vitoria - Osakidetza sigue sin vacunas de la tosferina para todos. Miles de niños vascos entre seis y siete años no han podido ponerse la vacuna de recuerdo por el problema de suministro global de la vacuna trivalente dTpa, la que previene contra la tosferina, la difteria y el tétanos. De hecho, el Servicio Vasco de Salud se vio obligado a dejar en suspenso el pasado 14 de septiembre esta dosis a los pequeños de esta edad para priorizar otros grupos de más riesgo. Y aunque el desabastecimiento se lleva prolongando desde comienzos de 2015, expertos del Comité Asesor de Vacunas y de Epidemiología aseguran que la escasez de inmunizaciones podría prolongarse durante un año más, lo que significaría poder poner este suero a los niños ya con ocho años.
Hasta el momento, estas dificultades de suministro no han afectado a los menores de dos años, que han tenido garantizadas las vacunas, ni a las mujeres embarazadas, dado que el impacto de la enfermedad es más grave en el primer año de vida. La preocupación estriba en que la tosferina ha acelerado en los últimos tiempos su ritmo de contagio. De hecho, hay un incremento de su incidencia en países con altas coberturas de vacunación, como es el caso de Euskadi. Desde 2011, su incidencia en la CAV se ha elevado hasta alcanzar los 23 casos por 100.000 habitantes en 2014. En el Estado, el pasado ejercicio multiplicó por 2,5 el volumen de casos respecto al año anterior. La muerte de cinco recién nacidos en el último trimestre del pasado año encendió todas las luces de alarma ya que los menores de un año constituyen el grupo más vulnerable.
“Lógicamente los padres me expresan su preocupación por no poder vacunar a sus hijos de seis años, pero la tosferina es una enfermedad seria y grave para niños de menos de un año pero en los más mayores es incómoda, aunque no peligrosa”, asegura el pediatra Javier Cerero.
En este sentido, el consejero Jon Darpón ya explicó en septiembre -cuando se decidió retrasar la vacunación hasta que hubiera dosis suficientes- que este aplazamiento no implicaba “ningún riesgo epidemiológico, por tratarse de una vacuna de recuerdo que puede ser aplazada”. Esta misma argumentación sostuvo la presidenta del Consejo Asesor de Vacunaciones de Euskadi, Itziar Astigarraga, quien declaró, que “se conoce la experiencia de países como Austria que administra la vacuna a los ocho años o Noruega que la pone a los siete”.
Actualmente se vacuna a los 2, 4, 6 y 18 meses y hasta ahora se ponía una dosis de recuerdo a los 6 años. El suero surte efecto, pero la inmunidad generada tiende a debilitarse con el tiempo, de tal forma que los grupos que fueron inmunizados hace una década incuban ahora la bacteria. Como explica de manera gráfica el doctor Cerero, “antes, en la vacuna se introducía el germen muerto, y ahora se ha cambiado y se ha pasado a una vacuna que se llama acelular. Hemos ganado en seguridad, pero hemos perdido en eficacia porque se ven algunos casos de tosferina en niños vacunados a partir de los seis años. Y sobre todo estamos viendo tosferinas en chavales a partir de 12, 13, y 14 años por esa pérdida de eficacia”, asegura.
Aunque no ha generado un problema grave de salud, la temporalidad del aplazamiento está siendo mayor de lo esperado. Ya en septiembre, la directora de Salud Pública, Miren Dorronsoro, aseguraba desconocer cuánto tiempo duraría el problema ya que “si se hubiera sabido algo habríamos hecho las previsiones oportunas”, aclaraba, por lo que la demora ha pillado a todos los sistemas de salud con el pie cambiado.
Problema de producción Glaxo SmithKiline (GSK) y Sanofi son los dos laboratorios que fabrican la vacuna de la tosferina. Las únicas razones que aducen los fabricantes, son “la reducida capacidad de producción y el incremento de la demanda mundial que supera el ritmo actual de fabricación”, por lo que el número de dosis que se pueden adquirir son, de momento, inferiores a las necesarias. Y es que la compañía biotecnológica que compone la base sobre la que la industria farmacéutica elabora la vacuna no cubre ni mucho menos las peticiones del fármaco. Los laboratorios que emplean dicha semilla base, como se le denomina, para producir la vacuna que solicitan las comunidades, suministran desde hace dos años muchas menos dosis de las requeridas. Además esta inmunización es una de las más difíciles de fabricar. El proceso puede durar de 18 a 24 meses.
Con un rebrote de la enfermedad de más del 150% este año, el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) ha tenido que elaborar una evaluación de riesgos ya que el desabastecimiento, según ha hecho público, “amenaza a la salud pública de la Unión Europea”.