MADRID - Que un niño de 13 años matase a un profesor e hiriera a cuatro personas en un instituto de Barcelona o que un piloto estrellase un avión en Los Alpes son casos que para algunos expertos no están tan relacionados con padecer un trastorno mental, sino con la agresividad y la educación en valores. “Una cosa es un trastorno mental y otra cosa bien distinta es cometer un asesinato”, comenta Luis Miguel Moreno, especialista en Psiquiatría Infantil y Adolescente por las universidades de Navarra y de Columbia (Nueva York, EEUU) y Doctor en Neurociencias.

Se estima que sólo el 3 % de las personas con transtorno mental comete actos violentos por culpa de su enfermedad, según la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes). El experto señala que estos hechos son excepcionales, ya que cuando una persona está sufriendo una depresión tiene pensamientos negativos y tristes, pero asegura que “querer matar a alguien” no es inherente a esta patología. Además, en el caso de un brote psicótico -las primeras evaluaciones médicas apuntaron a esa posibilidad en el caso del menor de Barcelona- lo que ocurre es que se percibe la realidad distorsionada, algo muy diferente a tomar la decisión de “apuñalar a un profesor”. Esto tiene más que ver con “lo que cada persona hace en una situación en la que alguien le perjudica”.

Moreno admite que en un momento determinado, la psicosis puede llevar a descontrolarse y, si se trata de una persona agresiva, hay más posibilidades de que ocurran estos sucesos. “Los pacientes mentales no son más agresivos. El que es agresivo es agresivo y el que no, no”, insiste.

Los brotes psicóticos -que dentro de los trastornos mentales son los más graves- suelen aparecer al final de la adolescencia o al principio de la edad adulta. No obstante, según el experto, con el consumo de tóxicos, como el cannabis, poco a poco se está adelantando la edad de aparición.

Uno de cada cinco niños y adolescentes españoles sufrirá algún trastorno mental a lo largo de su vida y, a día de hoy, están padeciéndolo cerca de un millón de menores, según datos del Libro Blanco de la Psiquiatría del Niño y del Adolescente de la Fundación Alicia Koplowitz. Pero, ¿por qué aparecen? En primer lugar, por la genética. “Es más fácil padecer trastornos mentales si hay precedentes familiares”, indica Moreno, quien añade que se pueden reducir las posibilidades de su inicio si el ambiente que rodea a la persona es favorable.

SUPERVISIÓN El segundo factor de aparición de este tipo de problemas es el entorno. El doctor subraya que los niños deben estar bien supervisados a nivel de hábitos y horarios. “Si un niño pasa demasiadas horas jugando a videojuegos en los que matar da puntos, puede llegar a la conclusión de que matar es positivo”, comenta. “Es una edad en la que uno empieza a diferenciar entre lo que es realidad y fantasía, pero si pasa muchas horas con un videojuego, la mayor parte de la experiencia vital que recibe está basada en la fantasía”, manifiesta.

Moreno señala que este tipo de trastornos mentales se pueden prevenir con “una supervisión adecuada de los padres y cuidadores, basada en el interés por las actividades y vivencias del niño”. En cuanto a los síntomas, se puede apreciar un cambio radical de comportamiento y conducta, normalmente acompañado de percepciones poco lógicas. Cambiar de conducta se puede traducir en que se encierre más en casa, deje de ir con la gente que va, abandone sus actividades habituales y pase mucho tiempo haciendo algo que antes no le interesaba.