Tratamientos revolucionarios pero de coste imposible. La espiral de precios de las nuevas y sofisticadas terapias médicas que están saliendo al mercado amenaza con colapsar el sistema sanitario. Los tratamientos para la hepatitis C, que están poniendo a prueba las huchas sanitarias, son solo la punta del iceberg. Osakidetza había presupuestado para este año diez millones de euros para sufragarlos. Ya lleva gastados 20 millones (4 millones en 2014 y 16 millones desde enero hasta el 12 de mayo) y el coste se disparará hasta final de año, lo que provoca que el departamento haya anunciado que las terapias se proporcionarán a todos los afectados “pero de manera escalonada”.
Hasta hace poco tiempo, la hepatitis C tenía un tratamiento de eficacia limitada y con importantes efectos secundarios. Con los nuevos antivirales -en combinaciones de dos o tres- las tasas de curación superan el 90% para todos los genotipos y sin apenas efectos secundarios, según los ensayos clínicos. El problema de estos bautizados medicamentos milagro es su alto precio. Según los datos facilitados esta semana, Osakidetza ha destinado este año 41.000 euros por cada paciente. De abril a octubre del pasado año, los tratamientos de uso compasivo para enfermos muy graves, tuvieron un coste por paciente de 83.000 euros.
Ocurre con los costosos medicamentos para la hepatitis C, pero también con los nuevos fármacos para el cáncer, la denominada inmunooncología, o con los nuevos anticoagulantes orales, los herederos inteligentes del Sintrom. De hecho, estos precios astronómicos provocan que haya problemas para acceder a los tratamientos más caros.
El fenómeno no es nuevo. En la década de los 90 se planteaba cómo financiar los primeros tratamientos contra el sida. Aquellos medicamentos costaban 6.000 euros por persona, hoy un nuevo tratamiento de doce semanas para la hepatitis C, puede llegar a alcanzar los 50.000.
Y no son los únicos. El paso de la farmacología sintética a la biológica va a representar un cambio drástico en la forma de abordar el cáncer, una de las enfermedades que más recursos consume. En los próximos años se espera la llegada de nuevos antitumorales que, suponiendo una extraordinaria noticia para los enfermos, se convertirán en un quebradero de cabeza para el sistema sanitario desde el punto de vista económico ya que descuadrarán todas las cuentas.
Los nuevos tratamientos de inmunoterapia pueden suponer entre 100.000 o 120.000 euros al año para un solo paciente. Eso en lo que respecta al tratamiento farmacológico porque luego un paciente oncológico tiene unos costes adicionales que quizá supongan otro tanto por las necesidades que pueda requerir, por la cirugía, por las pruebas diagnósticas que hay que realizar, consultas, hospitalizaciones, escáneres etc...
No son los únicos ejemplos que se pueden citar. Además están las enfermedades raras. Los síndromes de Hunter o Gaucher son los ejemplos más extremos pero no son exclusivos los casos en los que las medicinas de un año para un enfermo crónico lleguen a superar los 20.000 o 30.000 euros.
La financiación no solo afecta a los medicamentos de ultimísima generación. La crisis económica también está prolongando el reinado del veterano anticoagulante Sintrom y el control del gasto está frenando la implantación de los nuevos anticoagulantes. El medicamento actual tiene un coste de algo más de 3 euros frente a los 90 de su competidor y no hay que olvidar que se dispensan millones de cajas cada año.
estrangular el sistema La llegada de las innovaciones que cambian el curso de las enfermedades está obligando a los expertos a resetear lo hecho hasta ahora y a estudiar medidas para que el encarecimiento no termine por estrangular la estabilidad del sistema sanitario.
Con este amenazante panorama, los servicios de Farmacia Hospitalaria ya han denunciado que los precios de estas innovaciones “no son racionales”, asegura Roberto Marín, coordinador del Grupo Génesis de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH). De hecho, Marín considera que “ante innovaciones rompedoras, el SNS tiene que ofrecer financiaciones rompedoras”, indica. A su juicio, hay que ligar el precio al beneficio del fármaco. “Tenemos que comenzar a pagar por las respuestas que nos den los medicamentos según los resultados que nos vayan dando los productos”, afirma.
La llegada de estas innovaciones terapéuticas también provoca que las administraciones aborden nuevas fórmulas para sufragarlas, entre las que se encuentran las más recientes, como las referidas a los techos de gasto. Con esta idea, el Ministerio de Sanidad tiene a un grupo de expertos trabajando en la creación de umbrales de coste-efectividad para los fármacos, entre los que también se encontraría el cálculo del coste por año de vida ganado gracias a una terapia.
Marta Trapero, investigadora de la Universitat Pompeu Fabra y de la Universidad Castilla-La Mancha, considera que los evaluadores españoles “están obsesionados con los umbrales” y considera que el camino en materia de financiación de innovaciones deben ser “los acuerdos de riesgo compartido, que realzan el valor y la importancia que puedan representar los productos”, recalcó en el seminario Scientific and Access Breakthrough in Oncology, organizado por la Universidad Menéndez Pelayo en Valencia.
Hacer públicos los resultados de las cirugías de los hospitales, los procesos de financiación de nuevos fármacos o la incorporación de innovaciones en las comunidades autónomas son algunas de las propuestas de una treintena de expertos para hacer sostenible el sistema sanitario, según recogen las conclusiones de I Foro Innovación y sostenibilidad. Construyendo la sanidad del siglo XXI. El informe apuesta por llevar la innovación a todos los ámbitos del sistema sanitario, fomentando el uso de las nuevas tecnologías y la introducción de avances terapéuticos. Una de las medidas concretas es crear una partida nacional para los medicamentos que afectan a las enfermedades raras.
Otra denuncia recurrente, que también realizaron los afectados de hepatitis C, es las desigualdades existentes a la hora de recibir los fármacos. Así, los expertos reunidos en Valencia también abordaron los problemas de acceso a los medicamentos, especialmente a los oncológicos, y la falta de equidad en el Sistema Nacional de Salud (SNS).
De hecho, algunos avisan de que esta circunstancia se da entre hospitales de la misma región. “Esto está provocando que haya atención oncológica de primera a cuarta clase en una misma autonomía, porque todos quieren ser la Clínica Mayo”, denuncian. Advierten asimismo de que esta falta de equidad se acentúa especialmente en el caso de los medicamentos innovadores, como los que traerá la ola inmunooncológica que se avecina.