Bilbao - Cuatro de los trece heridos en el accidente de Lille fueron dados de alta ayer por la tarde, según el Departamento vasco de Salud. Por tanto, nueve de los 53 jóvenes vascos que viajaban en el autocar siniestrado el pasado domingo en la localidad francesa permanecen ingresados en el hospital universitario.
Los servicios médicos atendieron a 34 pasajeros del autobús, con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años. El autobús cubría la ruta de Bilbao a Amsterdam. Se espera que los pacientes que aún siguen hospitalizados abandonen la clínica y regresen a Euskadi como muy tarde el 3 de agosto. Los afectados que podían viajar llegaron el lunes al aeropuerto de Loiu, dejando atrás el susto del accidente de autobús fletado por la agencia bilbaína Viajes Livingstone, que a primeras horas del pasado domingo se quedó sin techo al incrustarse en mitad de un túnel del Grand Boulevard de la periferia de Lille. El grupo partió el lunes por la mañana por carretera desde Lille y cogió en el aeropuerto parisino de Orly con un vuelo en dirección a Bilbao, tras haber pasado la noche en un polideportivo habilitado en el municipio de La Madeleine, cerca del lugar del accidente.
El equipo de psicólogos que esperaba al grupo en Loiu consideró que los jóvenes, en su mayoría estudiantes de la UPV/EHU, deben “normalizar su vida cuanto antes”, y recomendaron a sus familiares que “estén encima de ellos, vigilándoles y controlándoles”. El coordinador de Cruz Roja en Euskadi, Manuel Calvo, señaló a pie de aeropuerto que formaban parte del dispositivo organizado por el Gobierno Vasco integrado por cuatro psicólogos y una ambulancia. Este recurso está a disposición, tanto de las víctimas del accidente como de sus familiares, con el objetivo de dar “apoyo emocional e indicación a futuro para que las víctimas normalicen su vida”. Calvo dijo que esperaban encontrarse con gente “impactada, nerviosa y con estrés postraumático y ansiedad”, aunque comentó que habría sido “mucho más dramático si hubiera habido fallecidos”.
Por su parte, la Fiscalía francesa presentará cargos por “heridas involuntarias” contra el chófer que conducía el autobús. Si la víctima queda inhabilitada para trabajar menos de tres meses, la pena consiste en una multa de hasta 1.500 euros mientras que si las lesiones son más graves, la sanción puede alcanzar los dos años de cárcel. El conductor, que dio negativo en las pruebas de alcoholemia y estupefacientes, admitió en su interrogatorio ante la Fiscalía que se fió del GPS sin prestar suficiente atención a la ruta. - Efe