BILBAO. Elizegi y García, ambos con sendas estrellas Michelín, han presentado sus suculentos bocados solidarios, elaborados "con mucho amor", en un acto amenizado al ritmo de percusión africana con djembé y otros bombos.

Sus creadores, Aitor Elizegi, del restaurante Baskook, y Dani García, del Zortziko, se mostraron convencidos, según comentaron a Efe, de que "la cocina de las luces" tiene "el compromiso de ayudar a otras gentes que no tienen acceso a los manteles de hilo".

Aportaron así su "granito de arena" por la erradicación de la úlcera de Buruli, una enfermedad endémica de la piel que puede generar deformidades y amputaciones, y que incide, sobre todo, en África occidental, donde afecta en un 80% de los casos a niños menores de 15 años, según explicó el director de Anesvad, Bernardo García.

Una causa por cuya lucha los dos restauradores se mostraron sensibilizados, "y mucho", pues "ser niño y enfermo es una contradicción, un error y una injusticia, y si a eso le sumas desamparo o falta de atención, es ya cruel", sostuvo Elizegi.

Para la ocasión, el chef del Baskook fusionó, cuán "licencia canalla de cocinero" y en "un guiño casi infantil", dos sabores, ambos compañeros tradicionales de sus fogones, el bacalao y el merengue de la 'carolina', ese dulce que de niño "aita y ama llevaban a casa cuando algo iba bien" y ante la que aún hoy sigue "iluminándosele la cara".

Sobre rostros también se pronunció Dani García, que quería "devolver sonrisas" en los de los niños que padecen úlcera de Buruli una vez dejado "el estómago de los presentes agradecido".

Para ello, planteó una esfera de mango y salmón, en representación "de un mundo de color rosa, que es tal y como lo deberían ver todos los niños sin distinciones", a la que acompañó con una pipeta de coco y vodka como "inyección de vida" que los asistentes podían aportar con sus contribuciones "para que la vida de estos menores sea saludable".

Un aperitivo lleno de color y forma que el chef del Zortziko dispuso sobre unas migas de marisco marronáceas, como la tierra que de igual modo inunda el paisaje africano, y cuyos niños enfermos fueron, como advertió Dani García, "los verdaderos protagonistas".

Bañada por el golfo de Guinea, en la costa occidental del continente se encuentra Benín, un país donde anualmente se dan 2.000 nuevos casos de úlcera de Buruli, una enfermedad 'olvidada', así catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta enfermedad "no interesa ni a gobiernos ni a los propios organismos internacionales, que priorizan otro tipo de problemas sanitarios", lo que impide que "niños que quieren jugar, estudiar o reír puedan hacerlo", cuando "siempre que se detecte a tiempo, es una dolencia que se cura fácilmente con una combinación de medicamentos que cuestan 80 euros", señaló el director de Anesvad.

Esta ONG trabaja "en colaboración con las autoridades sanitarias nacionales, en asistir para la sensibilización, la detección, el tratamiento y la posterior reinserción social de quienes sufren esta afección, así como de cualquier otra 'olvidada' con manifestación cutánea, como la lepra o el pian, pues "las mismas capacidades, con una pequeña adaptación pueden cubrir ese tipo de dolencias, cuya incidencia, además, va creciendo cada vez más".

"Toda la gente tiene derecho a unos recursos sanitarios básicos, y pretendemos que no haya discriminación en padecer una enfermedad u otra", defendió Bernardo García, para quien "la acogida" que tienen este tipo de eventos "demuestra que los bilbaínos se siguen interesando por las causas solidarias".

Y así, no faltaron a la cita tradicionales colaboradores de Anesvad como Carmen Zorrillo, "impactada" por las imágenes que reflejan la enfermedad, ni otros más jóvenes, como Maider Polancos, entre cuya generación consideró "importante" que se inculquen "valores solidarios" pues "se tiende a no identificarse en exceso con estas causas, cuando lo que pasa en África es tan importante como lo que sucede en Europa".