donostia - Su caso comparte características con el de Pablo Ibar. Joven e hijo de padre vasco, residente en el extranjero (Filipinas), es condenado a la pena capital acusado de secuestrar y matar a dos mujeres en 1997. El proceso estuvo plagado de irregularidades, pese a lo cual acabó en el corredor de la muerte. Se trata de Paco Larrañaga, quien sorteó la pena de muerte tras su abolición por el país asiático, lo que le conllevó un castigo de 40 años tras las rejas.

En 2009, un acuerdo entre los gobiernos español y filipino facilitó que Larrañaga continuase el cumplimiento de su pena en la prisión donostiarra de Martutene. Actualmente cumple régimen de tercer grado, por lo que durante el día trabaja en un restaurante de Orio y regresa a prisión para dormir.

Tras conocer las novedades sobre el caso de Pablo Ibar, Larrañaga se siente en cierto modo identificado con el joven encarcelado en Florida. “Estoy muy feliz por él. He sentido muchísima alegría, pero ahora tiene que ser más fuerte porque se le va a hacer más difícil que nunca. Cuando está más cerca la libertad, la cosa es más complicada. Tienes que tener el doble de paciencia”, testimonia este hombre que, tras estudiar hostelería en la escuela zarauztarra de Karlos Arguiñano, comienza a abrirse camino en el mundo de la restauración en la cocina de una casa de comidas oriotarra.

Mientras tanto, Larrañaga confía en que prospere su petición de indulto y, así, recobrar la libertad total para completar su reintegración social. - A.A