barcelona - Un ensayo clínico hecho por el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y el Centro de Regulación Genómica (CRG) ha demostrado que un compuesto del té verde -la epigalocatequina galato- junto con la estimulación cognitiva mejoran las capacidades intelectuales de las personas con síndrome de Down.

Los resultados de la fase 2 del ensayo clínico, que publica la revista The Lancet Neurobiology, indican que este tratamiento consigue mejores resultados en las pruebas relacionadas con la memoria visual y las funciones ejecutivas que aquellos participantes del grupo control. El ensayo lo han liderado los doctores Rafael de la Torre (IMIM) y Mara Dierssen (CRG) y, pese a no ser una cura, es la primera vez que un tratamiento demuestra cierta eficacia en este síndrome y abre la puerta a investigaciones orientadas a tratar un síndrome que se creía huérfano de tratamiento.

La epigalocatequina galato es un compuesto presente en el té verde, que, junto con un protocolo de estimulación cognitiva, mejora algunas de las capacidades intelectuales y modifica la excitación y conexión funcional del cerebro de las personas con síndrome de Down.

Diersen explicó que el hallazgo es fruto de un largo proceso de investigación básica, farmacológica y clínica. “Es la primera vez que un tratamiento demuestra alguna eficacia en la mejora de la función cognitiva en personas con este síndrome”, dijo Dierssen, jefa del grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas en el CRG y autora principal del estudio.

“Hay que dejar claro que nuestro descubrimiento no es ninguna cura para el síndrome de Down y que nuestros resultados todavía deben probarse en muestras más grandes pero puede ser un tratamiento para mejorar la calidad de vida de estas personas”, puntualizó. El síndrome de Down afecta aproximadamente a una de cada 1.000 personas en el mundo y es la causa más común de discapacidad intelectual de origen genético. Está causada por una trisomía en el cromosoma 21, es decir, que las personas con este síndrome tienen tres copias y no dos del cromosoma 21, lo que hace que los genes presentes en este cromosoma estén sobreexpresados.

El trabajo se ha centrado en el papel de la epigalocatequina galato, presente en el té verde, que compensa este exceso de función de uno de los genes del cromosoma 21 relacionado con la plasticidad cerebral y algunas funciones cognitivas. - Efe