barcelona - Ángel Jané vio en Mars One la oportunidad perfecta para culminar su necesidad de hacer algo transcendente. Tras inscribirse junto a 200.000 personas de todo el mundo, ya está entre los cien preseleccionados. Le falta pasar el último corte, convencer a su hija de que hace lo correcto y pasar el resto de sus días en el planeta rojo.

¿Cuándo notó que la Tierra se le quedaba pequeña?

-Desde pequeño siempre he sido muy aficionado a la astronomía y a los viajes espaciales. Cuando surgió Internet fui siguiendo todos los proyectos de la NASA. Cuando vi el proyecto de Mars One y comprobé que estaba avalado por científicos y premios Nobel, no dudé en apuntarme.

¿Cómo explica a las personas que ama que se quiere ir a Marte?

-Ellos ya conocen mi espíritu aventurero y explorador. Les comenté que me había apuntado a un proyecto de esas características y al principio les chocó un poquito. Luego, conforme el proyecto fue avanzando y el tema mediático fue creciendo, sí que fue una sorpresa más importante.

¿Qué pruebas ha superado?

-Al principio tuve que enviar un vídeo y unos currículos. Luego nos hicieron muchas revisiones médicas, test psicotécnicos y unos cuantos exámenes. Este proceso lo empezamos 200.000 personas de todo el mundo y ahora solo quedamos 100 preseleccionados.

¿Qué características cree que han valorado de usted?

- Sobre todo el entusiasmo y la voluntad de estudiar, porque tenemos un montón de material de estudio. Y la capacidad de trabajar en equipo y la implicación en el proyecto, supongo.

¿Qué pruebas le quedan hasta ser uno de los elegidos?

-Ahora llega la fase final. De los cien que estamos lo reducen a 24 elegidos. Esos firmarán un contrato y empezarán a prepararse. Ahora nos queda el trabajo en grupo. Han hecho diez equipos de diez personas y tendremos que hacer retos entre nosotros. Habrá que ver cómo se organiza la gente dentro de los equipos. Es más importante el trabajo en equipo que la capacidad individual. Seguramente esta prueba sea en una réplica del asentamiento que se hará en su día en Marte. Será el centro de entrenamiento de los futuros escogidos. Seguramente en 2017 sean ya las pruebas finales y todo el mundo estará pendiente de los candidatos para ver qué pasa.

¿Supondría una decepción para usted no estar entre los elegidos?

-No, porque luego se abrirán nuevas inscripciones y, en caso de no conseguirlo, lo volvería a intentar. Soy muy persistente.

Su libro es una carta abierta para su hija. ¿Teme que en el futuro no entienda su decisión?

-Mi hija ahora tiene 7 años y lo que siempre digo es que, lo más importante para mí, a parte de darle una escuela, una casa, ropa o una alimentación es darle unos valores para que el día de mañana sea una mujer independiente. Si el proyecto hubiera sido para dos o tres años, no me habría apuntado. Pero me ofrece la oportunidad de irme muchos años y con esos valores el día de mañana ella tendrá sus propios sueños.

¿Tecnológicamente es ya posible enviar personas a Marte y crear una colonia?

-Tecnológicamente es más que viable. Desde hace unos añitos la tecnología ya existe. Muchas compañías están en ello. Mars One es solo uno de los proyectos que hay. Pero es un tema de fondos. Hay que conseguir los fondos y el entusiasmo necesarios. Cuando Kennedy dijo “tenemos que ir a la Luna”, fue casi una obligación para la NASA y pusieron en ellos todo el empeño. En diez años se consiguió ir a la Luna. Esto es algo parecido. La tecnología existe, pero es una cuestión de fondos.

¿Qué espera encontrar en Marte?

-Pensemos que el viaje a Marte va a significar mucho más que una plantada de bandera. De todos los proyectos que hay, que hay muchos, el objetivo es llegar y quedarse para establecer en Marte para crear ciudades y convertirnos en una especie interplanetaria por muchos motivos, como podría ser la propia supervivencia de nuestra especie. Tenemos muchos peligros en la Tierra. Puede caer un meteorito en cualquier momento. Yo lo que espero es hacer mucha exploración y quizás encontrar bacterias y resolver el Santo Grial de la ciencia y la religión.

Usted dice que la colonización de Marte acarrea problemas éticos.

-La idea es crear una sociedad desde cero. Se va empezar, por ejemplo, sin religión y sin dinero. También habría que hablar sobre la reproducción humana en Marte en un futuro, qué pasaría si encontrásemos bacterias vivas. Quizás estudiando su ADN descubrimos que es el mismo tipo de ADN que hay en la Tierra. Significaría que nuestro origen está en Marte, quizás por culpa de un meteorito. Cuestiones éticas y morales hay muchísimas por debatir.

Usted llegaría a Marte con 50 años. ¿Ha pensado en crear allí otra familia?

-No, en principio no. En los primeros años será ya bastante difícil sobrevivir y hacer el asentamiento más grande. Pero en un futuro, si queremos ser una especie interplanetaria, sí que va a ser el paso lógico. Una vez sepamos cómo se puede desarrollar todo en condiciones óptimas, será el paso lógico.

Usted siente admiración por los grandes exploradores de la historia. ¿Este proyecto demuestra que el hombre sigue cultivando esa curiosidad por explorar?

-Por supuesto. Lo único que cambia es la tecnología, el marco tecnológico de cada siglo y de cada civilización. No hay mucha diferencia entre ese espíritu de lo que es coger un barco para salir a la aventura sin saber lo que te vas a encontrar o coger una nave espacial e irte a otro planeta. Antes explorábamos otras tierras y ahora con naves exploraremos otros planetas. El espíritu es el mismo.

¿Qué supone para la humanidad que se colonice Marte?

-Va a suponer el escribir los libros de historia, porque vamos a convertirnos en una especie que vive en dos planetas a la vez con dos sociedades completamente diferentes. Quizás el éxito no sea llegar a Marte como especie, sino el hecho de que en el futuro, como en Marte se comiencen a hacer las cosas de manera diferente, Marte se convierta en un referente para la Tierra. Quizás los humanos de la Tierra, dentro de cincuenta o cien años, quieran hacer las cosas como se hacen en Marte. Se podría deducir que Marte, en un futuro, sería un referente de cómo hacer las cosas en la Tierra.

¿De verdad cree que se podría iniciar una sociedad desde cero o es algo utópico?

-Creo que la filosofía debería ser esa. Si tenemos que ir a Marte para hacer las cosas como las hacemos en la Tierra, lo mejor es que el planeta lo dejemos tranquilo otros 4.000 millones de años. Tenemos la oportunidad de hacer las cosas bien y empezar desde cero. Es un gran paso que podemos dar todos en conjunto.

¿Teme que con el tiempo tenga la necesidad de volver a la Tierra?

-En principio no porque es una introspección que yo ya he hecho. Llevo ya varios años en el proyecto. No descarto que pueda pasar, porque nadie tiene la experiencia para aportar qué se sentirá después de unos años en otro planeta. Pero, en principio, no porque ya lo tengo reflexionado.

¿Cómo encajaría que al de 15 años su hija quisiese ir a Marte?

-Si es su sueño y su voluntad, adelante. Independientemente de que yo esté en Marte o en la Tierra, los hijos siguen su propio camino. Si lo hace por voluntad propia y es su deseo, yo estaría orgulloso.

¿Qué es lo que más miedo le da de este proyecto?

-Quizás que las cosas no se hagan como deberían ser, que se convierta aquello en una explotación minera, o en viajes turísticos. Marte nos da la posibilidad de convertirnos en una especie interplanetaria y de hacer las cosas de otra manera para que la sociedad que siempre hemos querido en la Tierra podamos hacerla allí. El miedo sería que no consiguiésemos nuestros objetivos.

¿Qué le gustaría llevarse a Marte?

-Me gustaría llevarme algo que me recuerde de dónde soy y de dónde vengo. A mí me gusta mucho el mar y la montaña. Quizás una piña de la montaña, o una concha del mar. Y, sobre todo, una foto de mi hija.