África, la víctima de los efectos del cambio climático, reclama a los países desarrollados el impulso y la financiación para conseguirlo, según coincidieron ayer diversos jefes de Estado africanos durante la Cumbre del Clima de París (COP21). Reunidos por iniciativa del presidente francés, François Hollande, anfitrión del encuentro, los países africanos mostraron su deseo de contribuir a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero como son ya los que menos emiten, menos del 4% del total, pese a sufrir las consecuencias, consideran que su esfuerzo debe venir aparejado a una importante contribución económica. Los africanos quieren su parte de los 100.000 millones de euros que se pretende movilizar anualmente para afrontar sus compromisos de reducción de los gases contaminantes y limitar así el calentamiento climático a 2 grados centígrados.
El presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, que preside el grupo de países africanos para el fomento de las energías renovables, destacó la importancia de que los africanos tengan acceso a la electricidad, algo inaccesible para un tercio de su población. Respaldado por una decena de mandatarios del continente, el presidente egipcio aseguró que “sin ser el origen” del calentamiento climático “África es quien más lo sufre”. En efecto, el calentamiento climático acelera la desertización y desregula el clima, lo que provoca periodos de sequía e inundaciones.
El incremento consecuente de la pobreza provoca que haya más migraciones y que en las zonas más afectadas proliferen los grupos terroristas. “Sabemos que el grupo terrorista Boko Haram está reclutando en el lago Chad”, indicó el presidente de Níger, Mahamadou Issoufou, quien teme que a ese lago le suceda “como al mar de Aral, que desaparezca”. El salvamento del lago Chad, que desde la década de 1980 ha perdido un 90% de su superficie, es uno de los ejes principales de actuación para los que los países africanos solicitaron ayuda. Permitir que vuelva a recuperar agua y que en su cuenca se asienten poblaciones, indicaron, serviría para reducir las migraciones y, al tiempo, luchar contra la desertización. Ese fenómeno es “uno de los más urgentes” que tienen sobre la mesa los jefes de Estado africanos, como señaló el presidente de Mauritania, Mohamed Uld Abdelaziz, que alertó sobre la necesidad de fortalecer la llamada Gran Muralla verde, que pretende impedir el avance del desierto del Sáhara hacia el sur.