BILBAO. De Pablo es autor y coordinador del trabajo realizado por un grupo de historiadores del País Vasco y Navarra sobre los símbolos que definen al País Vasco como entidad cultural diferenciada del resto de España, plasmado en un libro titulado "100 símbolos vascos. Identidad, cultura, nacionalismo".

En el mismo aparecen como símbolos de la sociedad vasca algunos aceptados como la ikurriña, el himno oficial, el euskera, el Olentzero y el Museo Guggenheim, y otros más controvertidos como el anagrama de ETA, el Aberri Eguna, el cura Santa Cruz o la figura de Sabino Arana.

Este trabajo es una continuación del que dio origen a la publicación en 2011 del "Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco" y, por ello, "parte de las investigaciones profundas que se hicieron sobre la simbología del mundo del nacionalismo vasco", ha explicado su autor en una entrevista con Efe.

"A raíz de esta primera publicación nos planteamos dos cosas: por una lado, ampliar el universo simbólico no sólo del nacionalismo sino del País Vasco en general, ver qué símbolos eran compartidos, cuales eran disputados, y, por otro lado, hacer un libro más divulgativo y de calidad.

De Pablo ha apuntado, en este sentido, que "todo el mundo sabe de la ikurriña, el lauburu, el Aberri Eguna, los personajes que ha dado Euskadi, pero realmente no sabemos casi nada de su origen, de su evolución, de su significado".

Ha reconocido que "los nacionalismos y en especial los que todavía no tienen un Estado, como es el caso vasco, tienen una gran capacidad de crear símbolos y de conseguir que sus símbolos, por lo que sea, lleguen a movilizar a la sociedad".

"Claramente la identidad nacional tiene esa capacidad de crear símbolos y especialmente cuando eres un nacionalismo sin estado porque obviamente tienes que crear y poner los cimientos de algo que todavía no existe y por tanto hay que movilizar mucho más a la población", ha justificado.

"Pero esto se da también en Estados mucho más consolidados o con nacionalismo de tradición más liberal -ha evidenciado-, donde los símbolos también son muy importantes, como por ejemplo en Estados Unidos lo que significa la bandera o en Francia, el himno de la Marsellesa.

Preguntado por los motivos del predominio de la simbología nacionalista sobre la de la izquierda o la derecha en Euskadi, De Pablo ha mantenido que "es cierto que hay otros movimientos políticos y, en concreto la izquierda, que en su momento tenían esa idea de conquistar la calle, de crear una simbología propia opuesta a los fascismos".

"Pero tras el franquismo, no hay un intento de recuperación de sus símbolos propios, algo que pasa todavía mucho más en la derecha, y yo creo que es, precisamente, a causa del franquismo", ha señalado.

Otro de los aspectos que ha revelado el libro es que "dentro del nacionalismo vasco hay una gran disputa de símbolos entre el nacionalismo moderado e institucional, lo que es el PNV y la izquierda abertzale".

"En el caso de la izquierda abertzale -ha relatado-, ha hecho a partir de la Transición lo que hizo Sabino Arana a finales del siglo XIX y principios del XX: esa gran creación de símbolos, precisamente porque era un movimiento político que necesitaba movilizar, llenar las calles".

"Y eso necesitaba de una identificación simbólica muy fuerte y muy bien pensada", ha enfatizado.

"Eso, a su vez, ha provocado una disputa, una lucha interna de símbolos dentro del nacionalismo vasco", ha reflexionado.

"La izquierda abertzale ha tenido una enorme capacidad de creación de mártires, como Txabi Etxebarrieta, y de reutilizar figuras históricas que no tienen nada que ver con la izquierda abertzale ni con el nacionalismo, como Zumalacarregi o el cura Santa Cruz, dos símbolos del carlismo", ha afirmado.