donostia - El euskera ha sumado en los últimos 35 años 300.000 hablantes, un “logro” que lo ha convertido en “referente internacional” para aquellas sociedades que también buscan revitalizar sus lenguas. Este éxito es fruto de un conjunto de factores que tienen su base en la Ley del Euskara aprobada hace más de tres décadas. Pero, ¿y a partir de ahora qué?. Esta es la pregunta que encabeza el documento presentado ayer por el viceconsejero de Política Lingüística del Gobierno vasco, Patxi Baztarrika, y que tiene como fin establecer el marco de prioridades de la política lingüística en la CAV a 20 años vista para garantizar la sostenibilidad del crecimiento del euskara y su vitalidad.
Del documento se desprende que el objetivo principal de la estrategia lingüística vasca para dentro de veinte años será avanzar hacia “la construcción de una sociedad vasca en la que todos los ciudadanos y ciudadanas, al menos, comprendan bien las dos lenguas oficiales”. Los expertos que han participado en la elaboración de este documento admiten que en 2036 no será posible alcanzar este objetivo, pero “debemos orientar nuestros pasos en esa dirección”.
No solo se trata de construir una sociedad bilingüe, sino multilingüe, en donde “al menos todos entiendan ambas lenguas oficiales y en la cual el uso del euskera crezca de manera sostenida”. Una sociedad que, además de plurilingüe, es plural, y en donde la convivencia lingüística es “un elemento fundamental” de la convivencia social”.
En este sentido, será importante que adquiera “mayor peso que nunca la adhesión al euskera, el consenso social y político y la capacidad de atracción” de este idioma. “Así, el objetivo de garantizar los derechos lingüísticos de toda la ciudadanía debe ser el cimiento del consenso”. Porque el castellanohablante “ha de admitir que toda persona vascohablante le asiste el pleno derecho de emplear el euskera con normalidad” y, al mismo tiempo, los “vascohablantes han de asumir que los vascos y vascas que así lo deseen tienen todo el derecho a usar el castellano y han de considerar normal que miles de vascos y vascas -incluidos muchos vascohablantes- vean en el castellano su lengua de preferencia”.
De ahí la importancia, destaca el documento, de que toda la ciudadanía entienda los dos idiomas oficiales como el único modo de garantizar la opción lingüística de cada persona. “Comprender al menos las dos lenguas es un requisito para el respeto del derecho de elección lingüística”. No obstante, con los datos obtenidos en la proyección a 20 años que acompaña el documento -y que se detallan en la noticia aledaña- será difícil llegar a ese objetivo en este plazo.
Aún así, todavía tiene un “largo camino por recorrer”, ya que se mantiene en una situación “sociolingüística desequilibrada” respecto al castellano. En este contexto, los expertos se han preguntado por ese futuro que “queremos” y que “podemos construir” para nuestra lengua y en esta reflexión se ha establecido como base del modelo vasco para la convivencia lingüística en las dos próximas décadas “la construcción de una sociedad vasca en la que todos los ciudadanos y ciudadanas, al menos, comprendan bien las dos lenguas oficiales”.
Estas reflexiones se recogen en el documento titulado Eta hemendik aurrera zer?/Y a partir de ahora qué?, que fue presentado ayer en Donostia por Patxi Baztarrika. Un texto que cuenta con el refrendo de la Comisión Especial Euskara 21 del Consejo Asesor del Euskera y que versa sobre el desarrollo sostenible del euskera.
La vía para ese desarrollo sostenible, señala el texto, es que el euskera se convierta en una “lengua viva para la vida -mayor de edad- y para la convivencia”. No es baladí semejante afirmación si se tiene en cuenta que, aunque su supervivencia está “asegurada para al menos dos o tres generaciones”, no ocurre lo mismo con “su vitalidad”.
En opinión de los expertos, es de “vital importancia” que la lengua “gane y afiance unos mínimos espacios funcionales”. Para ello, “se deben distinguir los ámbitos geográficos susceptibles de ser considerados arnasgunes o espacios vitales para el euskera, los ámbitos intermedios y los ámbitos geográficos marcadamente castellanohablantes”.
Prioridades El documento establece una serie de prioridades a partir de las tres dimensiones definidas por el sociolingüista Iñaki Martínez de Luna para explicar el uso del euskera: la dimensión macrosocial, la microsocial y la individual.
En el primer ámbito, y para dotar a Euskadi de una política lingüística eficaz es “imprescindible” llegar a la sociedad “con un discurso renovado” que tenga como base “el consenso más amplio posible”. Además, se aboga por reducir la asimetría existente por territorios e implicar a Europa y España en la protección del plurilingüismo.
Respecto a la dimensión microsociales, “salta a la vista la importancia de euskaldunizar el mundo, ambiente, costumbres y ocio de los jóvenes, la importancia de que sientan el euskera como algo atractivo y útil: en última instancia, que vean que el euskera tiene cabida en su vida cotidiana”. Un área importante, en este sentido, son las TIC o el mundo laboral. Algo que enlaza con otra de las prioridades de la dimensión personal como es trabajar la motivación. Para incidir en ella es importante “contar con referentes o crearlos” y también en determinados agentes y ámbitos, como la familia, el ocio, la creación cultural o las TIC.
Composición. Baztarrika estuvo arropado por la Comisión Euskara 21: Kike Amonarriz, Martin Auzmendi, Jasone Cenoz, Maite Etxaniz, Ramon Etxezarreta, Lionel Joly, Mertxe Mugika, Carlos Ruiz, Itziar Nogeras, Iñaki Ugarte, Kirmen Uribe, Iñaki Etxezarreta, Odile Kruzeta, Ana Urkiza, Iñaki Martinez de Luna, Xabier Erize, Lorea Bilbao, Mikel Irizar, Ana Castro, Elena Laka, Mikel Pagola y Eneko Oregi.