Bilbao - Estar entre los cien mejores, y rozar la excelencia, o nada. A la oposición más leonina, el PIR, Psicólogo Interno Residente, se han presentado este año 4.025 aspirantes para solo 129 plazas, cinco de ellas en el País Vasco, tres en Bizkaia, una en Araba y otra en Gipuzkoa. Es el ratio de candidatos más elevado, con diferencia, del resto de especialidades sanitarias. Ania Martínez Valle e Isaac Alfonso Segura Monteagudo son dos de los afortunados que han conseguido plaza en Euskadi. “Han sido épocas terribles, pero todo el estudio, todo el sacrificio, ha merecido la pena. Se consigue y se puede. Pero creérselo es fundamental”, dice Ania Martínez, ratificada por su compañero Isaac Alfonso Segura: “Como no te veas dentro, ni empieces”.

Y todo porque el sistema público de salud es muy rácano con el número de psicólogos, a pesar del aumento de los problemas de salud mental, que afectan ya a un tercio de la población adulta cada año, y aunque trastornos como la depresión y la ansiedad han emprendido una espiral ascendente y peligrosa. Sin tener en cuenta que solo el suicidio provoca más muertes que los accidentes de tráfico. Pero el PIR, que es el único camino para acceder al título oficial de Especialista en Psicología Clínica, a semejanza del MIR, se vende muy caro.

Tanto Isaac como Ania lograron su plaza, en el hospital de Galdakao y en el de Basurto, respectivamente, en el segundo intento. El primero quedó en su estreno más allá del 300, pero este año logró un número redondo, el 100. “El primer año de estudio fue fundamental. Ahí me hice con todo el método, y todo el empolle gordo, absorbiendo información. El segundo consistió en profundizar”, asegura este joven murciano que eligió varios hospitales de Madrid como primera opción, pero que ha acabado recalando en el hospital de Galdakao, aunque actualmente realiza su rotación en el Centro de Salud Mental de Basauri. “Allí vemos desde patología mental grave hasta trastornos comunes como depresión o ansiedad e incluso algún trastorno psicótico”.

Segura reconoce que “hay que estudiar mucho. Exige una preparación mayor que la del MIR. Pero a mí me quedó claro que no solo estudiando se aprueba. Hay que andar muy fino en cuanto al tiempo que dedicas a las cosas, saber exactamente dónde está lo importante, gestionar muy bien el tiempo, ser muy organizado, recibir clases. La capacidad es necesaria pero también hay que creérselo. Creer que esa plaza es para ti y luego, claro, tener un poco de suerte”, revela.

Ania Martínez quedó en el puesto 92. “Yo preparé el PIR en Madrid pero tenía claro que quería volver a Bilbao -estudió Psicología en la Universidad de Deusto- y ahora ejerce en el pabellón Ercurza de Basurto, dedicado a Psiquiatría.

Junto a ellos, la responsable del PIR del Colegio de Psicólogos de Bizkaia, Consuelo Rico, asiente. “Es una prueba durísima, donde se presentan más de 31 licenciados por cada plaza. Yo conozco a gente que se ha llegado a presentar siete años. Aunque ir dos o tres ediciones es lo normal”, asegura esta psicóloga que se encarga de preparar a la gente para los exámenes. “El número de solicitudes ha ido en aumento. Y, sin embargo, no ha ido en aumento el número de plazas”, afirma. “Se da la circunstancia de que no solo no se ha ampliado el número, sino que las vacantes han sido cubiertas por psiquiatras”, protesta.

Y es que, a su juicio, “en los momentos de crisis económica aumenta la demanda de atención psicológica por parte de la población. Ahora, la asistencia se hace en atención primaria, la primera valoración la hace un médico. Sin embargo, los datos dicen que el 45% de gasto en salud mental en centros públicos es para antidepresivos. La población no quiere sufrir y prefiere tomar lo que sea para no hacerlo”, subraya.

Déficit de psicólogos Con listas de espera para recibir atención psicológica saturadas, se estima que hay algo más de 2.200 psicólogos en los hospitales públicos para atender a cerca de 47 millones habitantes. Es decir, menos de cinco especialistas por cada 100.000 personas. Según un informe de la Comisión de Sanidad harían falta 5.000 más. Las cifras contrastan con los dieciocho especialistas de media europea, según la OMS.

“Lo que pasa que la del psicólogo es una figura que no se valoraba mucho. Se pensaba que no teníamos mucho qué aportar. Pero se está viendo que somos importantes, que mucha gente demanda atención psicológica, no psiquiátrica”, precisa Martínez.

Los psicólogos reclaman más protagonismo dentro del Sistema Nacional de Salud y dan la voz de alarma en un país, cuya crisis económica ha agudizado los casos de enfermedades mentales y en el que la tasa de suicidio se ha incrementado. “Lo que ocurre es que al estar los servicios de atención psicológica en manos de los psiquiatras el modelo que impera es médico”, precisa Consuelo Rico, para quien la población debería exigir que se preste más atención psicológica. “Nosotros, en mi servicio, trabajamos psiquiatras, psicólogos y enfermeros, y trabajadores sociales. Un trabajo conjunto. Aunque es verdad que la proporción de médicos y psiquiatras es mayor”, matiza Segura.

Cómo no morir en el intento Preparar y superar el examen PIR y no morir en el intento es difícil porque requiere una constancia y una motivación que es muy difícil mantener, si uno lo prepara por su cuenta. Las pruebas para psicólogos son las más complicadas teniendo en cuenta el volumen de titulados que se presentan por la disponibilidad de plazas existentes. Por eso, los aspirantes suelen acudir a una academia para prepararlo con garantías. “El problema es que es la peor oposición con diferencia, con un ratio máximo de aspirantes por plaza. De hecho, de mis amigas, yo soy la única que lo ha sacado a la segunda”, dice Ania Martínez, para quien “tienes que hacer un examen cercano a excelente. Es una prueba muy de entender, de estudiar mucho... hay que saber por qué manual te están preguntando”, aclara.

“Mi idea era estudiar un año y si no, a otra cosa. Pero cuando te has desfondado a estudiar, dices ¡cómo no voy a echar otro!, y la gente se va acumulando... Es como una lotería”, añade Isaac. Consuelo Rico sabe bien de lo que hablan. “Una psicóloga con alta capacidad se empolló hasta los exámenes de 1989 y sin embargo no ha sacado plaza”.

Los dos tenían muy claro que querían decantarse por la psicología clínica. Ahora tienen por delante cuatro años de formación, que irán alternando en diferentes rotaciones. “Pasamos por todos los abanicos de la psicología clínica, por drogodependencias, agudos, rehabilitación... A mí me interesa el terreno infanto-juvenil y tengo muchas expectativas puestas en esa rotación”, explica Isaac Alfonso Segura.

“Yo ahora estoy en agudos en el hospital y me encanta. Los pacientes ingresan cuando tienen una crisis y se descompensan y ves la patología cuando está más floreciente”, dice Ania Martínez. Isaac Alfonso Segura ve básicamente al mismo tipo de paciente pero en un momento distinto. “Sobre todo los psicólogos vemos patología mental común como depresión o ansiedad o duelos... Es una dimensión más común, aunque también hay psicólogos trabajando en patología grave”, aclara Segura que trabaja en una rotación con otros tres psicólogos. “Cada uno tiene su agenda y hacemos tratamiento en función del número de pacientes, estoy sorprendido para bien del tiempo que se dedica a la gente con sesiones de una hora. Tengo la agenda con cuatro o cinco pacientes y les puedo ver semanalmente. Eso es con lo que el psicólogo sueña, con hacer una terapia de frecuencia. Es como si trabajases por la privada pero en la pública”.

Ellos han conseguido el mayor sueño de sus vidas, pero no pueden olvidar alguna pequeña reprimenda a la administración. “Me parece insultante que después de todo lo que te has preparado, llegues luego al examen y compruebes, por ejemplo que hay preguntas repetidas. O cuestiones con faltas de ortografía. El sistema de impugnaciones no es transparente y cuando tu quieres impugnar una pregunta tienes que poner un montón de referencias bibliográficas”, se queja Martínez.

Pero sobre todo expresan una queja con mucho énfasis. “Hay un total de 129 plazas, 120 para el turno libre y 9 para el turno de discapacidad y tan capacitado está el primero como el 129. Pero este año, la Clínica Universitaria de Navarra se ha portado muy mal. Aquí ademas de sacar la plaza, tienes que hacer una entrevista y se reservan el derecho de aceptarte o no. Si nadie ha cogido antes la CUN, la última persona del turno libre está obligada a cogerla. Este año la que logró el número 120 fue a la entrevista, y la rechazaron. Y a pesar de haber sacado plaza y pasar la criba como los demás, como ha sido rechazada por la CUN, se ha quedado sin plaza y nadie le ha explicado por qué”, se quejan de forma amarga estos dos afortunados.