Cuando acabó 2015, España tenía 16.400 peticiones de asilo sin resolver y cuyo plazo, aunque es de seis meses, es ampliable a 21, aunque hay gente en España que espera durante años, lo que provoca que muchos refugiados vivan en algo parecido a un limbo. Tienen una tarjeta roja que acredita que han solicitado asilo y están autorizados a residir y/o a trabajar en el país, pero es un documento temporal; y para cuando la Administración ha resuleto su caso, las ayudas han terminado.

El programa de acogida en España dura dos años, tras los que tienen que buscarse la vida como un ciudadano más, pero sin redes de apoyo y con un permiso temporal en un país desconocido. A nivel personal, supone un bloqueo porque no saben cuál será la respuesta del Ministerio del Interior.

Otro grave problema es que, al no tener oficialmente la condición de refugiados, sus derechos están paralizados. Un refugiado puede obtener la nacionalidad al cabo de cinco años en España, pero no cuenta el plazo en espera.

más de siete años de espera Juan María (nombre falso), de Guinea Ecuatorial, lleva esperando desde enero de 2009. Es militante de un partido opositor y fue encarcelado dos veces acusado de intentar un golpe de Estado y salió en libertad por “la presión internacional, entre otros de España, que pedía al régimen pruebas de las acusaciones”, como señaló a Europa Press.

Durante su estancia en prisión su familia tuvo que emigrar a Norteamérica, donde recibieron asilo. Cuando salió, se matriculó en la UNED para cursar el acceso pero la situación se volvió asfixiante, había una pareja de policías inflitrada en el alumnado “para controlar la información” que él pudiera dar a los españoles y fue el cónsul de España en Guinea Ecuatorial quien le atendió y selló un visado de turista.

Llegó y solicitó asilo pero no recibió ninguna ayuda ni fue informado del programa de acogida. Se trasladó a Zaragoza, donde le dieron documentos temporales: “Primero me dieron un folio, luego una tarjetita blanca, luego una tarjeta amarilla y después una roja, y yo ya pensaba que en seguida me darían el asilo, tenía esperanzas, pero llevo más de seis años con la misma tarjeta”.

Dice que lo ha intentado todo. Tras escuchar las dependencias de asilo en Zaragoza, presentó hace cuatro años un recurso para intentar que la Oficina de Asilo se pronunciase sobre su caso, pero sin éxito.

“Yo tenía la esperanza de que aquí seguiría con mi carrera y que con suerte después podría trabajar. Incluso tenía la esperanza de que me concederían la nacionalidad española, porque los de Guinea Ecuatorial con dos años de residencia ininterrumpida aquí tenemos acceso. Ya son ocho años y no me dan ni el asilo ni puedo tener la nacionalidad. ¿En qué lugar me deja España? No tengo futuro, no vivo. No sé qué más hacer”, afirmó.

cada vez más casos Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), España recibió más de 14.800 solicitudes en 2015, tres veces más que el año anterior, pero la Oficina de Asilo y Refugio se pronunció sólo sobre 3.240. “El problema no es solamente ese, sino que hay un número cada vez mayor de solicitudes pendientes de resolución”, señaló Paloma Favieres, responsable del Servicio Jurídico de la ONG, que continuó: “Esto se debe a que se ralentiza el procedimiento”.

Las ONG apelan a un criterio de prudencia, que implicaría incumplir los acuerdos de Ginebra dejando congeladas algunas peticiones en lugar de atender al derecho individual de cada persona. Es por lo que Amnistía Internacional tilda el sistema de asilo español de “discriminatorio”. Juan María no es de ninguna de esas nacionalidades y sin embargo, sigue esperando. No tiene una respuesta, plantea que quizá sea sólo una cuestión de voluntad. - E.P.