Bilbao - Hay quienes confiaban en que la ciencia y la tecnología médica descubrirían el secreto de la eterna juventud. Porque en 1920, se afirmaba que era imposible superar los 65 años y ahora sin embargo hay multitud de centenarios. El disco duro del ser humano parecía estar preparado para superar el siglo de vida y seguir dando guerra y se creía que la medicina haría el resto. Pero un análisis demográfico global publicado este mes en la revista Nature afirma que existe un límite máximo natural para la vida humana, fijado en unos 125 años, que difícilmente podrá ser superado. Las posibilidades de que alguien alcance esa edad son menos de una entre diez mil. Actualmente el récord de longevidad lo tiene Jeanne Clament, una francesa que vivió 122 años. Desde su muerte en 1997, nadie ha batido su marca.
¿Pero hasta cuándo podemos seguir aumentando nuestra longevidad? ¿Podemos seguir estirando nuestra fecha de caducidad? La vida humana se puede alargar y de hecho se ha alargado mucho en los últimos siglos. Hemos pasado de una vida media de 35 a 40 años a una expectativa de más de 80 en el caso vasco. “Pero nuestro cuerpo no es como un motor al que si le cambias las piezas siempre está nuevo. Podemos vivir 115 o 120 años, no más, y eso lo veo factible. No obstante, la medicina regenerativa puede aumentar la salud en el último tramo de la vida, que es cuando más se deteriora. Yo creo que ése es el gran reto que ahora tenemos delante”, asegura Bernat Soria, el que fuera ministro socialista de Sanidad.
Aunque por mucho que avance la ciencia, controlar los miles de genes que influyen en el envejecimiento parece poco probable, por lo que la esperanza de vida podría haber tocado techo, según una investigación realizada por expertos del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, quienes afirman que el tope de edad podría situarse en esos 125 años. El trabajo, dirigido conjuntamente por analistas de Estados Unidos y demógrafos alemanes, ha valorado datos de mortalidad y población en 38 países de todo el planeta.
“En contra de lo previamente sugerido, que la longevidad humana puede extenderse más allá (de los límites observados hasta ahora), nuestros datos sugieren de manera sólida que la esperanza de vida está limitada de forma natural”, afirmó Jan Vijg, genetista en el Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York. El estudio señala que las personas se van debilitando porque el cuerpo está diseñado para la reproducción, no para ser inmortal.
Sin embargo, para llevar la contraria a estos científicos hay en marcha cientos de investigaciones que trabajan en poder burlar esos fallos celulares que nos llevan al final de la vida. Y así poder evitar el acortamiento de los telómeros, aumentar la capacidad del cuerpo de actuar contra los oxidantes como los radicales libres, etc. Históricamente además se ha comprobado que cuando el ser humano pone un límite a la existencia de las personas, alguien lo sobrepasa.
Pero para los científicos, lo verdaderamente importante no sería aumentar la esperanza de vida, sino llegar al límite en las mejores condiciones posibles. “La cuestión no es si viviremos hasta los 90 o 100 años. El límite de la vida es llamativo, pero secundario. La cuestión importante es cómo viviremos los años ganados a la muerte, si posponemos las limitaciones funcionales y la discapacidad. No hay respuesta clara de los científicos a esta cuestión”, apuntan los investigadores del CSIC.
La vida por los siglos de los siglos parece un bien cotizado. Según James Vaupel, uno de los biodemógrafos más prestigiosos del mundo y director del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica de Alemania, ya no se vislumbra límite vital. En el terreno de la ciencia ficción, Aubrey de Grey cree que en los siguientes 20 años nacerá el primer ser humano que llegará al milenio con vida.
De Grey, quien obtuvo su doctorado de la Universidad de Cambridge, cree que en los siguientes 25 años se llegará al punto de control médico de todas las enfermedades causadas actualmente por infecciones. En el futuro las personas irán al doctor con regularidad pero para recibir un “mantenimiento” que incluirá terapia genética, terapia de células madre y estimulación inmunológica, entre otras técnicas avanzadas. “La idea es realizar lo que se podría llamar geriatría preventiva, en la que periódicamente las personas van a reparar el daño celular y molecular antes de que llegue a un nivel de abundancia que sea patógeno”, dice De Grey.
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Una francesa, la más longeva. La persona más longeva conocida es la francesa Jeanne Calment que falleció exactamente con 122 años y 164 días.
Claves de la longevidad. Las personas con más esperanza de vida viven en zonas altas, sobre 2.000 metros, con dietas de 1.200 calorías, ricas en frutas y verduras, más que en carnes, hacen trabajos físicos y apenas consumen café o tabaco.
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