Bilbao - Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. A pesar de los esfuerzos realizados los últimos años por promover la participación de las mujeres en la ciencia, desafortunadamente, aún siguen enfrentándose a barreras que les impide participar plenamente en esta disciplina. Naciones Unidas (ONU) ha incluido la igualdad en la ciencia como uno de los Objetivos de Desarrollo sostenible dentro de la Agenda 2030.
La Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU quiso ayer hacer visible esta fecha renombrando la sala anexa al Paraninfo con el nombre de sala Adela Moyua, en recuerdo de “apreciada” profesora del departamento de Matemáticas fallecida recientemente. Cerca de un centenar de colegas de esta “pionera de las Matemáticas en Euskadi cuando aún no existía ni la UPV/EHU” se dieron cita en el Campus de Leioa para honrar el recuerdo y la trayectoria profesional de esta mujer “que volcó todo su esfuerzo con la Universidad del País Vasco porque ella sabía de la importancia de que tuviésemos una estructura clara dedicada a la ciencia, a las profesiones o al euskera”.
La ex directora de Emakunde, Izaskun Moyua, glosó así la figura de su hermana en un acto que resultó muy emotivo. Psicóloga y periodista de formación, Moyua sabe algo de los techos de cristal que hay en la sociedad debido a sus años al frente del Instituto Vasco de la Mujer. En declaraciones a DNA, la portavoz del PNV en las Juntas Generales de Araba defiende la necesidad de introducir cuotas obligatorias de presencia femenina en los puestos de responsabilidad de las estructuras académicas e investigadoras para reducir la brecha de género existente. “Yo estoy absolutamente a favor de las cuotas para acceder a puestos de responsabilidad, ojalá no fuesen necesarias, pero no sobran como medida temporal hasta que la situación de partida de hombres y mujeres sea equilibrada e igual”, dice.
El Informe sobre la Ciencia 2015 elaborado por la Ikerbasque constata que el crecimiento de la población investigadora “no ha contribuido a reducir la brecha de género”. El estudio señala que el 80% de las cátedras de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) están ocupadas por hombres y el 75% de quienes lideran un laboratorio o su propio grupo en los centros de investigación también. Según Ikerbasque, en la UPV/EHU “sigue existiendo una gran disparidad” entre quienes se doctoran y quienes se consolidan en una plaza PDI (Personal Docente e Investigador). Únicamente hay más mujeres en la categoría más baja de la universidad, la de ayudante y ayudante doctor. La situación se iguala en el caso de la figura de colaborador y contratado doctor, pero se amplía en el nivel de titular (el 58% hombres por 42% mujeres). Únicamente el 22% de ellas ha llegado a catedrática.
Los obstáculos se hacen más evidentes en los centros de investigación vascos. Tras analizar la plantilla que tenían los laboratorios CIC y BERC, el estudio concluye que “son menos las mujeres que continúan en la ciencia después de obtener el doctorado, y la mayor pérdida se da a la hora de consolidar posiciones estables y liderar sus propios laboratorios”. Más del 80% de las direcciones de los centros de investigación vascos y el 75% de los investigadores senior son hombres.
Moyua sostiene que las estructuras de la ciencia “no están abiertas a la incorporación de la mujer porque hay mucho corporativismo y las mujeres entramos difícilmente en los espacios informales”. No obstante, reconoce que ha habido avances gracias “un movimiento de mujeres pioneras que tienen muy claro qué es lo que quieren lograr y se dedican plenamente a ello, abrir la puerta de las mujeres a la ciencia”. Desde su punto de vista las barreras “ tienen que ver con los estereotipos sociales y con las propias vidas de las mujeres y los hombres. Las mujeres tenemos unos pesos especiales, ese constructo social que dice que tenemos que dedicarnos fundamentalmente a la parte de los afectos y del cuidado que hace la sociedad no permita poder compaginar eso con dedicación a la ciencia o a una profesión al más alto nivel”.
La profesora del Departamento de Matemática Aplicada, Estadística e Investigación Operativa de la UPV/EHU, Arantza Urkaregi, comparte el diagnóstico sobre la prevalencia de los estereotipos de género. “Las barreras no se dan a la hora de estudiar, porque en Matemáticas seguimos siendo desde hace mucho tiempo mayoría, se dan en escalas superiores y están vinculadas al modelo social y a los valores que se transmiten todavía hoy en día a hombres y mujeres”, afirma. Según explica la profesora, “se piensa que las mujeres nos tenemos que dedicar más a los cuidados, a la maternidad a jugar un papel secundario mientras que los hombres son más atrevidos a los que se sobre- entiende la capacidad de liderazgo”. Desde su punto de vista, una de las medidas que podrían mejorar la situación sería la de “recuperar lo que han hecho todas las mujeres científicas, porque uno de los problemas que siempre hay es el de tener referencias, visibilizar los logros científicos alcanzados por las mujeres que son muchos y muy relevantes”. En este sentido, apunta que “ya se está haciendo, en la UPV/EHU vamos por el II Plan de Igualdad, hay una Dirección de Igualdad, hay una Comisión de Igualdad, pero se ve que todavía hay mucho camino por andar”.
Por su parte, la primera decana de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU, Esther Domínguez, asegura que la ciencia “sigue siendo un club de hombres”. Aun así incide en que, aunque insuficientes, se empiezan a ver algunas grietas en el techo de cristal. “Si comparamos el número de catedráticas, que es un poco el top académico, andamos en un 28%, que es bastante más que la media”, afirma para añadir que en Euskadi “la posición de las mujeres en los puestos de responsabilidad es algo diferente respecto del resto del Estado”. El ejemplo más visible de ello es la reciente elección de Nekane Balluerka como rectora de la UPV/EHU.