GASTEIZ - Responsable técnico de la Agencia Vasca de Meteorología desde la creación de la misma hace un cuarto de siglo, José Antonio Aranda (Durango, 1961) ha sido testigo -“para la bueno y para lo malo”, dice- de la espectacular evolución experimentada por Euskalmet en todo este tiempo hasta llegar formar parte del día a día de la población vasca.
A su juicio, ¿cree que le faltaría algo a Euskalmet para mejorar?
-Sería un iluso si dijera que no. Tenemos que mejorar en todo. Para algunas de las mejoras necesitaríamos más presupuesto, para otras más personal, para otras tiempo o nuevas ideas. También existen mejoras en las que tendrían que participar otras administraciones, voluntarios, medios de comunicación,? Siempre hay y siempre habrá un espacio para las mejoras.
¿Estamos en el ‘top’ de los servicios de información meteorológica?
-Creo sinceramente que nos encontramos al mismo nivel que el resto de las agencias europeas a pesar de nuestro pequeño tamaño. En Euskalmet vigilamos la atmósfera, el mar y los ríos las 24 horas del día; lo que significa que si se recaba algún dato que nos indique que existe algo anormal o que puede darnos problemas se informa inmediatamente.
¿Por qué nos interesa tanto qué tiempo hará?
-Actualmente, la meteorología constituye una herramienta indispensable en las sociedades avanzadas ya que, nos guste o no, vivimos inmersos en una filosofía just in time (Justo a tiempo). Euskalmet ha pasado a formar parte de la vida cotidiana de la población vasca porque la meteorología, además de ser una ciencia, es también una fuente de información diaria de consumo corriente. Gracias a ella la ciudadanía puede elegir qué ropa debe ponerse en cada ocasión, programar una jornada de playa o monte o practicar un determinado deporte al aire libre. Pero más allá de su importancia en todo lo que se refiere a la mejora de la economía, la calidad de vida y el disfrute del tiempo libre de las personas, la meteorología es, por encima de todo, un instrumento consustancial al progreso general de los pueblos hasta el punto de que será difícil que una sociedad alcance su pleno desarrollo si carece de un servicio meteorológico de calidad.
¿Y no cree que esa ciudadanía podría saturarse de alertas?
-Aquí tenemos un problema: o los medios de comunicación exageran o nosotros no hemos sabido explicar al público nuestro sistema de avisos, alertas y alarmas. Cuando damos un aviso amarillo se trata precisamente de eso, de un aviso y, por tanto, estamos en una situación de normalidad. Los avisos amarillos suponen el 95% de la totalidad de las situaciones, el 4,9% restante corresponden a situaciones de alerta naranja y el 0,1% a las alarmas rojas. Son precisamente estas dos últimas las que realmente nos deben preocupar a fin de que podamos adoptar las medidas de autoprotección que sean necesarias.
¿Con qué nota calificaría a Euskalmet en sus predicciones?
-Estamos en el 90-95% de acierto en los dos-tres primeros días. Pero ese dato, que es similar al de cualquier servicio meteorológico, no es nuestro punto más fuerte. Nuestro fuerte se encuentra en la vigilancia, en la capacidad de poder avisar inmediatamente a la población si las circunstancias así lo requieren. Este hecho es fundamental sobre todo en meteorología adversa y en ello llevamos trabajando mucho tiempo.
¿Hay algún servicio con el que saquen pecho en Euskalmet?
-El primero, sin duda alguna, la extensa y completa red océano-hidro-meteorológica. Contar con tantas estaciones y en tiempo real es un privilegio, incluyendo las boyas, los radares, el perfilador, el sistema de detección de rayos? El segundo es el suministro informativo a la población. Como dice mi director, “lo que no informamos no sirve de nada”. Y el tercer punto, único en Europa, es el de lanzar los avisos, las alertas y las alarmas en función del impacto esperable en la sociedad, no en función de variables meteorológicas exclusivamente. Y por último, las personas, tanto dentro como fuera de Euskalmet. Sin el apoyo y el trabajo de cada una de ellas todo sería diferente.