Rami (nombre ficticio) tiene 10 años y llegó a Líbano el pasado febrero procedente de Deir Ezzor, ciudad situada al noreste de Siria y sitiada por el Estado Islámico. Rami llegó con sus padres y sus tres hermanos menores, de ocho, seis y un año. La familia presenta síntomas de desnutrición. Su testimonio: “En Deir Ezzor había bombardeos y había personas que mueren. Los aviones atacaban a todo el mundo. Cuando había bombardeos no podíamos salir de casa. Mis hermanos y yo no nos movíamos. Teníamos miedo de morir bajo los bombardeos. Mi papá nos decía que no tuviéramos miedo y que no moriríamos. Todos los días había bombardeos (...) Estamos acostumbrados a comer hierba en Deir Ezzor. Nos sentimos seguros cuando llegamos aquí. Estamos mejor aquí porque no hay bombardeos o aviones que nos atacan. Me gustaría poder ir a la escuela. Me encanta el colegio. La escuela es buena porque los niños juegan. Deseo que paren los bombardeos para que los niños de Deir Ezzor puedan ir a la escuela también”.
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