Barcelona - La Sociedad Española de Epidemiología (SEE) pidió ayer que se rebaje la tasa de alcohol permitida para conducir, se graven las bebidas alcohólicas según su graduación y se impida activamente su venta a menores. Esta sociedad científica hizo estas recomendaciones tras recordar que en los 20 últimos años se ha duplicado la frecuencia con la que los jóvenes consumen alcohol y se emborrachan.

Ante la futura Ley de Prevención del Consumo de Alcohol por Menores de Edad, la SEE, que tiene su sede en Barcelona, elaboró un documento con varias recomendaciones, entre ellas que se introduzcan cambios fiscales que eleven el coste de las bebidas alcohólicas para desincentivar su consumo de forma proporcional a su contenido de alcohol puro.

La SEE recordó que el precio de las bebidas alcohólicas en el Estado es el más bajo de la Unión Europea e insistió en que las personas que beben diariamente “sufren un trastorno por dependencia”.

Los epidemiólogos advierten de que el daño que causa este hábito es mayor “en los más jóvenes”, que tienen, en opinión de los especialistas, demasiadas facilidades para obtener bebidas alcohólicas pese a que está prohibido venderlas a menores. Regular la promoción y la publicidad, normalizar el etiquetado e incluir advertencias gráficas de los riesgos son otras de las peticiones de la SEE.

El documento solicita también que “se vele activamente para impedir su venta a menores, incrementar la detección temprana y abordaje sistemático de los problemas de abuso y dependencia y garantizar el acceso a tratamientos efectivos en el sistema sanitario público”.

En cuanto a los accidentes de tráfico que genera el consumo de alcohol, los epidemiólogos piden que se revisen a la baja los niveles de alcoholemia, que actualmente están en 0,25 mg por litro de aire espirado y 0,15 para conductores profesionales.

Consecuencias del alcohol El documento expresa la necesidad de “no transmitir que el consumo de alcohol es una práctica saludable” y afirma que “la ingesta de bebidas alcohólicas se asocia a consecuencias sanitarias, sociales y económicas tan negativas o más que las que produce el tabaco, que afectan tanto al consumidor como a terceras personas”.

“Estas se relacionan con su capacidad adictiva, pero también con sus efectos cognitivos y biológicos, incluso a dosis bajas. Las consecuencias del alcohol están asociadas tanto al volumen total consumido como al patrón o modo en que se consume y a las circunstancias individuales y colectivas del bebedor y su entorno”, añade la SEE.

No obstante, los autores del informe advierten de que, a pesar de todo ello “y a diferencia del tabaco, la percepción de riesgo asociada al consumo de alcohol continúa siendo muy pequeña”.

“A esto ha contribuido la utilización errónea del mensaje de que un consumo a dosis bajas es saludable, utilizado habitualmente por la industria del alcohol bajo el eufemismo de ‘consumo responsable’”, añade la SEE, que exige restringir los horarios de venta en establecimientos donde no se consume.

También pide prohibir vender alcohol en las gasolineras, en centros sanitarios y educativos y de atención a la infancia, evitar asociar las campañas de publicidad de las bebidas con valores juveniles y de éxito, y que la sanidad pública garantice el acceso rápido y sistemático a los problemas de abuso y dependencia. El documento incluye, además, algunas de los perjuicios que causa el alcohol, que, según la SEE, es “una de las principales causas evitables de enfermedad, sufrimiento y muerte”. - Efe