bilbao - “Somos víctimas de un sistema sanitario donde se nos medica y se nos medicaliza, y se droga a los niños con anfetaminas por ser demasiado activos, y a los ancianos con antidepresivos sin tener depresión. Y provoca que tanto sanos como enfermos dependan de los médicos”, mantiene sin pelos en la lengua el doctor Juan Gérvas, coautor, junto a Mercedes Pérez Fernández, de un libro lapidario La expropiación de la salud (editorial Los Libros del Lince) que se presentó la pasada semana en Bilbao.
¿Por qué se ha medicalizado tanto la vida cotidiana?
-Porque siempre hemos deseado no morir y la juventud eterna. Y eso, que antes era un mito, con los milagros de la medicina como la anestesia o los antibióticos, se ha empezado a pensar como posible.
Arremete, por ejemplo, contra los programas de cribado de cáncer. Y dice que se hacen ‘sobrediagnósticos’ porque algunos cánceres no se hubieran desarrollado nunca y se extirpa, por ejemplo, una mama, sin necesidad, entre comillas.
-No, no, quítele las comillas. Sin ninguna necesidad. Nosotros somos muy científicos, buscamos los mejores datos y no nos importa estar fuera del consenso porque los datos nos avalan. En concreto, en el cáncer de mama, el comité médico suizo recomendó el año pasado que se abandonasen estos programas de cribado porque ocasionan más perjuicios que beneficios.
Está contradiciendo a todas las autoridades sanitarias que recomiendan estos programas.
-Se equivocan. Y no al azar. Los políticos son parte del problema porque con esas promesas imposibles que van al fondo del corazón humano, consiguen votos. Para que se haga a la idea, acaban de revisar el cribado de cáncer de ovario y dicen que no reduce la mortalidad. La noción de diagnóstico precoz está equivocada. Las autoridades deberían fomentar el diagnóstico oportuno que no es lo mismo que el diagnóstico precoz que puede ser inoportuno.
¿De verdad sostiene que la mayoría de pruebas diagnósticas son innecesarias?
-Sí. Y hemos mantenido un debate científico en las páginas de la mejor revista de salud, Gaceta Sanitaria, en contra de los cribados en general. No solo los de cáncer. También los genéticos, los neonatales... Además conviene destacar que no solo se hacen en exceso, también se hacen en defecto porque no van dirigidos a quienes realmente lo necesitan. Por ejemplo el cribado de cáncer de cuello de útero sería importante para las prostitutas, presas, vagabundas, drogadictas... y justo ahí no se hace.
¿En qué se nota la expropiación de la salud, el título de su libro?
-Pues, por ejemplo, en que cuando llega la expropiación de la salud se llenan las Urgencias de sanos preocupados porque tienen gripe que no tendrían que ir de ninguna manera a ese servicio. Y cuando se llenan las Urgencias de griposos, un niño que podría tener una meningitis o una persona con un infarto de miocardio permanecen en la sala, esperando.
Dice que se maneja la inyección del miedo como el miedo a la gripe.
-Es que la expropiación de la salud funciona con el miedo. Miedo, por ejemplo, a la gripe y fomentan que la gente se vacune o que tome el Tamiflú... y no sirve para nada.
¿También funciona el miedo con las cesáreas? El número de este tipo de partos está disparado.
-Pues ustedes, en el País Vasco, tienen suerte porque es la única comunidad que tiene una tasa lógica de cesáreas y es la única donde se impone la cordura. Las mujeres de clase alta de los países nórdicos tienen las cesáreas necesarias pero aquí las mujeres de clase alta, provincianas y pacatas, se hacen cesáreas. Eso incluye a la actual reina haciéndose cesáreas como signo de distinción cuando en realidad es un signo de pobreza mental.
¿Quién tiene la culpa? ¿El médico o el paciente?
-Habría que hablar de una amalgama de intereses, de la industria, de los investigadores... Hay una colusión de intereses, que no colisión, que hace que se pierda el sentido común.
El paciente siempre quiere salir de la consulta con una receta.
-Pero los médicos tenemos que ejercer una ética de la negativa. La Academia de Colegios de médicos ingleses, que representa a 250.000 facultativos, acaba de emprender una campaña para que los pacientes tengan claro que menos es mejor. Para que el lector lo entienda; si un niño se cae de la bici, se da un golpe, pierde la consciencia un minuto, se levanta, lo examina su médico y dice está perfecto, no hay ningún signo de alarma, está bien... la madre se queda inquieta y termina en Urgencias sin necesidad. Y consigue, por si acaso, que le hagan un TAC. Eso no es lógico.
Se medica a niños hiperactivos. ¿Se matan moscas a cañonazos?
-Que los niños sean movidos o que tengan fracaso escolar, por ejemplo, no es un problema médico. Puede haber niños inquietos, pero claro pretendemos tenerlos sentados ocho horas atendiendo y eso no es normal.
Pero los mayores también consumimos antidepresivos, somníferos, estimulantes...
-Es que a usted le han convencido que tiene el ánimo bajo porque tiene depresión y acepta el tratamiento. Y a algunos les termina llevando a hacer barbaridades como la del piloto que chocó el avión contra los Alpes porque muchos antidepresivos aumentan los suicidios. A los ancianos inquietos también los medican hasta convertirlos en zombies que terminan babeando. Y todo eso nos parece normal pero lo que pasa es que nos han expropiado la salud y no tenemos capacidad de pensar.
Está poniendo patas arriba todo lo que se dice cada día ¿por qué hay que creerle a usted?
-Es que esto que hoy a usted le suena raro, será normal en un futuro. También antes a la gente le sonaba raro que fumar fuese malo.