Washington - Kepa Junkera logró ayer que el sonido de su trikitixa levantara de sus asientos al público norteamericano. Acompañado del grupo femenino Sorgiñak, el músico bilbaíno interpretó algunas piezas de su disco Trikitixaren historia txiki bat y, por supuesto, también de su último trabajo, Maletak, con el que está inmerso en una trepidante gira. Ayer hizo un alto en su programa personal para participar en el Folklife Festival junto a la delegación vasca.
Conoce bien al público norteamericano, no en vano ya ha actuado en numerosas ocasiones en Estados Unidos.
-He vivido en Estados Unidos, he hecho varias giras y conozco un poco a este público. Es un público muy abierto, muy interesado, que enseguida baila y comparte esa energía.
No obstante, entre pieza y pieza ofrece una explicación, quizás para poner en contexto a un público que poco o nada conoce de Euskadi.
-Siempre contamos algo para situar a la gente. Lo hacemos en todos los conciertos, bien yo o bien las sorgiñas. Intentamos primero contar que este es un proyecto inspirado en las raíces pero también es un proyecto contemporáneo de creación. Se trata, pues, de un intento de actualizar la música de la trikitixa a los tiempos de hoy, pero siempre con un respeto al pasado. Hacemos referencias a las fuentes y al estilo.
Su espectáculo tiene ciertamente de todo.
-Lo primero que la gente oye es el sonido de la trixitixa. Luego escucha la pandereta, la txalaparta? las tres percusiones; también se baila el fandago y el arin arin. Hay coplas tradicionales y también coplas nuevas de creación para este último proyecto de Andoni Egaña, de Jon Maia, de Mikel Sarriegi?
Usted está acostumbrado al contacto con un público multitudinario, principalmente europeo. ¿Hay muchas diferencias a ambos lados del charco?
-La semana pasada toqué en Pisa y en Mungia. Ahora estoy en Washington; el próximo sábado toco en Burgos; el domingo, en Jaca; el miércoles siguiente, en Cuenca; luego me voy a Galicia? Estoy constantemente de viaje y en contacto con la gente. Siendo un público tan dispar, de Mungia a Washington o a Burgos, por ejemplo, la gente reacciona de una forma muy parecida. Es una música muy alegre. La gente valora mucho la creación, que los temas los hayas creado tú. Esa parte creativa se valora mucho.
Y en cuanto a esta semana del Smithsonian Folklife Festival, ¿cómo valora la presencia de Euskadi en Washington?
-Es muy importante. Mira, podemos venir muchas veces solos, de hecho yo he estado en cantidad de festivales por Europa; pero ya el hecho de ir en bloque tiene mucha importancia. Y si, además, hay un apoyo de instituciones y de empresas... Eso da una sensación de mucha fuerza.
Y una oportunidad para todos, políticos, empresas y artistas.
-Por supuesto. Es una oportunidad porque, además, este es un público muy abierto. Y cuando vas a estar varios días, como en este caso, estoy seguro de que muchas personas van a repetir, se van a llevar esa cercanía y se van a integrar mejor en lo que es nuestra cultura y conocimiento. Y seguro que esto va a traer muchos beneficios traducidos en posibles visitas y atracción a nuestra tierra. Yo creo que es muy positivo, sin lugar a dudas. Además, a mí personalmente me hace mucha ilusión poder mostrar nuestra música.