Johana Ramírez, doña Sebastiana Aquino y Olga Quiej son tres mujeres indígenas que han sufrido discriminación y maltrato, y que ahora utilizan sus experiencias para apoyar a otras a salir del círculo vicioso de la violencia. Son las protagonistas del documental Ruda: mujeres indígenas organizadas por una vida libre de violencia en Guatemala, realizado por Oxfam Intermón y Pikara Magazine, que hoy se presentará en Vitoria.

El proyecto se encuadra en el programa cooperación Mujeres guatemaltecas defendiendo su derecho a vivir libres de violencia, que Oxfam Intermón impulsa junto con las asociaciones de mujeres indígenas guatemaltecas Amuted, Cicam y Majawil Q’ij, financiado con el apoyo de la Agencia Vasca de Cooperación.

Con su triple estrategia de empoderar a las mujeres en sus derechos, la mejora de la atención integral a las mujeres víctimas de violencia, y el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres, el programa da respuesta a la situación de violencia que viven las guatemaltecas, dándoles la oportunidad de sanarse y reconocerse como personas valiosas que pueden usar sus saberes para apoyar a otras. “Aunque la mayoría de las mujeres en mi país son indígenas, son las que viven en invisibilidad e impunidad”, recordó Eva Mejia, de Oxfam Intermón Guatemala.

A sus 64 años, doña Sebastiana es la lideresa más veterana del grupo y reconoció que fue a raíz de su participación en la Asociación Majawil Q’ij cuando empezó a apoyar a las mujeres violentadas, dándoles asesoramiento y apoyo emocional, y también mediante sus conocimientos de curandera. La asociación Majawil Q’ij se caracteriza por recuperar los saberes ancestrales de los pueblos mayas y por formar a autoridades ancestrales (curanderas, comadronas y guías espirituales) para que participen en los planes de prevención comunitaria de violencia. “Acompaño a las mujeres e intento sensibilizar a los consejos de ancianos para que impidan la violencia contra ellas. Me han amenazado mucho, a muchos no les gustan los consejos que yo doy a las mujeres”, reconoció.

supervivientes de trata Johana Ramírez se nombra como sobreviviente de trata y coincidió con sus compañeras al señalar lo importante que fue para ella participar en asociaciones de mujeres para sanarse y fortalecer su autoestima. Formada con la asociación CICAM, a sus 53 años, además de acompañar a las mujeres en sus denuncias participa en redes interinstitucionales sobre atención a las víctimas y también forma a funcionariado público, incluida la policía. “Es un trabajo agotador, las mujeres recurren a nosotras las 24 horas del día, pero estamos orgullosas de poder defender su derecho a una vida libre de violencia”, apuntó

La más joven de las activistas Olga Quiej, una pizpireta maestra quiché de 22 años, reconoció haber sido discriminada como mujer indígena. Además de apoyar en la alfabetización de las mujeres de su comunidad las acompaña ante situaciones de violencia y organiza actividades de sensibilización. Participa en AMUTED, asociación que se caracteriza por organizar procesos multiplicadores de empoderamiento en el que las lideresas formadas en derechos de las mujeres replican esos conocimientos en reuniones con las mujeres de las aldeas. “Aunque Guatemala es reconocido como un Estado plurinacional y multiétnico, se nos sigue discriminando por hablar en nuestras lenguas o por portar el traje tradicional”,

Para June Fernández, guionista del documental Ruda y coordinadora de Pikara Magazine, “la cinta puede animar a la sociedad vasca a desarrollar estrategias comunitarias para que todo el vecindario se implique en el apoyo de las mujeres maltratadas, frente a la tendencia de culpabilizarlas por no dejar a su agresor o por no haber interpuesto denuncia”.

Para ello, completarán las presentaciones de Ruda en las capitales vascas con una jornada el viernes sobre respuestas comunitarias a la violencia machista dirigida a feministas y mujeres organizadas. Será en Marinera, la Casa de Mujeres de Basauri, “un espacio tractor para las políticas de igualdad”, explicó la técnica de Igualdad, Anabel Sanz, quien adelantó “que en la CAV se han creado ya 20 Escuelas de empoderamiento”.

Activista en Chichicastenango es sobreviviente de violencia, desde que su madre la obligara a casarse con un joven que la maltrató 22 años. Entró en contacto con Viudas de Guatemala y conoció a la lideresa Mª Morales. Promueve la cosmosivión maya con un enfoque a favor de los derechos humanos y de las mujeres.

Imparte capacitaciones en diversas comunidades, grupos y establecimientos educativos sobre los derechos humanos de la niñez, la juventud, las mujeres, las personas de la 3ª edad y sobre la violencia, el círculo de la violencia y cómo salir de ella.