vitoria- La soledad, la separación y la falta de comunicación con otras personas es cuestión de edad y también de género, pero no de nacionalidad. Así lo refleja un informe elaborado por el Gobierno Vasco sobre las personas sin hogar en Euskadi en el que se apunta que una de cada cuatro permanece sola la mayor parte del día (26,3%), mientras siete de cada diez lo pasan en compañía de otras personas. Estas situaciones de aislamiento social se producen en mayor medida entre los hombres, entre los cuales casi tres de cada diez pasan la mayor parte del día solos (28,2%), frente a dos de cada diez mujeres (19,6%).
Según indica el II Estudio sobre la situación de las personas en situación de exclusión residencial grave en la CAPV 2014, que realizó un recuento la noche del 29 al 30 de octubre de ese año en diez municipios vascos, más de 300 personas duermen en las calles del conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca y 1.500 lo hacen en recursos para personas sin hogar.
Este documento señala que las situaciones de soledad afectan de forma similar a las personas de nacionalidad extranjera (27,5%) y a las personas nacidas en el País Vasco o en el Estado (24,7%). Respecto a la edad, se observa una mayor prevalencia de las situaciones de soledad entre las personas mayores de 55 años, entre las cuales más de un tercio pasa la mayor parte del día sola (34,2%). No obstante, en todas las franjas de edad -con la única excepción de las personas menores de 24 años- al menos una de cada cuatro personas permanece sola la mayor parte del día.
Las mayores diferencias se relacionan con el lugar de pernocta: cuatro de cada diez personas sin techo (42,8%) y casi la misma proporción de las personas alojadas en albergues y refugios (42,4%) permanecen solas la mayor parte del día, frente a solo el 18,5% de las personas alojadas en recursos de media y larga estancia. Las relaciones que más habitualmente establecen las personas sin hogar son las familiares, que mantienen algo más de ocho de cada diez personas que respondieron a la encuesta (el 83,3%) y las relaciones con amistades, con un porcentaje muy similar (el 79,9%).
Le siguen las relaciones que mantienen con distintos profesionales de los Servicios Sociales (76,8%), las relaciones con compañeros en el ámbito laboral o formativo (66,7%), las relaciones con la vecindad (46%) y con la pareja (25%). En el caso de aquellas personas que sí mantienen algún tipo de vínculo social, aquellas relaciones que son valoradas en mayor medida como “muy importantes” por parte de las personas en situación de exclusión residencial grave se corresponden con las relaciones familiares y de pareja. Aproximadamente las tres cuartas partes de todas las personas que mantienen estos vínculos consideran esas relaciones “muy importantes”. En tercer lugar se encuentran las relaciones que estas personas establecen con diferentes profesionales en el marco de los Servicios Sociales. Más de la mitad de quienes mantienen este tipo de relaciones las consideran “muy importantes”.
Alojamientos Por otra parte, el recurso más utilizado entre las personas encuestadas son los servicios de alojamiento (albergues, centros de noche o pisos de inserción) que, en los tres meses previos al estudio, habían sido utilizados por la inmensa mayoría de las personas identificadas (el 92,4%, un total de 1.142 personas). Tras los servicios de alojamiento, los servicios utilizados por la mayoría de personas en situación de exclusión residencial grave fueron los centros de salud (70,6%) y la oficina de Lanbide (60,1%).
El resto de los recursos fueron utilizados en los tres meses previos al estudio por menos de la mitad de los encuestados. Pese a ello, un 41,4% de estas personas acudieron a centros que imparten cursos de formación, el 38,5% acudió a los servicios sociales de base y el 34,5% estuvo en un centro de día. El recurso menos utilizado, tras los programas de desintoxicación de drogas (13,8% de las personas sin hogar de la CAV), es el servicio de educadores de calle, con quienes sólo tuvo contacto una de cada diez personas sin hogar.
De los servicios dirigidos a cubrir las necesidades básicas de las personas sin hogar -con la excepción del alojamiento- el más utilizado es el servicio de comedor social, al que acudieron el 27,1% de las personas identificadas, seguido de los servicios de higiene o limpieza (duchas públicas, lavanderías...), que sólo fueron utilizados por el 17,6%. Los centros de salud mental fueron utilizados por algo más de una de cada cuatro personas sin hogar (27%), tasa de utilización muy similar a la de los servicios de urgencias sociales (25,4%).
Los servicios de atención y acogida a personas inmigrantes atendieron a dos de cada diez personas sin hogar (20,5%) pero si se considera la tasa de utilización de este recurso sólo entre las personas sin hogar de origen extranjero, se constata que el servicio fue utilizado por un tercio de las personas sin hogar nacidas en el extranjero (33,9%).
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Las situaciones de soledad afectan de forma similar a las personas de nacionalidad extranjera (27,5%) y a las personas nacidas en el País Vasco o en el Estado (24,7%). Respecto a la edad, se observa una mayor prevalencia de las situaciones de soledad entre las personas mayores de 55 años, entre las cuales más de un tercio pasa la mayor parte del día sola (34,2%). No obstante, en todas las franjas de edad -con la única excepción de las personas menores de 24 años- al menos una de cada cuatro personas permanece la mayor parte del día sola.