Bilbao - La transexualidad continúa siendo un tema espinoso debido al desconocimiento que aún perdura en la sociedad. Más, si cabe, cuando se trata de transexualidad infantil. Experto en sexología, Aingeru Mayor es padre de una niña de 8 años que, en su día, creyeron que era un niño. En la actualidad, Mayor ostenta el cargo de presidente de la recién creada Chrysallis Euskal Herria, una asociación dedicada al apoyo de las familias con menores en situación de transexualidad en Bizkaia, Gipuzkoa, Araba y Nafarroa. Pese a haber comenzado su andadura en marzo de este mismo año, ya cuenta con 12 familias y vaticinan que su número irá en aumento.
¿Qué es exactamente la transexualidad?
-Es una expresión más de la diversidad sexual. Consiste en el hecho de que el sexo de una persona no coincide con el sexo que se le asignó al nacer al observarle los genitales. En otras palabras: hablamos de niñas con pene y niños con vulva. Puede que no sea lo habitual, pero no es ni un trastorno o ni una enfermedad. Solamente es diversidad.
Es decir, tendría que ver con la idea de intersexualidad.
-Eso es. Todos tenemos elementos tanto femeninos como masculinos. Los procesos de sexuación generan caracteres sexuados que pueden ir en una u otra dirección. En el caso particular de las personas en situación de transexualidad lo que ocurre es que su sexuación cerebral, aquella que nos dice lo que somos y que tiene lugar durante el periodo de gestación, va por un lado, mientras que su sexuación genital, por otro.
¿Y a qué edad se puede saber?
-En el caso de Chrysallis Euskal Herria tenemos menores desde los 4 a los 15 años. La identidad sexual de las personas se comienza a expresar con la conquista del lenguaje, alrededor de los 2 años. Aunque si bien esta característica se da en ambos sexos, sí que es verdad que en la asociación, y también en general según los resultados aportados por varias investigaciones, hay más proporción de casos de transexualidad en niñas que en niños.
¿Cuál es vuestro ‘modus operandi’ cuando una familia se pone en contacto con vosotros?
-Lo primero, damos información para que conozcan esta realidad y puedan acompañar a sus hijos. También ofrecemos apoyo a la hora de hacer público en el contexto social el sexo sentido del menor. Ello conlleva, obviamente, apoyo en el ámbito escolar y por eso mismo, a día de hoy, impartimos formación en diferentes centros escolares. Y ya está, porque hasta la pubertad lo único que necesitan es poder expresarse y que se les vea como los niños y niñas que son. Nada más. Por eso pedimos, entre otras cosas, que se pueda cambiar el nombre en el registro antes de los 18 años -a lo que algunos jueces están poniendo dificultades- y, por supuesto, que se pueda cambiar la referencia al sexo.
¿Y en la pubertad?
-Entran en juego los caracteres sexuales secundarios, que empiezan a desarrollarse en uno u otro sentido. En la mayoría de los casos, estos chicos y chicas no desean el desarrollo de algunos de esos caracteres. Por ejemplo, que a una niña le crezca la nuez, le salga barba, etc. Para evitarlo se pueden utilizar los llamados “bloqueadores hormonales”, que bloquean el desarrollo de estos caracteres sexuales no deseados. Lo ideal sería que, al mismo tiempo, se pudiese comenzar con la hormonación cruzada; es decir, dotar de hormonas femeninas (estrógenos) a estas niñas y de hormonas masculinas (testosterona) a los niños para que desarrollen las características sí deseadas.
¿Con cuántos años se puede comenzar este tratamiento?
-En Nafarroa se dan los bloqueadores hormonales a los 12 años, con la entrada de la pubertad, pero para la hormonación cruzada hay que esperar hasta los 16. El planteamiento de esta idea es dotar al menor de más tiempo “para garantizar que tiene clara su identidad”, porque algunas de las consecuencias de la hormonación son irreversibles. Pero nosotros, desde las familias, estamos viendo otra realidad: el no desarrollar en ninguno de los dos sentidos mientras los cuerpos de sus amigos cambian deja a nuestros hijos en una situación de vulnerabilidad. Por ello peleamos para que se permita acceder a la hormonación cruzada a los 12. Ellos y ellas hace muchos años que tienen muy clara cuál es su identidad.