BANGKOK. Trabajadores sanitarios de Asia se niegan a realizar cirugías y atender a personas infectadas con el VIH, llegando incluso a expulsar a los pacientes de los hospitales y a forzar a las mujeres a ser esterilizadas, según un estudio realizado por la organización Asia Catalyst.

En China y Vietnam, las recomendaciones han cambiado para pasar de recomendar operaciones a medicación tópica y oral, mientras que en Birmania y Camboya los pacientes con VIH son segregados en los centros médicos.

"Se ve el miedo y la falta de información existente en los estamentos médicos", ha lamentado Gareth Durrant, director de iniciativas comunitarias y gestión de capacidades de Asia Catalyst.

En la región de Asia-Pacífico viven 4,8 millones de personas infectadas por el VIH, la mayoría de las cuales residen en doce países: Birmania, China, Camboya, Filipinas, India, Indonesia, Malasia, Nepal, Pakistán, Papua-Nueva Guinea, Tailandia y Vietnam.

Asia Catalyst entrena y apoya al personal de ocho organizaciones comunitarias, con dos en Camboya, China, Birmania y Vietnam. Entre mayo y julio de 2015 entrevistaron a 202 personas --149 mujeres, 38 hombres y 15 transexuales-- sobre el tratamiento que recibían.

En total, 51 denunciaron que se les negó el tratamiento después de que se supiera que tenían VIH, incluyendo servicios relacionados con el embarazo para mujeres en Camboya y atención general para trabajadores sexuales en Birmania y Vietnam.

"Tras cinco días con dolores de parto, el primer hospital no pudo ayudarme y me envió a este. No me ayudaron. Afortunadamente, parí sin ayuda en la sala de espera", ha relatado una mujer de la provincia camboyana de Kampot (sur).

La organización ha afirmado además que siete pacientes --dos en China y Birmania, y tres en Camboya-- fueron obligados a abandonar el hospital después de revelar que padecían el virus.

Asimismo, algunos centros condicionaron su ayuda a la esterilización de las mujeres con VIH, con una mujer siendo esterilizada en localidad birmana de Rangún sin dar siquiera su consentimiento.

Por ello, Durrant ha destacado la importancia del trabajo de las organizaciones civiles a la hora de ir a las comunidades e informar y documentar sobre los problemas existentes en estos casos.

"Las comunidades han dicho desde hace mucho tiempo que este hospital es malo, o que aquel médico no es bueno, pero no lo valoraron como una violación de los Derechos Humanos que nunca debió haber tenido lugar", ha remachado.