de la pobreza y ser capaces de ofrecer alternativas innovadoras.
¿Cuáles son los nuevos rostros de la pobreza?
-Los jóvenes sin trabajo, las familias golpeadas por la crisis. También los ancianos, antes ignorados y ahora explotados. Además podemos hablar de las mujeres afectadas por la penuria económica, la explotación sexual, la trata de personas y la violencia doméstica...
¿Hacen falta nuevas respuestas?
-Sí. Estamos en un momento de transición en el que la realidad social está cambiando, y con ella las políticas sociales. Cáritas se tiene que resituar y está claro que no podemos seguir dando las respuestas de siempre. Tenemos que abrir los ojos a todas estas nuevas pobrezas, seguir muy de cerca las nuevas políticas sociales y dejarnos ayudar por las ciencias para conocer la realidad. Necesitamos la mirada profunda del Evangelio.
¿Pero qué tiene que hacer Cáritas que no haya hecho hasta ahora?
-Tiene que buscar más la implicación de los propios pobres a la hora de dar solución a sus problemas. El pobre no solo tiene que ser destinatario de la acción caritativa de la Iglesia, sino que está llamado a ser configurador de nuestra manera de actuar.
¿Qué quiere decir?
-Cuando el Papa habla de la importancia de las periferias, nos quiere decir que la realidad global solo se ve desde la realidad de los pobres. Es algo que no se percibe desde los ámbitos de poder. También hay que dar más protagonismo a las comunidades. El sujeto de la caridad en la Iglesia no es Cáritas diocesana, sino la comunidad cristiana.
¿Le molesta que se defina a Cáritas exclusivamente como una ONG?
-No es que me moleste. De hecho, estamos reconocidos como ONG porque necesitamos ese carné para actuar en el ámbito social. Pero Cáritas no solo es una ONG, sino que es la caridad organizada de la Iglesia. Lo que me molesta es que haya personas que digan que la labor de Cáritas es muy interesante, pero disociándola de lo que hace la Iglesia. No es cierto.
¿Quiénes tienen intención de desvincularles de la Iglesia?
-No voy a poner nombres. Entiendo que hay gente que lo hace por ignorancia, pero hay otros que lo hacen intencionadamente, los que dicen que a la Iglesia ni agua. La gente que tiene esa mentalidad está muy interesada en que nada de lo que haga Cáritas lo capitalice la Iglesia como propio.
¿Para servir a los pobres hace falta algo más que buena voluntad?
-Sí, hace falta una caridad inteligente. La buena voluntad, como el valor en el ejército, se supone. La caridad sin inteligencia se convierte en mero sentimentalismo. Hace falta una caridad inteligente para conocer dónde está la raíz de la pobreza. Si uno no sabe analizar sus causas, difícilmente va a encontrar soluciones. No queremos caridad asistencial sino aquella que ayude a las personas a integrarse en la sociedad. Esa caridad debe ser transformadora de la sociedad, inteligente, que recurra a estudios sociales y se deje asesorar por las ciencias.
¿La pobreza se cronifica en determinados sectores de población?
-Hay indicadores que apuntan a que estamos saliendo de la crisis, pero lo que se ha cronificado es la desigualdad. Hay ámbitos donde la desigualdad está tan asentada que no solo disminuye sino que incluso crece.
¿Qué hubiera sido de la cohesión social sin Cáritas durante estos años tan difíciles?
-Eso mismo nos preguntamos nosotros. Ha prestado un gran servicio. Ha dado una gran respuesta y por eso tiene tanto reconocimiento social. Muchas personas habrían estado mucho más desamparadas de lo que lo han estado si no llega a ser por la Iglesia y sus instituciones sociales. Es un dato que reconoce cualquier observador neutral.
¿Qué ocurre con los refugiados?
-Es como si la sociedad estuviera empeñada en hacerlos invisibles, como si no existieran. Mientras tanto vivimos muy tranquilos, pero no podríamos hacerlo si nos pusieran todos los días los refugiados delante de nuestros ojos. Se nos caería la cara de vergüenza por las situaciones inhumanas que están sufriendo,
¿Por qué Cáritas no ha tenido un papel más protagonista en esa crisis humanitaria?
-Le dijimos al Gobierno que estábamos dispuestos a colaborar, pero nuestro papel era subsidiario. Tenemos un papel subsidiario en muchas cuestiones sociales. En realidad ya estamos trabajando con refugiados, estamos atendiendo a muchos de ellos que han llegado sin tener siquiera el estatuto de refugiado. Pero hay un problema político y jurídico que no podemos afrontar. Los obispos ya han pedido al Gobierno que agilice un corredor humanitario.