Bilbao - Uno de cada cuatro hogares en Euskadi está formado por una persona. Y es que vivir solo se está convirtiendo menos en la excepción y más en la regla. Hoy en día, estas personas suponen una de cada diez en la CAV. Pero esta es una tendencia global. En todo el mundo, los hogares unipersonales han aumentado alrededor del 50% en los últimos 15 años. El incremento de tres grupos de personas ha elevado el número de hogares unipersonales: el de las mujeres viudas cuyos hijos se han ido ya de casa, el de los jóvenes que optan por vivir solos y el de las personas separadas o divorciadas.
“Por una parte, las personas mayores que se quedan viudas y cuyos hijos ya se han ido de casa viven más años. Antes, una viuda podía sobrevivir al marido unos años, pero ahora hay mujeres que pueden estar 20 e incluso 30 años viudas. Una parte muy importante de los hogares unipersonales son mujeres ya relativamente mayores y viudas. Es decir, personas que se han ido quedando solas”, sostiene Joseba Zalakain, director del SIIS Centro de Documentación y Estudios.
Este es el caso de Pilar, viuda desde hace ocho años y madre de una joven ya independizada. “Al principio fue duro, como es lógico. Una vez superado el duelo, hay que lidiar con la soledad, que es muy dura cuando no es por elección. Pero ahora tengo clarísimo que si algún día tengo pareja, cada uno en su casa. Después de ocho años, me he acostumbrado a vivir sola y no quiero compartir mi hogar con nadie”, sostiene con rotundidad.
El sociólogo Joseba Zalakain explica que “otro elemento es que entre las personas jóvenes que se independizan hay más posibilidades de optar por independizarse solo. Son gente joven que ha decidido vivir sola. Eso antes era menos común, había prejuicios. Por ejemplo, hoy en día la palabra solterón o solterona ha quedado completamente en desuso, nadie piensa ya en esos términos. Otro tercer elemento es el de las personas separadas que se han quedado solas”, prosigue. “Los tres elementos han crecido, entonces es normal que cada vez sea un porcentaje mayor el de los hogares de personas solas”, concluye Zalakain. - M. Martínez