PEKÍN. La recién abolida política del hijo único, que durante más de tres décadas prohibió a la mayoría de los matrimonios de China tener más de un vástago, "ha tenido un duro coste", admitió hoy la portavoz del Poder Legislativo chino, Fu Ying, en la víspera del plenario anual de esa institución.

"Tras abolirla, la gente ha tenido sentimientos encontrados, porque por una parte ayudó a controlar el fuerte crecimiento de la población china pero, por otra, tuvo duros costes para las familias y los individuos", reconoció Fu en una rueda de prensa donde repasó diversos temas de la actualidad china.

La portavoz y exviceministra de Asuntos Exteriores china señaló que fueron esos efectos negativos los que hicieron necesario reformar la polémica política demográfica, y permitir por tanto a partir del 1 de enero de este año que todas las familias chinas puedan tener hasta dos hijos.

Fu aseguró que la política del hijo único, aplicada desde finales de los 70 hasta 2015, tendrá su espacio en la historia, y matizó que algunas preocupaciones que despertó en las décadas en que estuvo en vigor se disiparon con el tiempo.

"Muchos estaban preocupados por la llegada de una generación de 'emperadores', niños egoístas, pero lo que hemos visto es una generación de jóvenes llena de amor y vigor, que ya no se tiene que preocupar por la falta de alimento", aseguró la portavoz.

Según los demógrafos chinos, la política del hijo único sirvió para evitar que la población actual del país fuera actualmente de 1.700 millones de habitantes (ahora ronda los 1.400 millones), lo que ha contribuido a la reducción de la pobreza extrema en China.

Sin embargo, admiten que la política tuvo también efectos negativos, como el envejecimiento de la población, el aumento de los abortos selectivos (si el feto era niña) y los abandonos de recién nacidas por familias que preferían tener un hijo varón.