el verano toca a su fin. Y con él las vacaciones, esa época del año pensada para escapar de las rutinas, del estrés laboral, olvidarse del despertador y cometer todo tipo de excesos contra tu organismo. En definitiva, para desconectar del día a día. Hasta que llegaron los móviles de última generación y la palabra desconectar dejó de tener sentido. Hoy hay que estar conectado. Siempre. Incluso debajo del agua (suena a chiste, pero se puede). No vaya a ser que te pierdas el tuit que puede cambiar tu vida o que Internet no sepa dónde y con quién te has ido de escapada. No hay límites porque los tentáculos del Whatsapp llegan a cualquier punto del globo terráqueo.

Hace años el supuesto éxito de unas vacaciones se medía por el nivel de moreno que trajera puesto el viajero de turno, directamente proporcional al porcentaje de su felicidad estival. Ahora eso ya no vale. Son las redes sociales las que marcan la pauta. Ya nadie pregunta al llegar a un hotel dónde comer bien, qué lugares merece la pena visitar... La urgencia, nada más aterrizar, pasa por saber la clave del wifi.

presumir por encima de todo La cosa es presumir de vacaciones, contarle minuto a minuto al mundo virtual lo bien que lo estás pasando. Tan bien que necesitas un paréntesis en pleno apogeo de gozo para sacar el móvil e inmortalizar el momento. Y quizá sea todo mentira por muchos filtros de Instagram que le pongas a la realidad. Puede que las vacaciones te hayan defraudado. A veces pasa. Lo mismo has discutido todos los días con tu pareja por bobadas de lo más intrascendentes. Igual los hijos, con su dichosa hiperactividad, te han quitado más horas de sueño que el jefe en periodo laboral y las ganas de echar a correr sin mirar atrás han marcado tu tiempo de ocio. Puede que las tormentas tropicales te hayan tenido encerrado tres cuartas partes de tus vacaciones jugando al bingo o bailando la Macarena con un animador de dos estrellas en un hotel de cinco. O a lo mejor tu plan de mochilero intrépido por la India se ha frustrado por culpa de una diarrea crónica y lo más exótico que has conocido son las saludables letrinas de Nueva Delhi. Pero ahí están las redes sociales para camuflar tus miserias y edulcorar las vacaciones a gusto del viajero. Porque siempre puedes tuitear que la India ha sido una experiencia increíble que te ha cambiado la vida, aunque lo único que realmente haya cambiado sea tu sistema digestivo.

Tu móvil y las redes sociales, siempre a mano, pueden sacarte del apuro. Inmortalizando un bonito atardecer (al parecer el sol solo se pone cuando uno está de vacaciones, un curioso fenómeno astronómico digno de estudio), con un buen puñado de me gusta en Facebook a un selfie con un perfecto desconocido con el que has acabado emborrachándote en un chiringuito cutre, o publicando la foto de un plato de gambas a la plancha en una terraza junto al mar, acompañada de un comentario del estilo “mmmmmm, ¡¡¡pero qué mal que estamos!!!”, puedes ser la envidia de todos tus amigos virtuales. O al menos pretenderlo, porque probablemente a esa gente que está delante del ordenador en una oficina o sacando piezas a destajo en la factoría le importen un bledo tu selfie, el atardecer de Cambrils o esa ración de gambas descongeladas a 13 euros.

fotos de pies Esta peligrosa tendencia a la exhibición vacacional comenzó con la extraña moda de las fotos de pies en la playa. Para que todos tuvieran constancia de que los juanetes de tus pulgares estaban aireándose con la brisa marina. Poco importaba dónde estuviera el resto de tu cuerpo. Los selfies, con o sin palo, han cambiado la perspectiva poniendo el foco sobre el tronco superior, y hoy en día también se lleva mucho eso de grabar a discreción todo lo que suceda a tu alrededor. Venecia, por ejemplo, se convierte en una convención de móviles y tabletas de última generación en la que los turistas del 4G disfrutan de románticos paseos en góndola vistos siempre a través de la pantalla de sus Iphone. Lo mismo daría ahorrarse el dinero del vuelo y el hotel y hacer la visita desde casa a través del Google Earth. Más cómodo, barato y sin aglomeraciones.

Por cosas como esa, los expertos, psicólogos de toda índole, recomiendan desconectar de verdad en vacaciones. Consejos de perogrullo pero de difícil cumplimiento inmersos como estamos en plena era digital. Hacer el esfuerzo sobrehumano de dejar un rato el teléfono en el hotel, apagarlo durante la noche, consultarlo un número limitado de veces al día, restringir tus horas de wifi... ese tipo de cosas.

Solo así se puede hacer honor a la palabra desconectar, con todas sus letras. Y, de paso, darles una oportunidad a tus amigos virtuales para que también ellos desconecten un rato de ti.

Robos. Mientras tú le cuentas a todo Internet lo lejos que estás de tu casa, hay quienes se frotan las manos sabiendo precisamente lo lejos que estás de tu casa. No hace falta ser un hacker para acceder a los perfiles en las redes sociales. Y los ladrones, que no son tontos, lo aprovechan. Expertos en seguridad aseguran que es una fuente de información muy poderosa para estas bandas y que los usuarios no son conscientes de estos peligros.

Tarifas de datos. Se recomienda que, antes de usar el móvil en el extranjero, se pida información por escrito sobre los precios que aplica la compañía, especialmente fuera de la Unión Europea. Este verano se han recibido multitud de quejas de consumidores que ven que las facturas telefónicas son muy altas, en alguna ocasión de hasta 20.000 euros. Casi nada.

150

En España hay 26 millones de móviles con acceso a Internet. 19 millones de usuarios viven conectados y consultan su dispositivo hasta 150 veces al día.