Bilbao - Sus colegas de EEUU nos han puesto fecha de caducidad.
-Sí, en cierta manera echan un jarro de agua fría a la idea de alargar la longevidad. El estudio dice, después de haber hecho un análisis epidemiológico y genético, que 125 años parece el límite natural para el que el organismo está diseñado porque para llegar a 200 años haría falta una nueva biología.
¿Es ya definitivo?
-No es conclusivo. El estudio extrapola una tendencia. Una vez vencidas las enfermedades infecciosas y tras aplicar una serie de normas básicas médicas e higiénicas se ha prolongado mucho la longevidad y la esperanza de vida. El estudio concluye, sin embargo, que esa prolongación no puede ser infinita.
¿Qué procesos biológicos explican el envejecimiento?
-Muchos. Están los telomeros, unas estructuras que protegen los extremos de los cromosomas y se hacen más cortos a medida que el organismo envejece. Está la oxidación celular, los procesos de radicales libres en las células, los procesos de las mutaciones acumuladas...
Dicen que los humanos nos oxidamos... como las manzanas.
-Es que tú heredas los genes de tus ancestros, los estrenas cuando naces, pero a partir de ahí solo pueden deteriorarse. El cuerpo humano tiene múltiples mecanismos para evitar que eso suceda pero es una lucha contra el tiempo. Lo único que puede suceder es que esos genes se deterioren tanto a nivel de mutaciones como de oxidación celular que tiene muchísima relevancia a la hora del envejecimiento físico.
Pero hay órganos en 3 D, inmunoterapia para el cáncer... La medicina moderna prometía casi la vida eterna.
-El estudio solo afirma que si no hacemos nada revolucionario, no podremos ir más allá. Es una extrapolación lógica de la función vital, tal y como está entendida ahora. Pero la ciencia está llena de revoluciones y quizá haya algo que pueda emerger en un futuro más bien cercano para aumentar esa esperanza de vida. Que pueda, por ejemplo, borrar las trazas del envejecimiento. Esto no es tan descabellado. No sería la primera vez que se ha roto uno de estos paradigmas.
¿La longevidad depende más de la genética o de los estilos de vida?
-Se suele aplicar la regla de los tres tercios. Un tercio de genética, un tercio de estilo de vida y un tercio de causas externas, es decir cosas que no se pueden prever. No son números fijos pero influye la lotería genética, desde dónde partimos en función de nuestros genes, y también por supuesto, lo que comemos, el ejercicio que hacemos, lo que nos cuidamos o el estrés que tenemos.
Entonces, los niños que nacen hoy ¿vivirán muchos más años?
-Sí, si se mantienen las coberturas sociales, porque hay una correlación clara entre la esperanza de vida y la inversión sanitaria. Después existe una barrera porque no viven más en Luxemburgo que en Cuba.