La reciente polémica en torno a las órdenes forales y la gratuidad de los libros de texto ha puesto de actualidad todo un clásico habitualmente utilizado por la derecha navarrista para sacudir la escena política y educativa: el concepto de Euskal Herria. Un conocido ex presidente de Navarra, autor de otros ocurrentes sintagmas en torno a los filósofos griegos y sus espadas o que inventó la multi-dantza (por mutildantza), salía habitualmente a la palestra con una sentencia: “Euskal Herria no existe, es una entelequia” (cosa irreal, RAE). Como titular vale, pero, ¿se sostiene científicamente esta afirmación? El asunto es sugerente y la única forma de abordarlo con serenidad es hacerlo precisamente desde la ciencia, la historiagrafía internacional o la documentación... El siguiente repaso por las enciclopedias del mundo, historiadores de peso y publicaciones variadas puede arrojar luz sobre este tema en el que hay acusaciones cruzadas de aunar “ideología” y “educación”. Pero, igual resulta que quien acusa al contrario político de “mezclar” e “imponer· su visión política a la realidad histórica, lingüística y cultural está haciendo lo mismo, pero en sentido contrario con otra concepción (restringida en tiempo y espacio, pero no menos ideológica) de la realidad...Aquí hay varias claves.

‘Sujeto político’ y ‘sujeto de conocimiento’: ¿sólo lo que es ‘Estado’ existe y se puede estudiar?

Este debate merece una reflexión previa clave. Aunque la comunidad científica tienen la última palabra y habrá opiniones para todos los gustos, la gran parte de las recogidas coinciden en la licitud de del objeto “Euskal Herria” como materia de investigación y de exposición, y, en consecuencia, en la validez de aceptarlo como materia de enseñanza escolar o de ser reflejada en textos o en mapas. En cualquier caso parece necesaria la distinción entre sujeto político y sujeto de conocimiento historiográfico. Ambas perspectivas pueden coincidir o no, pero, como lo muestra la praxis de la ciencia histórica con múltiples ejemplos, cabe historiar a sociedades que han carecido y carecen de una cúpula institucional común. En la historiografía europea muchas sociedades a las que se reconoce la condición de sujetos de conocimiento histórico no han dispuesto, ni siempre ni incluso durante largos períodos, de una superestructura política. Esta no ha sido un elemento determinante a la hora de elaborar la Historia. De obrar así, de requerirse la condición de disponer de un Estado, o de ajustarse a lo definido por la Constitución reciente, habría que eliminar del campo de la ciencia histórica a decenas de entidades y de formaciones sociales. Ningún manual prescribe que sólo cabe el estudio histórico de aquellos conjuntos humanos dotados de estructuras culturales y sociales que hayan conseguido una envoltura estatal en los momentos culminantes de las revoluciones burguesas, o hayan sido definidos de una manera determinada por la constitución de un Estado o como comunidades, regiones autónomas, länder, etc. La ciencia histórica no depende de definiciones o eventos políticos circunstanciales, por importantes que sean.

¿Una cosa es la estructura institucional y otra la realidad social?

Pero vayamos aterrizando... El enconado debate político y partidista genera una cortina de humo que no permite analizar el tema a fondo. Hay dos asuntos que parecen bastante evidentes, pero una se impone a la otra. En principio nadie cuestiona que al día de hoy Navarra es una entidad jurídica propia dentro del esquema institucional español, lo mismo que la Comunidad Autónoma Vasca; mientras que Zuberoa, Lapurdi y Behe Nafarroa están en el marco de otra realidad político institucional diferente en el Estado francés. Baja Navarra es un buen ejemplo porque si se hubiera escrito este texto en el siglo XIV hubiera formado parte de otra realidad institucional, el Reino de Navarra. La segunda cuestión, cuya evidencia sí se trata de obviar, es que esto no está reñido con la existencia de un concepto lingüístico, cultural e incluso sociológico que recibe diferentes denominaciones (País Vasco, Euskal Herria, Vasconia...). Y es algo igual de tangible porque parece haber un cuerpo historiográfico local e internacional que así lo considera: la comunidad científica acepta con una amplia naturalidad y soporte documental el concepto de “Euskal Herria” por lo que esa realidad podría ser objeto de estudio en las aulas de diferente nivel ya que parece contrastado que se ha constituido un dominio singular del conocimiento histórico que tome como referencia a Vasconia o Euskal Herria, con una tradición de cultivo historiográfico mínimamente sólida.

Siglos XVII, XVIII y XIX

Los autores franceses, alemanes y españoles utilizan la denominación

De hecho se trata de una tradición multisecular y de cultivo constante del citado ámbito que se inicia en Francia en el siglo XVII con Oihénart, historiador vasco de la vanguardia historiográfica francesa, seguido de alguna manera en Navarra por Moret en la misma centuria. En el siglo XVIII la toma en consideración del conjunto de Vasconia fue preconizado por Larramendi, otra gran figura de la cultura vasca, y consagrada a principios del siglo siguiente por la Real Academia Española de la Historia, que elaboró, apoyándose en los mejores historiadores del momento el Diccionario geografico-histórico de las cuatro provincias. La proyección europea de este punto de vista fue realizada en Europa en las dos primeras décadas del siglo XIX por el gran vascólogo alemán Wilhem von Humboldt. A partir de ese momento destacados miembros de la comunidad científica internacional vuelven sus ojos hacia Vasconia, alumbrando y consolidando conocimientos de distintas ramas del saber centradas en lo que se llama el hecho nacional vasco. En las décadas siguientes los historiadores franceses elaboran monografías y síntesis referentes al País Vasco como conjunto, culminando con La Vasconie de Jaurgain. En España mientras tanto, y en la segunda mitad del siglo XIX, Marichalar y Manrique constituyen una historiografía jurídica vasca, que también toma cuerpo en otros dominios científicos tras la aparición de las revistas culturales del ultimo tercio de la centuria y primeras décadas del siglo XX: la Revista Euskara de Navarra, Revista Euskal Herria, Euskal Herriaren Alde y singularmente la Revista Internacional para los Estudios Vascos, creada en 1907 por el patricio vizcaíno Julio de Urquijo. La aparición de la Sociedad de Estudios Vascos en 1907, apoyada por Alfonso XIII e impulsada por gentes procedentes de todo el espectro ideológico, afianzó una perspectiva historiográfica de conjunto que se consideraba científicamente antes de la guerra civil de 1936. Así lo ponen de manifiesto los Congresos y reuniones de historiadores y la preparación de manuales de Historia del País Vasco para la enseñanza escolar publicados durante el período republicano.

Sólo Julio Caro Baroja rompe el apagón franquista y se retoma el término en los años 80

La tradición se rompe parcialmente durante los 40 años de dictadura franquista, si bien aparece alguna obra excepcional como el clásico texto de Julio Caro Baroja. Pero el advenimiento del régimen democrático en 1977, y la creación de un complejo sistema de instituciones de enseñanza superior, motiva el despliegue de diferentes ramas del conocimiento proyectadas sobre el ámbito de las 7 provincias, o al menos sobre las 4 provincias españolas en varias ramas: la ciencia política, economía, demografía, cartografía, biografía, etc. Ahora bien, donde se manifiesta con mayor intensidad es en el campo de la Historia. A partir de 1980 aparecen diversos manuales y diccionarios de Historia del País Vasco, que alcanzan a las siete provincias, aunque se centran fundamentalmente en las 4 provincias peninsulares. Son obras elaboradas con rigor y que aprovechan el desarrollo conceptual de la historiografía en la 2ª mitad del siglo XX así como los resultados de las investigaciones llevadas a cabo en los departamentos universitarios. La autoría corresponde a universitarios prestigiosos (Fernando García de Cortázar, Manuel Montero, Julio Caro Baroja, etc.) y van dirigidas a la alta divulgación entre el público y al uso de los estudiantes de Historia del País Vasco en las universidades. Además, se confeccionan atlas históricos, como el Gran Atlas Histórico de Euskal Herria elaborado por profesores de ocho universidades, que consolidan y aceptan Vasconia como “categoría histórica”.