donostia - Lleva cuatro viajes trasatlánticos en lo que va de año, todos ellos a América Latina, donde se ha plasmado su desarrollo como pensador. Hijo de emigrantes vascos, su familia se trasladó de México a Donostia cuando tenía tres años para mudarse luego a Madrid, a los doce, más tarde a París, Hannover y de nuevo a Donostia. “No soy cosmopolita, porque es mucho decir, pero sí multiciudadano”, afirma.
¿Cómo es la vida de un intelectual como usted?
-No me gusta el término; parece que estás por encima del resto... Yo digo que soy devoto de la inteligencia.
Usted que ha viajado tanto, ¿no se ha vuelto el mundo un poco loco? ¿No vamos demasiado deprisa?
-El mundo se ha acelerado con la globalización, que ha sido posible gracias a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). A través de un ordenador o de un móvil, se hacen muchas más cosas. En términos empresariales, las TIC han incrementado el ritmo de productividad de las personas a costa de someterlas a un ritmo absolutamente increíble y creciente; y han roto la jornada laboral. La globalización te da grandes oportunidades, pero el coste es gigantesco para la vida cotidiana. Trabajamos más que nunca.
No siempre es trabajo.
-Aunque estemos simplemente jugando o navegando por Internet, en realidad es trabajo. Yo lo llamo consumo productivo. Y esta idea, que está en mi libro de Telépolis de 1994, es una de las ideas clave. Es decir, que los usuarios de las tecnologías, al dar datos de su día a día, aportan un gran valor a las empresas, porque así prefiguran todos los comportamientos de los clientes. Esas bases de datos se venden. Los Big Data son el negocio del futuro. Por eso en bolsa empresas como Facebook, Twitter, o Google valen millones de euros.
¿Un ejemplo?
-Imagínate ahora lo que han podido pasar a valer los datos de Trump. Todos los datos de uso de tarjetas de crédito en EEUU, cuando tú pagas en un restaurante u otro servicio, te viene todo lo que has consumido.
Ya que lo menciona, ¿qué le parece el fenómeno Donald Trump?
- Es un gran acontecimiento sin duda. Con múltiples consecuencias. Me parece un horror como personaje. Otra cosa es que cuando llegue a presidente del Gobierno, irá cambiando de axioma, porque el presidente de EEUU en absoluto es la persona más poderosa del mundo. Otra cosa son las habilidades de Trump, que han sido muy grandes para ganar la campaña electoral. Por un lado, ha explotado la actitud contraria a los políticos profesionales; un fenómeno que se da en muchos países, también en España... eso es Podemos. Por otra parte, tiene un componente fuertemente racista, que también se da en países europeos. Lo de Trump es un neofascismo que ha capitalizado el rechazo de la gente blanca trabajadora hacia los inmigrantes y, en particular, a los chicanos.
¿No es esto un fracaso de las TIC, que sirven para abrirse al mundo?
-Yo distingo la política de la tecnopolítica, que es aquella que se hace a través de los medios de comunicación. Obama ganó las elecciones gracias al uso de las redes sociales y Trump ha manejado muy bien, mucho mejor que Hillary Clinton, las tecnologías de la información y la comunicación. Hillary representaba la casta y Trump el sueño americano. Es un demagogo que ha dicho auténticas barbaridades, pero vende y esto le ha servido para catalizar la tecnomasa.
¿Qué es la tecnomasa?
-Son cientos de miles de personas o millones, coordinadas a través de las nuevas tecnologías de la información, para hacer una misma cosa que puede ser votar, manifestarse o insultar... En EEUU había una tecnomasa que nadie vio y él la ha sabido descubrir y gestionar. Ahí hay obviamente un conocimiento de los gestores del programa de Trump, de la empresa Trump. Es un tecnopolítico. En realidad, los principales partidos políticos ya son empresas, funcionan como tal: tienen deudas enormes con los bancos, y son estos los que controlan a muchos partidos.
¿Cómo puede una sociedad ponerle freno a eso?
-Es que no tiene freno.
¿Se puede controlar, al menos?
-En primer lugar, hay que huir de tesis conspiratorias. Nadie controla esto, es algo sistémico, posibilitado por las tecnologías de la información y comunicación pero no causado por las TIC. Estas no son malévolas en sí, aunque hay gente muy inteligente que opta por dominar y controlar a través de las ellas a las personas. Estoy hablando del tecnopoder, que se caracteriza por tener mucha información, muchos datos. ¿Cómo controlar esto? Yo soy bastante pesimista, no veo alternativa. De haber alguna, y todavía queda tiempo hasta que cristalice, viene de los usuarios.
¿Cómo?
-Que tomen conciencia coercitiva, en primer lugar, y luego organización colectiva para hacer tecnoacciones de resistencia o combate a esta nueva modalidad de poder. En la medida que esto surja, y ya hay atisbos de organizaciones que combaten el poder de los señores del aire y el tecnopoder, surgirá una insurrección.
¿Ejemplos?
-Anonymous es un ejemplo excelente y otro es Julian Assange. Y otro ámbito donde emerge la rebelión es en la Internet profunda, la deep Internet, que es aquella a la que no acceden los navegadores grandes. Se puede hacer una propia web a través de un servidor local. Y diseñarlo para que no acceda Google o Yahoo.
¿Por cierto, que le parece la nueva ley francesa que prohíbe enviar correos electrónicos y mensajes de carácter laboral fuera del trabajo?
No tiene futuro ninguno. Francia es un buen ejemplo de un país que ha sido una potencia mundial y va de capa caída y eso es porque el concepto de Estado no tiene futuro. Francia ha sido un ejemplo históricamente, pero no ha sabido entender el cambio hacia el tercer entorno, que es el que hablamos. Y ya verás, en primera vuelta, Marine Le Pen ganará las próximas elecciones (2017). Igual luego no puede gobernar, pero quien lo haga, tendrá que gestionar eso.
¿Estamos preparados los vascos para lidiar en ese tercer entorno?
-La sociedad vasca y Euskal Herria está muy bien preparada para esta estructura que yo llamé Euskal Haizea, la nube vasca o el aire vasco. Porque siempre ha sido un país de emigrantes y hay una enorme cantidad de vascos difuminados; sobre todo en América y Europa, pero también en Australia. Ahí se debe constituir no una nación vasca, sino una nación-red en la nube. Un ámbito de desarrollo cultural.
¿Un lobby?
-Un lobby significa tener un espacio de oportunidades, de interconexión, y de generación de sinergias, y esto todavía tardará en suceder, pero vendrá en el futuro, y en el concepto de territorios, en vez de siete, serán ocho o siete y medio, gracias a esa red de gente identificada con el País Vasco.
¿Eso nos posiciona para el futuro?
-A 20 años vista sí.
Usted en su día tuvo una iluminación, llamémosle, augurando lo que venía; ¿las sigue teniendo?, ¿qué veremos en 2040?
-En la ceremonia de los premios Eusko Ikaskuntza, Bernardo Atxaga habló de Euskal Hiria y yo, como complemento, hablé de Euskal Haizea. Reconozco que hay territorios y que va a seguirlos habiendo. La idea de Atxaga es que eso constituya una Euskal Hiria, una red urbana en los siete territorios, pero yo entiendo que superpuesto a esto, habrá una red, una nube vasca, con conexiones a los distintos nodos de la red vasca en América y otros puntos de Europa.
¿El correo electrónico en su día también sería ciencia a ficción?
-Yo lo conocí exactamente en el año 90 en EEUU y alucinaba. A partir de ahí empecé a desarrollar todo esto y de ahí surgió el concepto del tercer entorno, que es clave. Son tecnologías de la información y del control, porque la información está controlada.
¿Y de cara al futuro, qué me dice de la inteligencia artificial?
-Es otro mundo.
¿Los transhumanistas están locos?
-Es una tecnoreligión; creen que se va a acceder a la inmortalidad y a la resurrección. Que las máquinas van a generar una mente mejor que la nuestra, una tecnomente. Yo estoy claramente opuesto a ellos, pero el director de investigación de Google, Raymond Kurzweil, habla de la singularidad tecnológica y pronostica que para 2040 surgirá una máquina con una inteligencia superior a la de los seres humanos, y que esa inteligencia se autorreproducirá y pasaremos a vivir en un mundo gobernado por las máquinas; y esto lo dice Kurzweil, gestionado por Google. Este es el nuevo poder, el tecnopoder.
¿Qué podemos hacer contra esto?
-Hay que oponerse activamente. Hay que poner límites a la tecnociencia. El futuro no es de los Estados ni de los Gobiernos, sino de los usuarios. Tienen que decir a los gobiernos que pongan límites a la investigación en el ámbito de las neuronas humanas.
¿El riesgo entonces es real?
-En este momento existe una Universidad para la singularidad tecnológica, patrocinada por la National Science Foundation, por entidades de Defensa y por Google y Amazon, me parece. Aglutina al transhumanismo y funciona desde 2011. Estamos ante un riesgo muy grande de pasar a una vida convertidos en súbditos, maquinizados. Aquí, en Euskal Herria, hay un riesgo mucho menor porque hay una cultura fuerte, con unos valores arraigados. Tenemos una gran oportunidad, que es Euskal Herria en red, en la nube. Tendremos futuro si acertamos en decisiones estratégicas, pero tiene que haber un consenso intersectorial e intergeneracional.
Hablemos de Educación.
-El futuro de las universidades está clarísimamente amenazado. Ya están surgiendo las universidades en la nube y quien va a impartir los títulos son Google y Apple. Esto está sucediendo ya y además las universidades tradicionales tienen problemas económicos enormes. Si en este momento viene Google, voy a decirlo muy brutamente, y hace la oferta de comprar Mondragon Unibertsitatea, sin quitarle a Mondragon la gestión... Yo soy muy amigo del rector y sería muy insensato si dijese que no.
¿No hay vuelta atrás?
-La nube es el futuro. Los MOOC: Massive Online Open Courses, y esto ya está en marcha desde hace cinco o seis años. Es el gran desafío y la comisaria europea de Agenda Digital publicó un documento de 2015 en el que dice que hay que crear la nube europea, en principio en las universidades que quieran, voluntariamente, pero posteriormente en Secundaria y en Primaria. Ahora bien, esa nube estaría gestionada por Google, por Amazon o Apple. Y esto lo dice un documento de la Unión Europea. Es la renuncia por parte de Europa para liderar la Educación.
Feo panorama.
-Si yo fuera uno de los señores del aire de Google, el objetivo sería la educación infantil. Porque troquelo la mente de los niños a mi modo. Si les enseño a navegar con un ipod a los cuatro o cinco años ya están imbuidos y mentalmente hablando son súbditos míos y ese el el gran poder de los señores del aire.
¿Desconectarse es la solución?
-En absoluto. Hay que dar la batalla en el tercer entorno, apropiándose de esas tecnologías y generando tecnologías de software libre. Pero la Unión Europea va en sentido contrario.