La mitad de las personas que sufre un traumatismo de carácter grave muere antes de poder llegar a un hospital. Los especialistas hablan de enfermedad traumática grave cuando se produce un accidente que pone en riesgo la vida o deja un gran incapacidad. Normalmente este tipo de lesiones tan severas consisten en grandes heridas o hemorragias internas o externas, o en daños graves en órganos vitales, siendo las del cerebro las más numerosas. Y revisten tanta gravedad que se calcula que otro 12% de pacientes fallece una vez ingresado en la UCI, según recoge la Sociedad de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).
En nuestro entorno las causas más comunes de traumatismos están todavía provocadas por los accidentes de tráfico, seguidas por las caídas y precipitaciones. Existe también un porcentaje nada despreciable de accidentes laborales, así como violencia interpersonal (armas de fuego, armas blancas) o incluso eventos catastróficos o sucesos que afectan a un gran número de personas. Con el agravante además de que se han convertido en la primera causa de muerte entre los menores de 35 años. La Sociedad de Medicina Intensiva estima que cada año mueren en el mundo cinco millones de personas por enfermedad traumática y que entre 250 y 300 millones de ciudadanos sufren diferentes grados de discapacidad tras ese percance.
Atender a estos pacientes críticos que precisan una atención sanitaria extremadamente urgente es muy complejo incluso para los médicos y enfermeros que trabajan en los servicios de urgencias y cuidados intensivos. Por ello, la clínica IMQ Zorrotzaurre desarrolló en sus instalaciones el pasado fin de semana un simulacro con pacientes que simulaban coyunturas de urgencia vital, como accidentes de tráfico, enfermos con lesión en la columna vertebral, retirada de cascos a motoristas, etc... Las prácticas también incluyeron otras situaciones de destreza, donde entre otros aspectos, los alumnos se ejercitaron en el manejo de la vía aérea, punciones y toma de vías.
Paralelamente se llevó a cabo un curso -el IV Curso ITLS de Proveedor Avanzado que se celebra en Euskadi- con el fin de que el personal médico de los servicios de emergencias disponga de la capacitación necesaria para la rápida evaluación, estabilización y transporte del paciente con traumatismos graves. A la iniciativa formativa asistieron un 75% de médicos y un 25% de enfermeros, procedentes del País Vasco y de otras comunidades.
El doctor Fidel Fuentes, jefe de los servicios de Urgencias de las clínicas de IMQ, pone de manifiesto que “la enfermedad traumática es la primera causa de muerte en menores de 30 años y un 50% de las muertes se produce antes de llegar al hospital. En estas situaciones complejas es muy importante que los profesionales sanitarios realicen un rápido y adecuado diagnóstico y que actúen con gran destreza, controlando y minimizando al máximo las posibles complicaciones”.
Por su parte, el doctor Andima Larrea, coordinador del curso y médico de Urgencias de IMQ señala que con el curso ITLS, “se trabaja en un modo de actuar ante los grandes traumatizados ordenado y estructurado, dando importancia a una evaluación rápida de la situación y a un manejo adecuado de las situaciones que amenazan la vida. También se enseña a identificar a los pacientes prioritarios que han de ser evacuados con celeridad, dónde y cuándo practicar las intervenciones críticas y la importancia de realizar una prealerta adecuada al hospital de destino”.
La epidemia oculta Y es que en los países del primer mundo, entre ellos la CAV, el trauma grave es la primera causa de muerte y discapacidad grave entre los menores de 35 años, lo que genera una gran cantidad de años perdidos, así como una merma de calidad de la vida en los supervivientes. En general, a nivel mundial, y considerando todos los segmentos de edad y países, los datos son contundentes. El trauma es la quinta causa de muerte, con más de cinco millones de fallecidos.
Para encarar este problema se necesitan medios, tal y como exige el doctor Juan Antonio Llompart Pou, coordinador del grupo de Trabajo de Trauma de la SEMICYUC, para quien, “estos datos son alarmantes y deberían promover una mayor concienciación respecto a la magnitud del problema”. Según Llompart Pou, “conocemos hasta el detalle otras enfermedades que han copado las noticias y muy poco sobre todo el proceso que envuelve al traumatismo grave. Las autoridades deben poner todos los medios en disminuir el número de traumatismos en aspectos en los que los médicos tenemos poco margen, como las normativas de tráfico, la mejora de las condiciones laborales, los pavimentos, etc... También es fundamental que los pacientes tengan acceso a sistemas de atención al trauma grave y los supervivientes a equipos de rehabilitación adecuados. Para ello se necesitan medios”, demanda.
No hay que olvidar que, tal y como recoge una guía de Osakidetza sobre traumatismos craneoencefálicos, “existen muchos estudios donde se ha observado que la mayoría de las muertes evitables tenían lugar fuera de los grandes centros quirúrgicos, causadas por una inadecuada atención en las primeras horas tras el traumatismo, bien en el lugar del accidente o durante el traslado al centro hospitalario, o bien por un retraso en el reconocimiento del deterioro clínico en paciente”.
A pesar de que este tipo de lesiones protagonizan la mayor parte de las cirugías de urgencias, las cosas están cambiando. “Se ha pasado de intervenir de modo urgente casi cualquier tipo de lesión a una actitud más conservadora, minimizando estas intervenciones en la fase inicial”, indica el doctor Llompart Pou Actualmente, señala el especialista, el enfoque pasa por “optimizar la capacidad de respuesta del paciente en esta fase inicial y evitar agresiones añadidas con determinadas intervenciones no urgentes. En definitiva, es fundamental no añadir nuevas cargas a un organismo debilitado por el traumatismo”.
Los casos comprometidos más comunes a los que se enfrentan los especialistas son los traumatismos craneoencefálicos (con una tasa de mortalidad muy alta y causantes del mayor número de lesiones graves) y el shock hemorrágico. De hecho, del total de pacientes con politraumatismos que ingresaron en uno de los hospitales del País Vasco durante la pasada década del 2000, el 70% presentaba un traumatismo craneoencefálico, bien solo o bien asociado a otras lesiones, que conllevó el fallecimiento de casi uno de cada tres afectados.